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Sonia Franco

Pase sin Llamar

Por
Sonia Franco

Orgullo eólico

Desde que lanzamos este blog hace cerca de dos años, nunca había tocado el tema del sector en el que trabajo, el eólico. Sin embargo, esta

Desde que lanzamos este blog hace cerca de dos años, nunca había tocado el tema del sector en el que trabajo, el eólico. Sin embargo, esta vez voy a hacer una excepción. La culpa la tiene Lubián, un encantador municipio zamorano que se ha alzado con el Primer Premio Eolo a la Integración Rural de la Eólica por el modo en el que ha sabido aprovechar los recursos que ha obtenido gracias a la instalación de los parques. Con ese motivo, el pasado viernes nos trasladamos allí un nutrido grupo de personas para celebrar el Día Mundial del Viento. Y yo he vuelto tan orgullosa del sector en el que trabajo que no puedo resistirme a contároslo.

Lubián es un pequeño municipio zamorano de algo más de 300 habitantes. No hace demasiado –unos 20 años más o menos– era uno de esos pueblos castellanos, gallegos o andaluces destinados a desaparecer por el envejecimiento de la población, el agotamiento de los recursos de la agricultura y la ganadería, la falta de oportunidades para los jóvenes… Todo cambió a finales de los ochenta, cuando una empresa instaló el primer parque eólico de la zona. Poco a poco, se fueron generando nuevos puestos de trabajo, los jóvenes pudieron quedarse en el pueblo, nacieron niños y la escuela permaneció abierta. Lubián revivió. Y así lo expresan todos y cada uno de sus habitantes.Si se toman las decisiones adecuadas se pueden crear puestos de trabajo de calidad

José Lubián, que se dedicaba a ir de pueblo en pueblo restaurando iglesias, es hoy el gerente de una de las empresas eólicas de la comarca.

–La eólica nos ha dado la posibilidad de vivir aquí sin tener que buscar trabajo fuera–, afirma.

Sergio García, padre de siete hijos, tenía que desplazarse allá dónde hubiese trabajo. Hoy vive en el pueblo con toda su familia. Sus hijos asisten a la escuela y son felices.

Este trabajo me ha dado una calidad de vida que antes no tenía–, asegura.

El alcalde, el carismático Felipe Lubián, ha tenido la visión de reinvertir los recursos de la eólica en mejorar el municipio y la calidad de vida de los vecinos. Las ayudas a la natalidad y a las familias numerosas para fomentar la permanencia en el municipio, la construcción de una residencia de mayores, un comedor social, el mantenimiento del monte, el arreglo de fuentes tradicionales, la recuperación de manantiales y el acondicionamiento de merenderos son sólo algunos ejemplos.

La eólica ha significado para Lubián un cambio radical: de ir hacia la nada, a ir hacia el futuro. Ha sido la salvación–, dice, orgulloso.

Tanto mis compañeros como yo hemos vuelto de Lubián con un gran sabor de boca. El contacto con la gente real, tan alejada de los despachos de Madrid y de las decisiones del Gobierno, nos ha recordado por qué merece la pena pelear por un sector como el eólico. La sensación de que lo que hacemos tiene un significado y un impacto importante en la vida de las personas –en este caso, la creación de riqueza y empleo en zonas desfavorecidas y destinadas a desaparecer– renueva nuestras energías. Sentir el agradecimiento de todos los habitantes de un pueblo, escuchar sus historias, conocer sus vidas de primera mano… nos llena de ilusión de cara al futuro.Los parques eólicos fijan población en el entorno rural y crean riqueza

¿De qué nos va a servir todo esto? Ya lo veremos. De momento, hemos vuelto a la oficina con renovados bríos. Por unos días, hemos conseguido evadirnos de la nube negra que rodea nuestro país, con Madrid y sus políticos en el centro del huracán, y hemos visto que hay esperanza. Que si se toman las decisiones adecuadas, se pueden crear puestos de trabajo de calidad y alto valor añadido. Que tenemos sectores en España que son punteros y en los que somos líderes mundiales que pueden ser claves –si se apuesta por ellos, claro– para sacarnos de la recesión. Que detrás de todo esto que contamos a diario en los despachos, hay una realidad muy palpable en los cientos de municipios españoles que tienen parques eólicos.

No me extrañaría que, tras haber llegado hasta aquí, más de un lector esté pensando aquello de vaya-tía-más-moña,-qué-pedazo-de-rollo-publicitario-se-ha-marcado. Vale. Pero es que hoy me siento orgullosa de mi trabajo. Y en un blog en el que semana a semana desgranamos el día a día de la vida laboral, no tenía más remedio que contarlo. No me lo tengáis en cuenta…

Desde que lanzamos este blog hace cerca de dos años, nunca había tocado el tema del sector en el que trabajo, el eólico. Sin embargo, esta vez voy a hacer una excepción. La culpa la tiene Lubián, un encantador municipio zamorano que se ha alzado con el Primer Premio Eolo a la Integración Rural de la Eólica por el modo en el que ha sabido aprovechar los recursos que ha obtenido gracias a la instalación de los parques. Con ese motivo, el pasado viernes nos trasladamos allí un nutrido grupo de personas para celebrar el Día Mundial del Viento. Y yo he vuelto tan orgullosa del sector en el que trabajo que no puedo resistirme a contároslo.