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Pero ¿hubo alguna vez una literatura gay?
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Alberto Olmos

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Pero ¿hubo alguna vez una literatura gay?

Rafael Chirbes o el puertorriqueño Luis Negrón han ampliado este año la bibliografía homosexual, aunque no queda claro cuándo una obra literaria puede ser definida como gay

Foto: Truman Capote en su juventud
Truman Capote en su juventud

Gore Vidal propuso durante toda su vida la teoría de que no había hombres ni mujeres homosexuales, sino solamente "actos homosexuales". Me da que nadie le entendió muy bien. Sin embargo, a lo mejor tampoco existe una literatura gay, sino solamente protagonistas de ficción que son gays. De este modo,
"literatura gay" tendría el mismo crédito dentro de la teoría y crítica literarias que "literatura farmacéutica", porque también hay unos cuantos protagonistas de la narrativa universal que son boticarios.

En la entrada de la Wikipedia dedicada a la Literatura homosexual en España, aparte de un alegre 'outing' quizá excesivamente promocional de buena parte de los escritores nacionales vivos, se define como "literatura gay" aquella que "trata explícita y principalmente sobre (sic) personajes y asuntos homosexuales". Esta definición se me antoja falsa o torticera o poco honesta, pues lo que en verdad encontramos en cualquier listado, antología o recuento de narrativa gay es, sobre todo y "principalmente" escritores que son gays, de modo que ser homosexual es, a todos los efectos, la condición 'sine qua non' para poder escribir narrativa homosexual, algo tan rebuscado como que medir menos de 1,70 te legitimara en exclusiva para escribir cuentos.

Poderes terrenales

Tomemos el caso de Anthony Burgess, por ejemplo. Católico libidinoso, conocido por ser el autor de la 'La naranja mecánica' y por ser desahuciado por sus médicos y, luego, no morir hasta una edad muy avanzada, amén de contarse entre los mayores especialistas en Shakespeare y Joyce, escribió un novelón fascinante titulado 'Poderes terrenales', que casi nadie ha leído. Se trata de una de las mejores novelas -si no la mejor- sobre el descubrimiento y gestión social de la propia homosexualidad. En las numerosas listas de "literatura gay" que suelen aparecer alrededor del día del Orgullo, nunca es mencionado. El motivo no puede ser otro que el hecho de que Burgess no fuera gay.

Una novela gay puede no contar para la sedicente literatura gay; pero un escritor gay, tampoco

'Poderes terrenales' estaba protagonizada por un escritor homosexual, y el modelo del mismo fue Somerset Maugham, en cuya extensa y exitosa producción ('El filo de la navaja', 'Servidumbre humana') el asunto homoerótico apenas aparecía. Por ello, tampoco figura nunca entre lo que se denomina "literatura gay". De modo que una novela gay puede no contar para la sedicente literatura gay; pero un escritor gay, tampoco.

Orígenes y normalización

En 'Contra Sainte-Beuve', libro póstumo de Marcel Proust que fue escrito entre los años 1908 y 1909, el autor francés detallaba algunos de sus proyectos: "un estudio sobre la nobleza", "una novela parisina"... "un ensayo sobre la homosexualidad (difícil de publicar)". Esta dificultad para hacer circular narrativa de temática gay se dio a lo largo de todo el siglo XX en cualquier país del mundo.

Muchos estudiosos coinciden en señalar la obra 'Eskal-Vigor', del escritor belga Georges Eekhoud, como la primera novela homosexual publicada fuera de la marginalidad. La novela es de 1899.

Mientras Vidal o Capote se pavoneaban y exhibían alegremente sus gustos sexuales, al homosexual raso la policía le abría la cabeza con una porra

En el camino hasta hoy quedan las obras, muchas veces publicadas en circunstancias sumamente adversas, de Jean Genet, Reinaldo Arenas o Truman Capote. Como la homosexualidad estaba perseguida, a la narrativa que le daba visibilidad se la consideraba cómplice de una desviación perniciosa para la sociedad, y por tanto también se la perseguía.

Sin embargo, los escritores homosexuales de éxito acabaron logrando una aceptación que al resto de homosexuales no le llegaría hasta prácticamente los años 90. En el documental 'La rebelión de Stonewall', emitido el pasado viernes por RTVE, uno de los testigos de la redada del Stonewall señala con agudeza el clasismo de la ciudad de Nueva York respecto a esta cuestión, pues mientras Gore Vidal o Truman Capote se pavoneaban y exhibían alegremente sus gustos sexuales, al homosexual raso la policía le abría la cabeza con una porra.

Años 90

Todo acabó en los años 90. Resulta significativo que en aquella década casi cualquier periódico de España tuvieran en nómina a un columnista gay que, mayormente, se ocupaba de señalar la injusticias que sufría este colectivo (recuerdo la labor incansable en este sentido de Leopoldo Alas). Entonces se celebraba la apertura de librerías cuyos fondos eran exclusivamente de temática LGTB, se armaban festivales especializados y hasta se inauguraban colecciones o incluso editoriales de "literatura gay".

Quizá fue una moda, quizá un movimiento cultural necesario pero condenado, por su propio empeño en el éxito, a desaparecer

Quizá fue una moda, quizá un movimiento cultural necesario pero condenado, por su propio empeño en el éxito, a desaparecer. Lo cierto es que hoy en día una novela como 'París-Austerlizt', de Rafael Chirbes, pasa sin pena ni gloria por nuestras librerías -incluso ha notado uno cierta incomodidad en los lectores del Chirbes más comprometido y viril-, cuando algo así, que un preboste de las letras se destapara como experimentado en relaciones homosexuales después de una trayectoria sobria y cívica hasta lo institucional, hubiera generado un enorme revuelo a finales del siglo pasado, y adhesiones y aplausos.

La cosas han cambiado bastante para el colectivo gay. En el prólogo de 'Mundo cruel' (Malpaso), un libro de relatos festivos y banales del puertorriqueño Luis Negrón que acaba de publicarse en España, se citan unas palabras enormemente insolventes de Manuel Puig, el gran escritor argentino: "El sexo carece de sentido moral". Basta enfrentar esa afirmación con aquella otra de Max Frich que dice: "Los cuerpos son honrados" para entender que se trata justamente de lo contrario

Gore Vidal propuso durante toda su vida la teoría de que no había hombres ni mujeres homosexuales, sino solamente "actos homosexuales". Me da que nadie le entendió muy bien. Sin embargo, a lo mejor tampoco existe una literatura gay, sino solamente protagonistas de ficción que son gays. De este modo,
"literatura gay" tendría el mismo crédito dentro de la teoría y crítica literarias que "literatura farmacéutica", porque también hay unos cuantos protagonistas de la narrativa universal que son boticarios.

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