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Una segunda oportunidad para un becario de 48 años
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Sonia Franco

Pase sin Llamar

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Sonia Franco

Una segunda oportunidad para un becario de 48 años

Hace tres meses mi amigo Kevin se enfrentó a una decena de currículums entre los que elegir al becario de su departamento para el verano. Ingenieros

Hace tres meses mi amigo Kevin se enfrentó a una decena de currículums entre los que elegir al becario de su departamento para el verano. Ingenieros de 25 años, técnicos de 23… La mayoría eran jóvenes ávidos de encontrar su primer empleo en una multinacional. Y también estaba Pedro, un ex contratista de 48 años que había perdido su trabajo hacía dos y había decidido reciclarse matriculándose en un complejo curso de diseño industrial. Y que tuvo las narices de presentarse como becario.

Kevin se sintió intrigado y quiso conocerle. Pedro resultó ser uno de tantos padres de familia que creían tener su vida resuelta antes de la crisis. Pero no. Comenzaron los problemas en el sector de la construcción y perdió su empleo. Poco después era su mujer la que se quedaba en paro. Y él decidió coger el toro por los cuernos y labrarse un nuevo futuro. Se enteró de qué cursos podrían abrirle más puertas y no lo pensó dos veces.

Si quieres el contrato…

Kevin asegura que Pedro ha sido un buen becario. En un departamento en el que la edad media apenas roza los 30 años, se ha esforzado por ser uno más y aprender de sus compañeros. Pero la beca toca a su fin.

Hace unos días, Kevin tuvo qué decidir sobre un contrato de suministro para su empresa. Las ofertas de los proveedores eran similares, tanto por calidad como por precio. Así que decidió jugársela a una carta: llamó a Martín, el consejero delegado de una de las compañías, y le dijo que el contrato era suyo con una condición: tenía que contratar a Pedro.  Martín se hizo cargo de la situación de inmediato. No en vano él mismo es un gestor de 55 años que ha decidido mejorar sus conocimientos para aumentar las oportunidades de su empresa haciendo un curso de ingeniería.

Así que ahora Pedro tiene un contrato de 18.000 euros anuales en una pequeña empresa de ingeniería. Y está razonablemente contento. A pesar de que su sueldo apenas supera los mil euros y que su mujer sigue en paro, él vuelve a estar en el mundo laboral. Tendrá que esforzarse por recuperar su estatus anterior a la crisis, pero está dispuesto a ello.

Hay gente dispuesta a mojarse por los demás

No para de darle las gracias a Kevin, pero éste le quita importancia.

Yo no he hecho nada, has sido tú. Eres valiente, te has arriesgado. Ojalá hubiese muchos como tú.

Es cierto. La historia de Pedro no sólo es ejemplar: también demuestra que hay esperanza en esta España nuestra. Que cuando todo parece perdido, uno puede sacar fuerzas de flaqueza y reinventarse. Que uno puede cruzarse con buenas personas que te ofrecen una oportunidad.  Que todavía hay gente dispuesta a mojarse por los demás.

Mientras tanto, os deseo un tranquilo y feliz verano. Que vuestro trabajo os esté esperando cuando volváis o que tengáis la suerte de encontrarlo a lo largo de los próximos meses. Si no es así, acordaos de Pedro y de que siempre hay maneras de salir del hoyo. Y de Kevin, que supo ver más allá de la primera línea de un currículum. Y de Martín, que se hizo cargo de la situación. Acordaos de que la esperanza está en las personas, en ti y en mí. Quién sabe si algún día no muy lejano nos tocará ser Pedro, Kevin o Martín…

Hace tres meses mi amigo Kevin se enfrentó a una decena de currículums entre los que elegir al becario de su departamento para el verano. Ingenieros de 25 años, técnicos de 23… La mayoría eran jóvenes ávidos de encontrar su primer empleo en una multinacional. Y también estaba Pedro, un ex contratista de 48 años que había perdido su trabajo hacía dos y había decidido reciclarse matriculándose en un complejo curso de diseño industrial. Y que tuvo las narices de presentarse como becario.