Bolt, el salvador del atletismo

Era la madrugada del 1 de junio de 2008 y yo andaba navegando cifras y letras NBA preparando las finales de aquel año. Más o menos las dos de la madrugada. Sonó la señal qe tanto tememos, que tanto nos mantiene despiertos... Un atleta jamaicano especialista en 200, Usain Bolt, récord del mundo de 100 metros en las pruebas que se estaban celebrando en el Icahn Stadium de Nueva York. La marca, 9.72.

Luego supimos que era sólo su quinta carrera de cien metros, que medía 1.95, por tanto zangolotinamente "poco acomodado a mover rápido las extremidades inferiores" (mentira, supimos luego a costa de nuestros prejuicios) y... Demonios, ha hecho 9.72, quedan tres meses para Pekin 2008...

Bolt y su entrenador, Glen Mills, tenían los mismos prejuicios y pensaban que era mejor que corriese 200 metros, pero los resultados estaban ahí. Bolt estaba en nueve siete, amenazando nueve seis. Increible.

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G. Cabeza

Pekin, 100 metros y Bolt hace 9.69, pero se deja ir en los últimos metros haciendo gestos de victoria. Su entrenador dice que si hubiese mantenido la velocidad de los primeros sesenta metros, hubiera hecho 9.52, pero todos sabemos que a partir de los 80 metros los atletas entran en pérdida... Un momento, Usain si no quiere, no entra en pérdida tan rápidamente como los demás.

Gana el 200, gana el relevo junto con sus compañeros jamaicanos.

La polémica de su límite, de su umbral de rendimiento, explota virulentamente, viralmente y llega hasta nuestros días. Bolt, potencialmente, entrenando hasta la extenuación como enseñan los padres espirituales de este deporte, puede bajar de nueve cuatro, dicen algunos en ese año 2008

Año 2009, Bolt ha progresado aunque no ha trabajado a muerte como dice la Biblia no escrita de los padres espirituales del atletismo, Cerutti, Lydiard, etc. Y llega a Berlín, remozado Estadio Olímpico testigo de tantas cosas, NIQUELADO.

Bolt, 9.58 en 100 y 19.19 en 200, sus mejores marcas de siempre.

A partir de ese momento, Usain Bolt se ha dedicado a cuidar su patrimonio, que son sus marcas. Entrenamiento el justo, marketing agresivo y de primer nivel, plan de acción coordinado perfectamente con su casa comercial de ropa deportiva y zapatillas.

¿Cúal era el límite de Bolt en 100 y 200?

Nunca lo sabremos, pero podemos especular. Bolt en Berlín 2009 tenía 23 años. Cinco años mínimo de progreso, con el entrenamiento necesario, yo creo que le hubieran llevado a nueve tres. A NUEVE TRES, mejorando el proceso de salida, analizando el tiempo que tarda en ponerse en velocidad de crucero, el mantenimiento de esa velocidad, para luego minimizar la entrada en pérdida, siendo un atleta que como he dicho antes, entra en pérdida mucho más lento que el resto, como si fuese hijo espiritual de Valery Borzov, el gran sprinter soviético de los setenta. En 200, bajar de 19 hubiese sido fácil. Dejémoslo en 18.97; pongo la cifra para que destaque su absoluta fascinación.

Bolt, carismático y con reloj interno perfecto para sus intereses, mostrado en un 'timing' de ejecución ideal, para cuando llega a Londres 2012, ya sabe que no puede acercarse a las marcas de 2009, pero añade trabajo cuando ve peligro y hace 9.63 en 100 metros, una marca fuera del alcance de sus rivales, doping o no doping, dominados mentalmente a lo largo de años.

Bolt consigue vencer hasta a los rivales que se dopan para intentar ganarle.

Bolt es el atletismo en una época en la que no hay tiempo para fijarse en su falta de progreso, porque el nubarrón del doping amenaza con la aniquilación del deporte de las esencias del ser humano. El deporte que define las esencias físicas de la evolución de la especie, antes de que lleguen cyborgs y robots y acaben con nosotros.

Bolt llega a Rio 2016

Sabe y siente el terrible peso que se ha situado sobre sus hombros. Sabe que su deporte le necesita, pero tambien sabe que su año de entrenamientos y sobre todo su lesión a un mes de los Juegos Olímpicos, no le sitúan más allá de nueve siete. La pista, no sabe como es. Luego todos hemos visto que es ultrarápida y alguien explicará como se ha construido.

Bolt, con el peso de la púrpura, añadido al peso de la credibilidad de su deporte, las esperanzas de los patrocinadores propios y de los Juegos, el Comité Olímpico Internacional...

Bolt sabiendo que como no se dosifique cuidadosamente se puede romper... Usain Bolt es un gigante en la gestión de la presión, en como maneja a sus rivales, obligándoles a someterse para ni siquiera intentar hacer nueve siete...

Usain Bolt tiene todo preparado, su cuerpo como cuerda de violín al límite de lo que ahora puede dar. Su carisma atrayendo con el asombro de lo insuperable... Pero los ancestros del atletismo de esta especie cazadora que llamamos ser humano, homo sapiens, le tienen preparada una variación en la evolución.

Se llama Van Niekerk, es sudafricano, su entrenadora tiene 74 años y se repite el modelo que pusieron en marcha Cerutti y Herb Elliott.

Van Niekerk llega a Río en el más absoluto y placentero anonimato. Pasa eliminatorias, llega a la final. Va a correr, que los demás se pierdan en especulaciones. Ya en carrera, durante los primeros doscientos metros, los comentarisas siguen parloteando sobre Merritt y Kirani James... Es más, en la entrada del cien, los comentaristas siguen parloteando sobre Merritt-Kirani, PORQUE NO MIRAN LAS CALLES EXTERIORES, POR DONDE CORRE VAN NIEKERK, QUE HA VENIDO A CORRER, NO A ESPECULAR.

Van Niekerk, 43.03 record del mundo de 400 metros lisos, a una media de 10.76 cada cien metros. Se estremece hasta la sima de los huesos de Atapuerca, Juan Luis. Esta especie aún conquista límites, se reivindica, SOMOS.

Bolt ve la marca y pasa del asombro al análisis.

Gana y surge la foto del dominio absoluto sobre los demás.

Pero no sobre el aliento de la superación.

Usain Bolt es el mejor velocista de la historia. Hasta ahora. ¿Dará la especie humana otro mejor?

SIN DUDA.