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La llegada del 'nework': trabajo flexible altamente tecnificado
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Sonia Franco

Pase sin Llamar

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Sonia Franco

La llegada del 'nework': trabajo flexible altamente tecnificado

Quedo a comer con mi amigo Ramiro, que se presenta desesperado. –En mi empresa están cada vez más grillados. –¿Qué ha pasado esta

Quedo a comer con mi amigo Ramiro, que se presenta desesperado.

–En mi empresa están cada vez más grillados.

–¿Qué ha pasado esta vez? –pregunto. No es la primera vez que Ramiro me viene con quejas desde que cambiaron al director general, bastante más joven y revolucionario que él.

–No te lo vas a creer. Me ha llamado el director de Recursos Humanos y ha empezado a hacerme preguntas del tipo: ¿Cuánta gente de tu equipo necesitas el 100% del tiempo en la oficina? ¿Cuántas reuniones cara a cara celebráis a la semana? ¿Cuántos tienen despacho?

–¿Y? –No acabo de ver a dónde quiere llegar.

–Pues que, después de media hora así, me he ido asustando y le he preguntado qué pasa. Me ha dicho que se están planteando implantar un sistema que se llama algo así como nework y quieren conocer mi opinión. He puesto el grito en el cielo.

Un nuevo concepto empresarial

¿Habéis oído hablar del nework? Se trata de un concepto de empleo flexible, en el que son los trabajadores los que escogen sus horarios y lugares de trabajo mientras las oficinas se transforman en función de las nuevas necesidades, con la tecnología en un lugar destacado. Por lo visto, está funcionando con éxito en muchas compañías, sobre todo tecnológicas, en EEUU.

Como concepto, a mí me suena apasionante, así que decido ahondar en los motivos por los que Ramiro, que dirige un equipo de quince personas, muestra un rechazo tan visceral.

¡Flexibilidad de horarios! ¿Quién no ha soñado alguna vez con ello?–Para empezar, porque bastante me cuesta mantener en orden a mi equipo para que ahora trabajen donde y cuando les dé la gana. Es importante tener a la gente cerca, tratarles cara a cara, y que se respeten unas normas. Además, con la que está cayendo, no me parece bien malgastar dinero en hacer obras en la oficina o comprar nuevo mobiliario.

–¿Seguirías teniendo despacho? –pregunto, recordando lo que presumió cuando le ascendieron y tuvo por primera vez su propio espacio.

–Nooo –gruñe– Esa es otra.

Como no soy capaz de convencer a Ramiro de que la cosa suena bien –¡flexibilidad de horarios! ¿Quién no ha soñado alguna vez con ello?–, en cuanto vuelvo a casa decido profundizar en el asunto.  Cierto es que muchos de los documentos con los que me tropiezo son un tanto publicitarios, quizá inspirados por empresas que buscan vender sus servicios para rediseñar oficinas: más espacio para trabajar en equipo, espacios confidenciales en vez de despachos, zonas comunes más alegres, cálidas e informales, acceso a la tecnología en diferentes áreas…

Pero, cuanto más leo, más me va gustando la filosofía del nework: incrementa las posibilidades de conciliar trabajo y vida privada, exige menos tiempo de desplazamiento al trabajo por no tener que trasladarse en horas punta, supone mayor calidad de vida para los empleados…

¿Qué ganan las empresas? Por lo visto, el nework ayuda a retener talento, aumenta la productividad, optimiza el espacio en la oficina y, por tanto, los costes, permite una mejor integración para personas con minusvalías, padres, empleados con personas a su cargo…

Una idea demasiado transgresora

Ummm. ¿Demasiado bonito para ser verdad? Seguro que para algunos –entre los que me incluyo– suena de miedo. Uno pasa tanto tiempo en la oficina que, más allá de que la flexibilidad de horarios sea importante, el espacio en sí es fundamental. La luz o el ruido de ambiente pueden ser fundamentales a la hora de concentrarse. Y ya casi ni se concibe que una sala no tenga conexión wi-fi.

El 'nework' será adoptado por aquellas empresas que viven anticipándose al futuroPero, ¿qué pasa con los Ramiros de turno? ¿Esa multitud de empleados/mandos intermedios/directivos que está acostumbrada a trabajar/gestionar de una determinada manera y no tiene ninguna gana de variarla? ¿Es posible imponerles un cambio tan radical?

Probablemente, no. Es posible que el nework no sea para todos. Las compañías tradicionales con gestores tradicionales a las que tanto les cuesta cualquier transición nunca se plantearán siquiera abordarlo. Como todo cambio radical, será adoptado por aquellas empresas que viven anticipándose al futuro, a las que no les asustan los cambios porque saben que el mundo en el que vivimos está en constante movimiento, las que buscan atraer a unos empleados responsables que compartan esa filosofía. Los que creemos que esa es la forma de gestionar nos sentiremos cómodos con el nework. El resto, no.

Así que tiro la toalla. Es inútil intentar convencer a Ramiro para que vea el lado bueno del asunto. Pero quizá no haya de que preocuparse. Si en su empresa hay muchos como él, lo más probable es que el nework nunca llegue a implantarse.

Quedo a comer con mi amigo Ramiro, que se presenta desesperado.