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Mourinho cumple el pacto pero manda a Pepe para que critique a los jugadores del Barcelona
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José Félix Díaz

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Mourinho cumple el pacto pero manda a Pepe para que critique a los jugadores del Barcelona

José Mourinho no es el de temporadas anteriores. Ha rebajado su discurso. Tal y como hemos contado en este periódico, las dos semanas de Florentino Pérez

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Mourinho cumple el pacto pero manda a Pepe para que critique a los jugadores del Barcelona

José Mourinho no es el de temporadas anteriores. Ha rebajado su discurso. Tal y como hemos contado en este periódico, las dos semanas de Florentino Pérez en Los Ángeles del pasado verano sirvieron para que presidente y entrenador se conocieran mejor y para que, como el propio máximo mandatario blanco reconoció, que Mou conociera y se diera cuenta de lo que es y lo que significa el Real Madrid. De esos quince días salió un pacto no escrito por el cual el portugués se comprometía a ceder, a dar un paso atrás, a morderse la lengua en determinadas situaciones. Le hicieron ver que el Real Madrid no estaba acostumbrado, históricamente, a ocupar espacio en las páginas de sucesos, que su sitio eran las deportivas, las que hablaban de los éxitos o fracasos del equipo. Para ello debería renunciar a hablar de los árbitros, de la Federación, de UEFA, con los periodistas… y el técnico aceptó de buen grado, aunque lo que peor lleva es lo último. No quiere filtraciones. No las soporta y enfurece cuando ve publicados los entrenamientos o lo que sucede en el vestuario.

La prueba de fuego para comprobar que el cambio de panorama se había consolidado era el primer enfrentamiento liguero ante el Barcelona y más si llegaba rodeado de cierta polémica. Dicho y hecho. Mourinho fue prudente en la rueda de Prensa anterior al partido, mientras que en la posterior lanzó un leve mensaje arbitral. Nada comparado con el pasado, tal y como nos tenía acostumbrados con todo tipo de descargas. Cumplió su papel al decir que el club no quería guerras y que por ese motivo declinaba decir nada sobre las decisiones arbitrales, más allá de señalar un fallo puntual.

La sorpresa llegó cuando el mensaje que todo el mundo esperaba encontrar en el técnico aparece por boca de Pepe, uno de sus muchachos, uno de sus protegidos dentro de la plantilla blanca. Y es que Mourinho eligió a Pepe para lanzar una nueva ofensiva en contra del Barcelona y la supuesta teatralidad de alguno de sus jugadores. Señaló a Iniesta por la jugada del supuesto penalti y por los ‘revolcones que se dio’ tal y como dijo el portugués. El técnico no rompía el pacto al ser uno de sus jugadores el que cuestionaba el comportamiento de los azulgrana. Jugada perfecta.

Y es que Pepe se ha convertido en el hombre para todo de Mourinho. En su día pidió la renovación del contrato del central y la verdad es que dio la cara cuando hasta la propia directiva pidió a Florentino Pérez que pusiera en venta al defensa. Pepe sabe que se la debe al técnico y por eso está dispuesto a partirse y que le partan la cara con tal de salvar al entrenador. Ante el Deportivo le dedicó un gol y frente al Barcelona una notable actuación sobre el terreno de juego y un sobresaliente discurso ante los medios de comunicación en contra de la actitud de los jugadores del Barcelona. Deber cumplido.

José Mourinho no es el de temporadas anteriores. Ha rebajado su discurso. Tal y como hemos contado en este periódico, las dos semanas de Florentino Pérez en Los Ángeles del pasado verano sirvieron para que presidente y entrenador se conocieran mejor y para que, como el propio máximo mandatario blanco reconoció, que Mou conociera y se diera cuenta de lo que es y lo que significa el Real Madrid. De esos quince días salió un pacto no escrito por el cual el portugués se comprometía a ceder, a dar un paso atrás, a morderse la lengua en determinadas situaciones. Le hicieron ver que el Real Madrid no estaba acostumbrado, históricamente, a ocupar espacio en las páginas de sucesos, que su sitio eran las deportivas, las que hablaban de los éxitos o fracasos del equipo. Para ello debería renunciar a hablar de los árbitros, de la Federación, de UEFA, con los periodistas… y el técnico aceptó de buen grado, aunque lo que peor lleva es lo último. No quiere filtraciones. No las soporta y enfurece cuando ve publicados los entrenamientos o lo que sucede en el vestuario.

José Mourinho Pepe Domingo Castaño