Es noticia
No te castigues, ¡experimenta y aprende!
  1. Alma, Corazón, Vida
  2. Trabajo y sentido común
Lola García

Trabajo y sentido común

Por

No te castigues, ¡experimenta y aprende!

La persona es una mezcla de experiencia y cambio continuo. Un cuerpo que crece, madura y envejece. Emociones que cada día se confunden. Una realidad que

La persona es una mezcla de experiencia y cambio continuo. Un cuerpo que crece, madura y envejece. Emociones que cada día se confunden. Una realidad que se modifica dentro y fuera de uno mismo. Nunca somos los mismos que ayer, que la semana pasada o el mes anterior. Por ello, es inútil querernos castigar por errores pasados, insistir en lo que nos hemos equivocado, censurarnos, criticarnos. Debemos comenzar a darnos cuenta de que estamos mal por un problema que ya no existe. Cuando tenemos poca confianza en nuestra capacidad y sufrimos por ello, perdemos tiempo y muchas energías desaprobando una parte de nosotros mismos que ya ha cambiado.

Huir, culpabilizarte, sentirte rechazado o no actuar son las reacciones que no debes seguir ante un error. Te angustiarás aún más y, probablemente volverás a repetirlo. Mejor piensa que actuaste según el nivel de entendimiento que tenías en ese preciso momento, aunque no coincida con el que tienes hoy.

Es importantísimo que tengas en cuenta que el presente es lo que importa. No te juzgues, no te castigues con sentimientos de culpa inútiles, no te quedes anclado en el pasado. Lo que cuenta para ti es la realidad del momento, del día en el que vives. Imagina que eres un rosal: la rosa que florece no se siente culpable por marchitarse, sino que florece cada vez renovada y perfecta. Y tampoco llora por los pétalos que se le han caído, acepta el cambio como parte de la vida.

Todos cometemos errores, y corregirlos es una forma de aprender y madurarPiensa que quienes no cometen nunca errores (¡y así les va!) son los narcisistas –para ellos el error es un problema de los demás–, los dependientes –delegan siempre sus decisiones en los demás, pues su autoestima es muy frágil– y los perfeccionistas –por querer controlarlo todo acaban enclaustrados en una vida microscópica–.

Todos cometemos errores, y corregirlos es una forma de aprender y madurar. Pero no hay que obsesionarse con ellos, porque la exigencia de perfeccionismo es una forma de “machacarse” que puede tender al masoquismo y la autodestrucción.

He conocido personas que creen que sus jefes están siempre pendientes de sus errores. Y temen exponer ideas o iniciativas para llevarlas a cabo en su departamento o empresa. ¡Toma la iniciativa, y experimenta a ver qué ocurre! ¿Qué puede ocurrir en tu empresa cuando tu iniciativa es para mejorar tu departamento? ¿Qué opinas de un jefe que no valora ese comportamiento en una situación como la actual? ¿Merece la pena intentarlo?

Si pienso en las situaciones de aquellas personas que van a una entrevista y temen no contestar la pregunta adecuada, ¿cuál es la respuesta adecuada? ¿Acaso la hay?. Cambia de currículum, de vestimenta, de oratoria. Si no funciona como lo estás realizando, experimenta y actúa de otra manera, en vez de fustigarte.

En cierto modo en España hemos aprendido el sentido del ridículo, y por ello nos hemos dejado muchas cosas en el camino. Cuándo vamos a aprender que el error es el primer paso para evolucionar. ¿Qué es lo peor que te puede pasar si cometes un error? ¿Qué aprendemos?

La persona es una mezcla de experiencia y cambio continuo. Un cuerpo que crece, madura y envejece. Emociones que cada día se confunden. Una realidad que se modifica dentro y fuera de uno mismo. Nunca somos los mismos que ayer, que la semana pasada o el mes anterior. Por ello, es inútil querernos castigar por errores pasados, insistir en lo que nos hemos equivocado, censurarnos, criticarnos. Debemos comenzar a darnos cuenta de que estamos mal por un problema que ya no existe. Cuando tenemos poca confianza en nuestra capacidad y sufrimos por ello, perdemos tiempo y muchas energías desaprobando una parte de nosotros mismos que ya ha cambiado.