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Sánchez Dragó fusila a Javier Cercas
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Peio H. Riaño

Animales de compañía

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Peio H. Riaño

Sánchez Dragó fusila a Javier Cercas

Este libro es un Cercas de libro. El amigo de Soseki entra en el selecto club de la egoficción con 'La canción de Roldán', tratando de emular 'Anatomía de un instante'. Pero se queda en 'El impostor'

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Este libro es un Cercas de libro. Pero lo ha escrito Fernando Sánchez Dragó, el amigo de Soseki, el que inventó el invento, el oráculo de Occidente, el presentador con más horas de lectura de Telemadrid, el campeón Guinness en conferencias y ponencias dictadas en universidades, ateneos y centros culturales (más de 150). Lo ha titulado La canción de Roldán (Planeta) y lo ha incluido en la categoría de “Novela de No Ficción” -ese cajón de sastre en el que el autor tiene bula para colorear hechos reales-, copiando Anatomía de un instante (Literatura Random House), el experimento con mejor resultado de Javier Cercas. Pero a Dragó le ha salido un El impostor (Literatura Random House), la versión mala de aquélla.

Es que “está en el aire”

A lo largo del libro, el autor insiste en reencarnarse en Truman Capote, en A sangre fría. Juega con recursos periodísticos y narrativos, para contar en 600 páginas lo que ya sabíamos del Guardia Civil Luis Roldán: “Vaya sólo por delante, para no defraudar las expectativas del lector, que éste no encontrará aquí ninguna revelación aparatosa sobre los secretos, la trastienda o la letra menuda y enigmática de los escándalos de corrupción en cuyo fuego graneado tuvo lógica cabida el de Luis Roldán, ni sobre la estrategia, pillería y miserias de las personas que intervinieron en ellos”.

La historia de Roldán está más que amortizada en todos los periódicos como para no añadir nada. Tampoco la actualidad ha favorecido el retrato amable de Dragó: hablar hoy de cloacas que no sean las del Comisario Villarejo es disparar al aire con balas de perfume barato.

placeholder Fernando Sánchez Dragó firmando en la Feria del Libro de Madrid. (EFE)
Fernando Sánchez Dragó firmando en la Feria del Libro de Madrid. (EFE)

¿Entonces? Entonces, nada. Es un encargo de Planeta y nada más: “Un figurón de la España corrupta está dispuesto a cantar de plano. Queremos que hables con él, que los escuches, que leas lo que te entregue, que tires de esos cabos y que…”, le escribe el editor a Dragó y él reproduce en el desarrollo de “la trama” para aclarar el origen. Lo mejor del libro es la portada.

Es una novela “que no es de ficción”, “en la que recurriré, para llenar huecos y anudar cabos, a la fabulación”. Dale. Y para hacerlo se inspirará en Emmanuel Carrére, Dostoyevski, Antonio Muñoz Molina y Javier Cercas, al que lleva en su maleta mientras viaja por ahí. En un momento dado, incluye cita de Anatomía de un instante que justificar la firma del encargo: “No hay novelista que no haya experimentado alguna vez la sensación presuntuosa de que la realidad le está reclamando una novela, de que no es él quien busca una novela, sino una novela quien lo está buscando a él”.

Sin embargo, en la entrevista de promoción de la editorial aclara a los mal pensados que empezó a escribir La canción de Roldán hace casi tres años y “la entregué al editor antes de que esos libros aparecieran”. Se refiere a El impostor y a Como la sombra que se va (Seix Barral), de Muñoz Molina. “Son actitudes y planteamientos literarios propios de nuestra época. Están en el aire”. Ya saben...

Escúchame: Egoficción

Dragó y Cercas eligen dos personajes reales para montar una investigación superficial, que narcotiza sin llegar a ninguna conclusión y devanea por el mito ansiolítico del creador. “¿De verdad quiero y puedo escribirla?”. “¿Qué diablos pinto allí? ¿Por qué diablos me dispongo a hacer algo que nunca he hecho, que quizá –por motivos ajenos a la literatura- no debería hacerse y para lo que ni siquiera me siento capacitado?”.

A un autor monocorde, que nunca ha escrito sobre terceras personas no se le iba a dar mal confundir una vida al límite con las chorradas de quien termina explicando que pensó en suicidarse, porque no sabía cómo resolver el puzle del encargo, después de 39 libros y a sus 75 años. Que se sentía “derrotado como escritor”, dice. Si eso es lo que quieres, ahí va: te adoramos, Fer. ¡Torero!

placeholder Boadella, Dragó y el sueño taurino. (EFE)
Boadella, Dragó y el sueño taurino. (EFE)

Como los bolsos de la manta, las imitaciones de la no ficción se deshacen entre las manos. El motivo literario se encuentra en engendros que la actualidad devora y regurgita, hasta dejarlos en chascarrillos. Luis Roldán y Enric Marco revividos como zombies sodomizados por un ejercicio de ensimismamiento bochornoso. “¿Para qué molestarse en inventar personajes que ya existen en la realidad?”, grita la contraportada sin pudor a desvelar la molicie del autor.

Todos culpables

Ambos libros coinciden en el desaliento. No hay salida, así que asumid que no se le va a dar la vuelta a esto. España es así, España es diferente, porque todos somos unos chorizos, todos impostores, todos culpables, todos corruptos, extorsionadores, delincuentes, criminales. Es lo que hay y cualquier cambio será a peor. Olvidaos, es imposible.

Roldán, la excusa: “No es un retrato de un hombre, sino de un país, de una época, de un modelo de sociedad, de un sistema político y económico… Roldán sería sólo un espejo y un reflejo del país en el que medró, robó y padeció relativamente injusta, por abusiva, persecución: el de Suárez, el de González, el de Aznar, el de hoy. Un país enfermo, un país devastado por la codicia y la hipocresía, un país en el que la corrupción es norma de curso legal e ilegal”.

Para Dragó y Cercas, Roldán y Marco no son excepciones, son lo común y no hay remedio. No sirve de nada correr en contra, tratar de desmontarlo para volver a montarlo y apartar a la mugre para construir un país nuevo. Entregaos a la autocompasión: la comunidad no construye, la comunidad apesta. la literatura de la culpabilidad sin remedio.

Roldán también llora

Dragó ha leído los diarios de Roldán, mientras estuvo en aislamiento durante diez años. El 14 de noviembre de 1996, el reo apunta en su diario: “Lo mismo que ayer, que anteayer y que mañana. Estudio algo de filosofía con poco aprovechamiento y escasa concentración. Se acerca otra vez la Navidad. ¿Tan pronto? Estoy llorando. Las lágrimas llegaron de repente, sin saber por qué. ¿Hasta cuándo durará esto? ¿Cómo terminará? ¿Volveré a tener una vida normal lejos de aquí? No creo que me quede cuerda para resistir hasta entonces”.

Es la crónica de un arrepentimiento sacro-laico: Luis Roldán, “el chivo expiatorio del felipismo”, ve la luz leyendo a Hegel y Aristóteles y con las visitas de un jesuita. La resurrección moral le hace recuperar su fe en dios –así, al tiempo- que perdió de niño. Es innegable que Dragó sabe colorear de maravilla con la carnaza literaria el camino de una redención ejemplar. “Amigo Luis”, todo perdonado. No llores, eres una víctima de los malos. No has sido tú, hemos sido nosotros: “Los crímenes, en un país como España, no cesarán por mucho que persigamos a sus culpables”.

Este libro es un Cercas de libro. Pero lo ha escrito Fernando Sánchez Dragó, el amigo de Soseki, el que inventó el invento, el oráculo de Occidente, el presentador con más horas de lectura de Telemadrid, el campeón Guinness en conferencias y ponencias dictadas en universidades, ateneos y centros culturales (más de 150). Lo ha titulado La canción de Roldán (Planeta) y lo ha incluido en la categoría de “Novela de No Ficción” -ese cajón de sastre en el que el autor tiene bula para colorear hechos reales-, copiando Anatomía de un instante (Literatura Random House), el experimento con mejor resultado de Javier Cercas. Pero a Dragó le ha salido un El impostor (Literatura Random House), la versión mala de aquélla.

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