Real Madrid y Barça reculan con Modric y Javi Martínez: la crisis les obliga a medir el gasto

La enfermedad de Eric Abidal obligó al FCB a sacar ficha con voracidad. Más celeridad se dieron cuando el progreso de Jordi Alba con 'La Roja' inclinó más la curva de gasto. Con dilación cerraron un traspaso marcado por el nuevo entrenador azulgrana. No podían negarle la primera solicitud. El resto de objetivos se afrontan desde ya con una velocidad menor. Algo parecido ha sucedido en el Real Madrid. Por el momento, más humo que fuego. Si se ha sumado otro 'chico-Mendes' al Castilla por la venta de Carvajal, aunque el ancla en las salidas provoca desaceleración en las entradas.

Luka Modric es el jugador elegido por Mourinho tras tener que olvidarse de su gran deseo. Curiosamente, el mismo que también anhela el Barça. Sí, Javi Martínez es el futbolista por el que los dos clubes suspiran. Pero mientras Urrutia mantenga que o se paga la cláusula o nada que hacer, pues las dos entidades andan en lo de nada que comprar. A Florentino le repele abonar la rescisión fijada en el papel del contrato, mantiene que sólo hizo lo de Figo para alcanzar la presidencia, y a Rosell no le alcanza el combustible económico para soltar tanto dinero de una vez. Y más con la que está cayendo. Con las entidades bancarias ceñidas a un corsé de vigilancia, el dinero circula con cuenta gotas.

El Tottenham ya sufrió el pasado verano el acoso del Chelsea. Su vecino londinense apremió lo suyo, el chico solicitó el 'transfer request' -fórmula pública, no vale para nada más, que implora la petición de cambiar de club- para firmar por los 'blues', pero Daniel Levy, el dueño, se mantuvo firme: no se va si no pagan 45 millones de libras apuntó al más rico de Londres. Roman Abramovic se negó y el croata continuó en el norte de la ciudad, con quien mantiene contrato hasta junio de 2016. También apretó, también se negó a entrenar y también presionó a Redknapp, el manager que evitaba vendérselo a un enemigo. Al chico no le sirvió de nada. Ahora, la entrada en escena del Real Madrid permite a los 'Spurs' mantener abierto el negocio. Es verdad que los ingleses quieren hacer el traspaso, pero los blancos se han plantado en 30 millones de euros y hasta se arrepienten de haber llegado tan alto, por un jugador que tiene difícil entrar en el once tipo de Mourinho. La crisis económica que azota gran parte de los hogares ha hecho reflexionar al presidente y a la Junta directiva. Hace una semana que no hay contactos. Hace unos días que dejaron todo en manos del empeño del internacional croata. Con todo, ahora meditan retirarse definitivamente de la puja y esperar a la salida de Kaká o de algún otro para retomar el fichaje. Mientras, Modric aguarda con la experiencia de lo vivido hace un año. El repetido escenario le mantiene con el pulso tranquilo. Sabe que Vilas-Boas cuenta con él si se queda, lo quiso para su Chelsea, antes de fracasar.

El Athletic vive más preocupado de Fernando Llorente que de Javi Martínez. Aunque quizá el mayor dolor de cabeza con que cuenta la Junta es el comportamiento de Marcelo Bielsa y el recelo a una espantada, que de producirse situaría a Ernesto Valverde al frente y otorgaría grados de paz a más de uno en Bilbao. Con Llorente sin renovar, entrando en último año de contrato, la sombra de su marcha planea cada vez más alargada en San Mamés. En Ibaigane mantienen la esperanza de cerrar al ariete riojano, siguen a un par de millones de distancia, y mantienen la confianza en que Javi no saldrá porque nadie aflojará al contado tantos millones de euros. Ni siquiera el Bayern, el club que más ímpetu ha puesto en el fichaje. El empeño de Vilanova y de algunas de las fuerzas vivas del vestuario culé resulta insuficiente. La presión a Zubizarreta es diaria, pero la respuesta es siempre la misma. No hay nada que hacer. Los 40 millones de euros a desembolsar son excesivos para cualquier economía, también para la catalana.

Javi Martínez vive tranquilo y sin descentrarse por la tinta desabrochada en su destino. Asume el liderazgo de la selección olímpica. El brazalete hace público lo que es un hecho en el camerino. Ni Heynckes, ni Tito, ni Mourinho son su preocupación. Ahora, a las órdenes de Milla, busca un trofeo que consagre un círculo extraordinario. Porque si acumuló dos derrotas -Bucarest y Madrid- dolorosas, Kiev en la retina y Londres en el horizonte se presentan como alternativas gloriosas a la tristeza. Luego volverá a sufrir el látigo y la disciplina de Bielsa. Como a Modric, le espera un futuro dónde la crisis ha detenido en seco cualquier cambio de camiseta. Un último impulso sólo cambiará el efecto del cambio.