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Qué no debes hacer si estás buscando trabajo
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Sonia Franco

Pase sin Llamar

Por
Sonia Franco

Qué no debes hacer si estás buscando trabajo

Juan Luis, un antiguo compañero de trabajo que ha perdido su empleo, vino a verme hace algunas semanas.–Llevo ya seis meses sin trabajar y no tengo

Juan Luis, un antiguo compañero de trabajo que ha perdido su empleo, vino a verme hace algunas semanas.

–Llevo ya seis meses sin trabajar y no tengo un colchón económico. He llamado a todas las puertas y todos me dicen que soy demasiado mayor, que no sé inglés, que mi experiencia se ha quedado obsoleta. Estoy desesperado y dispuesto a todo. Y por muy poco dinero.

La conversación me produjo una enorme sensación de desasosiego. Y no ya sólo por la lástima que daba Juan Luis o el pánico que se veía en sus ojos. No. Lo que más me preocupó fue darme cuenta de que yo no le daría un trabajo que exigiese la más mínima responsabilidad. ¿Por qué? Por las malas vibraciones que me transmitió, por la sensación que daba de haber perdido el control de sí mismo.

Sin embargo, me acordé del antiguo Juan Luis, carismático y dicharachero, seguro de sí mismo, coqueto y siempre dispuesto a enseñar a los recién llegados a la empresa, como en su día lo había sido yo. Busqué su teléfono y le llamé.

Hay que tener siempre a mano un discurso que deje clara nuestra situación, pero no de un modo lastimero ni desesperado.–Juan Luis, quiero volver a verte.

–¿Tienes un trabajo para mí? –preguntó, esperanzado.

–Sí, pero no del que tú te piensas. Voy a ayudarte a prepararte para buscar trabajo.

–¿Cómo?

–Lo primero, recuperando al antiguo Juan Luis. Como sigas yendo por la vida como un alma en pena, te garantizo que no te va a contratar nadie.

Aunque no soy una experta en estos temas, sí me he visto tanto en la tesitura de buscar trabajo como en la de contratar personal. Y lo que tengo cada día más claro es que la actitud de un candidato importa tanto o más que su currículum o su mensaje. Si la persona transmite confianza, seguridad, honradez, sentido del humor y curiosidad, a mí ya me tiene ganada. Si por el contrario duda constantemente, no mira a los ojos, se contradice y parece esconder algo, ya puede ser Einstein. Y Juan Luis es un tío estupendo, pero necesita volver a creer en sí mismo. O, al menos, aparentarlo.

¿Cómo? Bueno, hay herramientas. Por ejemplo, preparar muy bien los encuentros destinados a buscar trabajo, desde tomar un café con un antiguo compañero, a la asistencia a una reunión donde hay potenciales empleadores. Y tener siempre a mano un discurso que deje clara nuestra situación, sí, pero no de un modo lastimero ni desesperado.

En el caso de Juan Luis, que tiene una envidiable agenda de contactos, pensamos que una buena estrategia (y/o excusa) sería llamar para buscar consejo sobre su futuro en vez de para pedir directamente trabajo.

–Hola Fulanito. No sé si sabes que hace unos meses me quedé sin trabajo. Como ya llevaba un tiempo dándole vueltas a cambiar de tercio, decidí tomarme un tiempo para pensar. Y estoy planteándome entrar en tu sector. ¿Crees que tendrías tiempo para que nos tomásemos un café y así me das algunas pistas sobre por dónde empezar?

También preparamos su elevator pitch o discurso del ascensor, que no es más que una presentación verbal corta (no más de 30 segundos) y concisa que describe la idea de un proyecto, producto o servicio. Se trata de que si te encuentras con tu empleador, inversor o incluso tu jefe en un ascensor, estés preparado para venderle lo que consideres en el tiempo que dure el trayecto. Es útil porque ayuda a la otra persona a categorizarte y memorizarte, así que debes asegurarte de que te representa de la mejor manera posible. ¿Quién eres? ¿Qué haces? ¿Qué sabes? ¿Qué puedes ofrecer? ¿Cómo quieres añadir valor? ¿Qué quieres? Son algunas de las preguntas a las que debe responder este discurso.

Con estas herramientas debajo del brazo y alguna más (como trabajar en su marca personal y su reputación online), Juan Luis se ha lanzado a la calle. No hay evento relacionado con su sector que haya en Madrid al que él no vaya y entregue tarjetas a troche y moche. Ha llamado a todo aquel que conoce y podría ayudarle con diferentes excusas. Y se ha hecho el encontradizo con muchos otros a los que ni siquiera ha visto nunca.

Si Juan Luis es capaz de resultarle atractivo a alguien tan exigente como María, seguro que podrá agradar en su próxima entrevista de trabajoLa verdad es que aún no ha encontrado trabajo, pero se siente mejor. Al intentar transmitir más confianza y seguridad, ha empezado a sentirlas. Y se le nota. El viejo Juan Luis aún no ha vuelto del todo, pero está en camino.

–¿Puedo hacerte una pregunta indiscreta? –me preguntó el otro día.

–Dispara.

–¿Ahora me contratarías?

Me quedé pensativa.

–Puede –contesté, sin demasiada seguridad–. De lo que estoy segura es de que te recomendaría.

Cuando se marchó, me volvió la sensación de desasosiego. Si a mí aún me planteaba dudas, ¿qué ocurriría con otros? Entonces me llamó María, una amiga coach a la que le había pedido que se tomase un café con él.

–Tu amigo Juan Luis está cañón. ¿Crees que soy su tipo?

¡Vaya! Si Juan Luis es capaz de resultarle atractivo a alguien tan exigente como María, seguro que podrá agradar en su próxima entrevista de trabajo. Ahora lo que hace falta es que ésta llegue pronto.

Juan Luis, un antiguo compañero de trabajo que ha perdido su empleo, vino a verme hace algunas semanas.