Es noticia
Las amistades peligrosas de Laclos y el plato frío que se sirve en Ucrania
  1. Deportes
  2. Es lo que hay
Antonio Sanz

Es lo que hay

Por

Las amistades peligrosas de Laclos y el plato frío que se sirve en Ucrania

Una novela del francés Pierre de Laclos en el siglo XVIII ha servido para apuntalar que debemos subrayar dos vocablos en el libro de cabecera de

Foto: Las amistades peligrosas de Laclos y el plato frío que se sirve en Ucrania
Las amistades peligrosas de Laclos y el plato frío que se sirve en Ucrania

Una novela del francés Pierre de Laclos en el siglo XVIII ha servido para apuntalar que debemos subrayar dos vocablos en el libro de cabecera de quienes no rematan una ofensa a tiempo. Quizá paciencia y memoria es la solución a lo que transita entre aquella cruel derrota en Alemania y el enfrentamiento que nos sucede en la Eurocopa ahora de Ucrania. Mientras el ánimo en ese Mundial nos sublevó y nos metió en los cruces espantando a todos, hoy una oportunista vocería irreverente nos proporciona un equilibrio inocente de riesgo. Son los que no paran de recordar a Luis Aragonés, que sólo consiguen enmierdar a esta rocosa Selección. Son los periodistas de cámara que en una sempiterna, malévola, estéril, frágil y patosa defensa palmera del seleccionador campeón del mundo se empeñan en dividir a una España que nunca ha dudado de Del Bosque, pero que debate sobre el fútbol que nos propone Del Bosque. Es una inútil defensa frente a un juicio sin fiscales.

Pues un poco de Luis para quienes utilizan el doble discurso. Porque, dicen los pelotas influyentes, que no se debe hablar mal de Vicente, mientras eran los mismos que vestían la camiseta del cambio cuando dudaron, faltaron y hasta insultaron a quien inventó el modelo. Por eso Xavi reconoce que Luis puede decir lo que quiera. Y Casillas se siente más fuerte gracias a quien le otorgó los galones del ‘1’, tras arrinconar al ‘7’ con el quórum de la compañía del vestuario. Antes, aquella Roja, así bautizó Aragonés a la Selección, y así repetimos hoy en sintonía,  pisó firme ante Ucrania, Túnez y Arabia Saudí en Alemania. El cruce nos midió a una corriente de jugadores prácticamente ‘desconocidos’: Zidane, Ribéry, Malouda, Henry, Vieira, Makelele, Abidal, Gallas, Barthez, Thuram… No eran nadie. Presentamos a aquel equipo como un zapato viejo frente a una apisonadora llamada España. La reflexión mediática nos estalló y nos metió en un callejón del que no estábamos preparados para salir. Hannover respiró tanto optimismo, yo estuve allí, que enfilábamos cuartos sin el peaje de octavos. Nuestro once se adelantó en el marcador, aunque sufrió la inocencia del resultado. En dos acciones puntuales se nos escapó el partido. Luis, en caballero de la triste figura, resumió ante el grupo que “el fútbol son momentos y si tú no los manejas, pierdes”. La experiencia provocó que los galos se movieran mejor en los tiempos del partido. Aragonés maldice que nos empataran a cinco minutos del descanso cuando se debía haber echado la llave. A siete del final, Francia se puso por delante en una acción a balón parado, cuando estábamos volcados al ataque. El caso es que debimos jugar a la contra o buscar la prórroga. El resumen es que nos volvíamos a casa sin haber hecho casi nada mal.

En la Baja Sajonia germana, al norte del país, empezamos a ganar la Eurocopa de Austria. Luis se empeñó en levantar el ánimo, ante tanto sollozo. “No lo piensen más. La cabeza debe estar arriba”. La noche se vivió en territorio local porque no hubo manera de regresar. Se rompió el silencio, al final de la cena, para brindar por el cumpleaños de Raúl. El capitán recibió un reloj, obsequio habitual de la Federación, y la gente se marchó a la habitación. No todos enfilaron el mismo camino. Pocos, con sello de veterano, zafaron la grieta de la derrota al tiempo que se otorgaron una noche de juerga. Luis no apuntó, si bien un par de meses después previo a arrancar el objetivo de Austria, convocó a todos menos a uno de los de aquella fiesta. Los recibió con calma y sin rencor. “Empezamos de nuevo chiquitos. El fútbol siempre te da oportunidad de revancha. Estáis aquí los mismos que hace un mes porque quiero saber si remamos todos en una única dirección. El barco sale hoy y vamos todos juntos. El que no quiera estar que se baje ahora”. Algún ego se tiró. No se sentía importante a la vez que provocó un pulso que perdió.

Y el fútbol nos ofrece a los españoles una segunda oportunidad para resarcirnos ante quien nos ha sacado de quicio. Francia volverá a ahogarnos y presionará sin dilación en el centro del campo. La banda de Blanc, que no termina de apostar por un criterio definido, llenará de piedras el camino del éxito. La Roja lanzará su dominio hacia un territorio que consiente jugar sin ‘9’, triunfar con ariete, recurrir a las bandas como emergencia, inventar paradas inverosímiles, ganar los partidos desde los cambios, socavar al lateral derecho, dividir a dos centrales que no son amigos, perforar al eje principal, prescindir con asiduidad de uno de los magos del rey Merlin, alumbrar a quien no termina de aparecer y que mantiene la referencia, desterrar a las ausencias, pelear por agrandar el césped o sofisticar un modelo con premio. Con este cóctel, la Roja es favorita. Francia nos distancia y se viste de cordero. Somos nuestro propio lobo. Que los nombrados a sí mismos gurús de Del Bosque no cambien la dirección de nuestra suerte. Esa tribuna que siga impresa, pero que no llegue a regar la hierba.

Una novela del francés Pierre de Laclos en el siglo XVIII ha servido para apuntalar que debemos subrayar dos vocablos en el libro de cabecera de quienes no rematan una ofensa a tiempo. Quizá paciencia y memoria es la solución a lo que transita entre aquella cruel derrota en Alemania y el enfrentamiento que nos sucede en la Eurocopa ahora de Ucrania. Mientras el ánimo en ese Mundial nos sublevó y nos metió en los cruces espantando a todos, hoy una oportunista vocería irreverente nos proporciona un equilibrio inocente de riesgo. Son los que no paran de recordar a Luis Aragonés, que sólo consiguen enmierdar a esta rocosa Selección. Son los periodistas de cámara que en una sempiterna, malévola, estéril, frágil y patosa defensa palmera del seleccionador campeón del mundo se empeñan en dividir a una España que nunca ha dudado de Del Bosque, pero que debate sobre el fútbol que nos propone Del Bosque. Es una inútil defensa frente a un juicio sin fiscales.

Ucrania