Es noticia
Los ingleses no quieren ver a los soldados en las gradas
  1. Deportes
  2. El Palco Olímpico
José Félix Díaz

El Palco Olímpico

Por
José Félix Díaz

Los ingleses no quieren ver a los soldados en las gradas

Los periódicos ingleses empiezan a repartir algo. Poco pero lo hacen porque el ciudadano de a pie está indignado, tanto que el Gobierno ha decidido intervenir

Foto: Los ingleses no quieren ver a los soldados en las gradas
Los ingleses no quieren ver a los soldados en las gradas

Los periódicos ingleses empiezan a repartir algo. Poco pero lo hacen porque el ciudadano de a pie está indignado, tanto que el Gobierno ha decidido intervenir y exigir al Comité Olímpico Internacional que saque a la venta esas entradas que ha negado durante todo el año. A los ingleses les está indignando eso de ver gradas vacías, llenas de voluntarios o a muchos de esos soldados (12.000 arriba o abajo) que se encargan de la seguridad del evento. Cameron ha preguntado por el destino de esas entradas, el motivo por el que no están ocupadas todas las gradas cuando se ha insistido una y otra vez que no había localidad alguna, que estaban agotadas.

Lo cierto es que los patrocinadores son los que están siendo señalados como culpables de esos espacios en blanco que se ven en todas las pruebas, empezando, incluso, por la natación, eje principal de la primera fase de los Juegos. Su aportación económica lleva consigo la asignación de entradas que se está demostrando que en muchas ocasiones no son utilizadas. Es más, muchos de los afortunados que reciben el regalo por parte de Coca-Cola, Omega, Panasonic, Visa o cualquiera de las otras marcas que dan soporte a los Juegos aprovechan el viaje para hacer… turismo o para acudir puntualmente a alguna prueba concreta. Lo curioso es el alto índice de ocupación del voley-playa. Su emplazamiento en el centro de Londres, las animadoras, lo espectacular del juego y el picante del uniforme de las jugadoras, les lleva a ser de los deportes con más ocupación.

El cambio de un deporte a otro, hablo dentro del Parque Olímpico, olvidándonos de los muchos deportes que están fuera, supone un paseo de mínimo de 20 minutos. Durante ese caminar buscando la siguiente instalación a visitar, te encuentras a miles de personas tiradas por cualquier sitio o paseando de un lado a otro. En teoría todo aquel que entra en el Parque Olímpico o bien está acreditado o tiene entrada, lo que todavía hace más complicado de entender tanto hueco en las gradas. Sucede lo mismo en el ExCel, la otra gran zona de competición y en la que los pasillos están abarrotados de gente.

Ya hemos hablado de los transportes, de las distancias que hay entre el centro de Londres y el recinto que sirve de eje de los Juegos. Uno va de una estación a otra de metro o de tren como un autómata. Lo del bus, mejor olvidarlo porque el carril olímpico no te asegura la libre circulación así que el metro es la mejor solución. Hasta ayer, todo perfecto, pero el problema llega cuando uno se cree que ha nacido en Londres. Primer metro, perfecto, segundo, también. El cambio de tren ya no me gustó mucho, menos aún cuando me metí en el vagón y vi caras que no denotaban pasión olímpica. Es más, apostaría porque a esa horas, ocho de la mañana, iban a trabajar y los Juegos no estaban en sus pensamientos. Cinco minutos después salí de dudas. Tren equivocado. Cambio de línea después de que los amables voluntarios te señalan hasta por dónde tienes que pisar.

Los periódicos ingleses empiezan a repartir algo. Poco pero lo hacen porque el ciudadano de a pie está indignado, tanto que el Gobierno ha decidido intervenir y exigir al Comité Olímpico Internacional que saque a la venta esas entradas que ha negado durante todo el año. A los ingleses les está indignando eso de ver gradas vacías, llenas de voluntarios o a muchos de esos soldados (12.000 arriba o abajo) que se encargan de la seguridad del evento. Cameron ha preguntado por el destino de esas entradas, el motivo por el que no están ocupadas todas las gradas cuando se ha insistido una y otra vez que no había localidad alguna, que estaban agotadas.