Es noticia
La verdadera aventura en África comienza cuando Montoro te abandona
  1. Deportes
  2. 'Cruzar África en moto'
Fran Pardo

'Cruzar África en moto'

Por

La verdadera aventura en África comienza cuando Montoro te abandona

La aventura que comenzó hace tres semanas en Comillas ahora transcurre entre Saint Louis (Senegal) y Banjul (Gambia), donde yacerá la actual moto de Fran

Foto:

Viniendo de Mauritania, dormir en Senegal marca la diferencia. Estamos en África negra y todo es diferente al paisaje anteriormente visto –de Comillas a Saint-Louis-. Después de tragar polvo durante ocho horas –sarna con gusto no pica- llegamos al cartel de ‘Welcome To Gambia’, mi casa, donde tenía previsto darme un homenaje en forma de cena de aúpa. Pero en África hacer planes es algo absurdo. Soy Fran Pardo y continúo siendo un perdedor.

Al llegar a la frontera nos comunican que cierra a las ocho de la tarde, ¡y nosotros con estos pelos! Primeras noticias para mí, que llevo 5 años haciendo este recorrido en 4x4. Alucinante. La solución para pasar al otro lado estaba clara: “¿Y cómo podemos solucionar esto, brother?” Y, entonces, el policía de la aduana me cuenta cómo está su familia, las necesidades que tiene… y el ‘peaje’ que debo abonar para no dormir con mi amigo Montoro –que no tenía muy buena cara- en la frontera.

Abonamos la pasta y carretera y manta hacia Barra, localidad desde el que se coge el ferry para cruzar el impresionante delta del río que lleva el nombre del país, The Gambia River. Como me decía un amigo español en Gambia, “en África, si algo puede salir mal, va a salir peor” y cuando llegamos al puerto a las 20:30 horas nos comunicaron que el último barco acababa de salir. Nos quedamos con la miel en los labios de una suculenta cena y una noche durmiendo en mi casa de Banjul. Nos debimos conformar con comer un tapalapa bañado en mayonesa (para evitar el efecto polvorón), con una patata y huevo cocido -bien picadito dentro del pan-. Y después de nuestra gran cena: acampada en la orilla del mencionado río Gambia. En definitiva, como habíamos planeado todo pero al revés. Siempre te queda el consuelo de que podía haber salido peor…

Un día esperando coger un barco por no repartir billetes

Llegan las seis de la mañana y los autóctonos empiezan a merodear por las tiendas de campaña. No nos dejan dormir, así que arriba y a ver como se da el día para cruzar a Banjul. “Y nos dieron las 10 y las 11, las 12 y la 1 y las 2 y las 3….”. Y todo porque –sobre todo Montoro- estábamos cansados de tanto mamoneo y no quisimos soltar más panoja para continuar el camino. Dos sobornos consecutivos nos parecieron excesivos (ya saben, los recortes sólo admiten uno cada tres días). No nos dejaban pasar dándonos estúpidas excusas mientras veíamos cómo por allí se colaba hasta el apuntador. Al final del día, y con cierto retintín, nos invitaron a subir en el último ferry. 24 horas después de lo previsto llegamos a casa y nos dimos la gran ducha. De esas que recordarás… hasta que vuelvas a ducharte.

Ya en Banjul tracé con algo de tranquilidad un plan para mi ‘herida’ Lydia, mi moto que cada 60 kilómetros necesitaba aceite para rodar. Debí realizar una operación a corazón abierto en un taller local -lo más parecido al box de Honda en el mundial- y me dicen que no hay bolsas para la transfusión… Dicho de otro modo, que ni en Gambia ni en Senegal se pueden comprar segmentos para el pistón. Y de estas cosas que ocurren en África, se acerca un inglés por el ‘box’ y me dice que consigue los segmentos en una semana. Lamentablemente para el english man in Banjul no puedo esperar tanto, la visa de Angola caduca el día 9 de mayo y es mi fecha límite para llegar.

Montoro tiene la solución, la triste solución, en este caso. Un par de días antes me comunica que no me aguanta más y que se vuelve para España, de tal modo que el puzle encaja continuando mi viaje a bordo de su Yamaha XT del año 92. Apenado por abandonar a Lydia I, con Lydia II comenzará otra historia. Y la empiezo a customizar con unos artistas del pincel para que patrocinadores como El Confidencial no noten la diferencia… Ejem, físicamente, la moto ya no puede estar más africanizada. Ahora, a ver si aguanta hasta Ciudad del Cabo como haría cualquier africano.

Me despido de Montoro, sin lágrimas, para que nos vamos a engañar, ¡y a los 500 metros se para! Era la gasolina. Qué susto me llevé. Sigo sin aprender.

Para mí, Comillas – Banjul era una de las tres fases del viaje, el sencillo por lo familiar que me resultaba todo. Ahora, desde Gambia, comienzo la segunda y más dura. Llevo un día con sensaciones extrañas, diferentes a las que he tenido en estas dos semanas. Ya acumulo un poco de experiencia en la moto y esto me va hacer disfrutarla más, pero mañana cojo rumbo a lo desconocido, a la aventura que de verdad, a la que más deseo, ‘hacia verdaderas rutas salvajes’.

Vamos para allá.

Viniendo de Mauritania, dormir en Senegal marca la diferencia. Estamos en África negra y todo es diferente al paisaje anteriormente visto –de Comillas a Saint-Louis-. Después de tragar polvo durante ocho horas –sarna con gusto no pica- llegamos al cartel de ‘Welcome To Gambia’, mi casa, donde tenía previsto darme un homenaje en forma de cena de aúpa. Pero en África hacer planes es algo absurdo. Soy Fran Pardo y continúo siendo un perdedor.

Noticias de África
El redactor recomienda