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¿Está obligada Ferrari a ganar siempre o es pedirle demasiado?
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Raimon Duran

Pisando pianos

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¿Está obligada Ferrari a ganar siempre o es pedirle demasiado?

La larga historia y leyenda hace suponer que los éxitos son mayores que los fracasos, pero la realidad es la opuesta. Sin embargo, a Ferrari siempre se le pedirá la victoria

Foto: Vettel, en el Gran Premio de Italia (Max Rossi/Reuters).
Vettel, en el Gran Premio de Italia (Max Rossi/Reuters).

- ¿Pero remontará Ferrari un día?
- ¿Remontar? A ver, sus pilotos están 4º y 5º en el campeonato tras los dos de Mercedes y Ricciardo, y como fabricante están en tercera posición tras Mercedes y Red Bull. O sea, no están tan mal.
- Pero no está ganando, y Ferrari es un equipo ganador, es lo que se espera de ellos.
- ¿Ah, sí? ¿Por qué, si nunca ha sido así?
- ¿?

Foto: Fernando Alonso observando a sus excompañeros en Ferrari.

Por alguna razón para muchos, Ferrari está hundida y tiene que remontar. ¿Y por qué se tiene esa sensación de que están fatal cuando hay 8 equipos que están peor que ellos? Intentaré explicarlo por medio de la percepción que he tenido de Ferrari desde que tengo uso de razón y sigo la F1, que es casi lo mismo. Aviso: es una visión basada en mi observación y contradictoria con la leyenda de Ferrari a nivel popular, al menos en lo deportivo.

La Dolce Vita y la personalidad de Ferrari

En el pasado GP de Italia vimos al presidente de Ferrari, Sergio Marchionne, echar la bronca en público… no, eso lo dejo para el final. Vayamos por partes. La primera vez que tuve conciencia del nombre Ferrari iba vinculado a coches de cantantes y actores franceses e italianos de los años 60. El ambiente que entonces se conocía como La Dolce Vita. Luego, leyendo las pocas revistas de carreras que tenía a mi disposición, me enteré de las hazañas de la marca en las 24 horas de Le Mans en los años 50 y 60. Y también de su brillante pasado en los primeros años de la F1 luchando con Maserati y Mercedes (!).

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Por un Scalextric llegado el dia de Reyes con dos 156 Squalo descubrí que Ferrari seguía en F1. Y así supe que no podía con los equipos ingleses, especialmente Lotus. Era así, Ferrari tenía buen nombre, se mantenía en el candelero pero, en las pistas, poca cosa. Su popularidad se mantenía por lo comentado de La Dolce Vita y por la personalidad de Enzo Ferrari, más carismático por su porte misterioso que por su actividad en las carreras de F1, a las que raramente asistía. Era una especie de Quijote, para quien lo importante en un coche de competición era el motor.

Sin embargo sus monoplazas eran superados sistemáticamente por los Cooper, Lotus, Brabham y McLaren, basados en el chasis. Además, en Ferrari ocurrían cosas raras, como el portazo que les dio John Surtees, único campeón del mundo con la marca entre 1962 y 1974, por sentirse menospreciado. O que un periodista fuera el director deportivo. Y así, hasta una breve bonanza entre 1975 y 1979 en el que, primero Lauda y luego Scheckter, ganaron en total tres de los cinco campeonatos. ¿Pero luego? La gran travesía del desierto... de nuevo.

Más temporadas en blanco que otra cosa

Entre 1979 y 1999, 21 años de sequia. 21 años, ahí es nada. Si a estos le añadimos los otros periodos de sequía y los prácticamente nueve años que llevamos ahora, tenemos que, aun participado en todos los años desde el inicio del Campeonato del Mundo de F1 en 1950, Ferrari ha tenido más temporadas en blanco que periodos victoriosos.

Tras el título de Scheckter en 1979 parecía que Ferrari se encaminaba a una edad de oro con dos grandes pilotos como Pironi y Villeneuve. Pero algo falló y la cosa acabó como el rosario de la aurora. Allí empezó a verse claramente que Ferrari, aun siendo un equipo con gran potencial, a menudo erraba en su gestión interna. Enfados con pilotos (una constante en la historia de la casa), cambios en la estructura organizativa, etc.

Curiosamente, y lo pienso profundamente, gran parte de la popularidad actual de Ferrari viene de esa época catastrófica. La trágica muerte de Villeneuve (y las imágenes de su accidente en TV) le aupó a leyenda. Su exhuberancia al volante quedó vinculada a una imagen épica de Ferrari, cuando la Fórmula 1 empezaba a eclosionar como deporte televisivo de masas. Paralelamente, La Dolce Vita ya no vendía, pero si la imagen del revolucionario F-40, posiblemente el coche cuyo póster ha estado en más dormitorios del mundo.

Fue Bernie quien le hizo la cama a Schumi

A la muerte de Enzo Ferrari (1988), Luca de Montezemolo tomó el timón del barco a la deriva y contrató de asesor a Niki Lauda, entonces enfrascado en su compañía aérea. En una carrera, Niki, escuchando (o sea, espiando) las conversaciones por radio de Benetton, descubrió la enorme clarividencia y capacidad de análisis de Michael Schumacher en plena conducción, y le dijo a Luca: “Contrata a éste, es la única arma que nos permitirá ganar”. Y el resto es historia. Todt, que ya estaba allí poniendo orden, dio el OK.

Michael se trajo a Ross Brawn desde Benetton y los tres juntos (no sin antes librarse de Lauda) crearon una maquinaria de ganar. Les costó mucho, tal era el desorden que había a todos los niveles. Trabajaron duro: buscaron reglamentos a medida, patentes exclusivas, trajeron personal de fuera, y cambiaron el sistema. Cuando por fin empezaron a ganar, la maquinaria era tan buena que los demás equipos no pudieron pararles durante cinco años. Una apisonadora imparable. La Edad de Oro de Ferrari.

De hecho, fue Bernie quien le hizo la cama a Schumi para parar aquel monstruo victorioso que le estaba estropeando el negocio con tanta superioridad en las pistas. Se desmembró el equipo. El orgullo italiano hizo que todo el poder y el protagonismo recayeran en personal patrio. Y llegó el cataclismo. De nuevo sequía de títulos, intrigas internas, desaprovechamiento de uno de los mejores pilotos del momento, cambios continuos de personal clave... Volvemos al drama de los años 60-70 y 80-90.

Foto: Vettel después de lograr el tercer puesto en el GP de Italia.

No basta con dar la orden y maniobrar el timón

Y llegamos a que lo iba al inicio. En el pasado GP de Italia vimos al presidente de Ferrari, Sergio Marchionne, haciendo declaraciones muy contundentes sobre el estado de Ferrari, que seguro provocaron retortijones intestinales a más de uno. La crisis desencadenada por los cuatro campeonatos consecutivos de Vettel-Red Bull y los prácticamente tres de Mercedes, está más viva que nunca. Ya se llevó por delante a Montezemolo, a Alonso, a dos directores generales y solo esta semana se ha sabido que varios ingenieros clave han dejado la compañía recientemente. Pero claro, Marchionne, como los aficionados, piensa que Ferrari tiene que ser un equipo ganador.

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¿Remontará Ferrari un día? Por los medios de los que dispone, todo hace pensar que sí. Pero hoy en día, un equipo de F1 –y más en el caso de Ferrari- es como un portaviones o un mega-petrolero, de esos de más de 300 metros de eslora. Una vez navegando, cambiarle el rumbo no es cosa fácil, no basta con dar la orden y maniobrar el timón. El navío tarda en reaccionar. Personalmente, no tengo muy claro que lo consigan en 3-4 años.

Y perdónenme por haber ido saltando por la historia, pero ¡es tan difícil centrarse cuando se habla de algo como Ferrari!

- ¿Pero remontará Ferrari un día?
- ¿Remontar? A ver, sus pilotos están 4º y 5º en el campeonato tras los dos de Mercedes y Ricciardo, y como fabricante están en tercera posición tras Mercedes y Red Bull. O sea, no están tan mal.
- Pero no está ganando, y Ferrari es un equipo ganador, es lo que se espera de ellos.
- ¿Ah, sí? ¿Por qué, si nunca ha sido así?
- ¿?

Fórmula 1 Fernando Alonso