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El círculo vicioso de Valentino Rossi y su secreto de la eterna juventud
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Juan Pedro de la Torre

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El círculo vicioso de Valentino Rossi y su secreto de la eterna juventud

Valentino Rossi, pese a que no tuviera una buena pretemporada, ha logrado ponerse líder del mundial después de tres pruebas. No es casualidad ni tampoco algo milagroso

Foto: Valentino ROssi durante unos entrenamientos del GP de Argentina. (EFE)
Valentino ROssi durante unos entrenamientos del GP de Argentina. (EFE)

Hace poco más de un mes, antes de que comenzara el Campeonato del Mundo de MotoGP en Qatar, Valentino Rossi afirmaba de forma preocupante: “Hay que intentar buscar una solución, yo no sé dónde está. En dos semanas necesitamos un milagro para dar con la forma de ir rápido. Tenemos problemas”, dijo, de forma rotunda. Cuarenta días después, es el nuevo líder del Mundial de MotoGP. ¿Un milagro? No. Un milagro es algo extraordinario, sobrenatural, que no tiene explicación, y en el mundo de las carreras hay poco espacio para cosas inexplicables. Se puede buscar el milagro y que te visite la suerte, pero no es algo que suceda por sistema, una y otra vez. Lo de Rossi no es milagroso, es mágico, que es una cosa muy diferente.

La magia de Valentino Rossi consiste en reinventarse a sí mismo una y otra vez, un año tras otro. Sinceramente, con cada nueva temporada, los periodistas llevamos años pensando lo mismo: Rossi estará delante, hará podios, ganará alguna carrera, pero luchar por un título… Eso lo dijimos cuando regresó al redil de Yamaha tras el fracaso estrepitoso vivido en Ducati. Y, efectivamente, volvió a estar delante, a subir al podio, a ganar carreras, y en 2015 estuvo a punto de ser campeón. Y el año pasado, a pesar de los pesares (caídas, averías), fue subcampeón. Y esta temporada, aunque él mismo nos vendió sus malas perspectivas, ahí está: líder por delante de Maverick Viñales y Marc Márquez.

Rossi, un trabajador incansable

No hay mucho secreto para entender por qué Rossi sigue en la cresta de la ola. Es un trabajador incansable, es ambicioso y apasionado, y no hay nada que le guste más que correr en moto. Así de simple; eso lo explica todo. Ha sido lo suficientemente inteligente para adaptarse a cada situación y evolucionar en cada nueva etapa. La evolución de una especie es el secreto de su supervivencia, y eso es lo que ha hecho Rossi, evolucionar.

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Juan Pedro de la Torre

A lo largo de su larga carrera deportiva Rossi ha superado a todas las generaciones motociclistas con las que se ha encontrado, desde las últimas estrellas de 500 –Crivillé, Biaggi, Roberts Jr-, a sus contemporáneos, aquellos que llegaron al Mundial al mismo tiempo que él, y las siguientes generaciones: la de Stoner, Pedrosa y Lorenzo, y la de Márquez y Viñales. Aunque no haya vuelto a ser campeón desde 2009, sigue con su crédito intacto, incluso tras los oscuros años de Ducati. Desde aquellos días siempre nos preguntábamos: ¿hasta cuándo seguirá Rossi en el campeonato? Y él siempre ha conseguido la motivación suficiente para seguir dos años más; y después otros dos más; y después, otros dos… ¿Qué pasará en 2018? Nadie lo sabe.

Siempre encuentra la motivación necesaria

Llega un momento en el que la competición podría volverse monótona para él. En esencia, no tienen por qué ser muy diferentes sus primeros años de MotoGP de estos últimos. No debe ser muy distinto pelear a cara de perro con Biaggi o Gibernau, que hacerlo contra Márquez o Lorenzo. Pero Rossi siempre ha encontrado la motivación necesaria. También el desafío de enfrentarse a nuevas motos, con un reglamento cambiante, siempre es atractivo.

Pero sin duda que la llegada de nuevos talentos, como Marc Márquez, le ha espoleado. Jorge Lorenzo no tuvo reparos en reconocer que la irrupción de Márquez en 2013 le sirvió de estímulo, y aunque no lo diga, con Rossi sucede lo mismo. Y no es fácil a los 'treinta y tantos' ponerse en la piel de un ambicioso piloto de veinte años. Rossi ha sido muy inteligente al comprender que necesitaba empaparse de la frescura de la adolescencia, recuperar esa picardía y ese descaro que, aparentemente, nunca se le escapó. Pero sin duda que necesitaba reciclarse mentalmente.

Con mucha inteligencia ha creado en torno suyo un grupo de trabajo formado por los jóvenes talentos de la velocidad italiana, que es lo que se conoce como la VR46 Racing Academy, y ha formado su propio equipo en el Mundial, primero en Moto3, y desde esta misma temporada también en Moto2. Rossi ha adoptado el papel que es incapaz de asumir la Federación Italiana, creando las estructuras necesarias para impulsar el motociclismo en su país, que desde 2009 no ha conseguido ganar ningún título. ¿Y quién fue el último campeón italiano en el Mundial? El propio Valentino.

Vale, principio y fin en Italia

De hecho, Rossi no dudó en dar la espalda al CIV, el campeonato italiano, y envió a su hermano Luca Marini a correr en el CEV, en el Campeonato de España, primero en Moto3, con el equipo junior de Aspar, y después en Moto2, con el Team Pons. Otros italianos, como Bagnaia o Baldasarri, hicieron lo mismo. Sin el impulso de Rossi, quizás la evidente recuperación del motociclismo italiano no habría llegado de una forma tan rápida. En cierto modo, Rossi ha activado el 'ciclo de la vida' en el motociclismo italiano, convertido en principio y fin de todo: él representa lo máximo, y al mismo tiempo resulta igualmente esencial para crear la base sobre la que cimentar la cantera motociclista italiana.

Pero nada es gratis: cada miembro de la VR46 Academy firma un contrato en el que se compromete a revertir una parte de lo invertido en él cuando firme con una escudería de MotoGP. Se trata de un porcentaje sobre su ficha, que será destinado de nuevo a la VR46 Riders Academy para seguir formando nuevos talentos.

Foto: Lorenzo felicita a Stoner en el GP de Australia de 2010. (EFE)

Rossi construyó en 2013 una instalación donde poder entrenar. Su padre, Graziano, antiguo piloto mundialista y ganador de tres Grandes Premios, había adquirido unos terrenos para construir una pista de 'drifting', pero la visión de Valentino fue más allá, dando forma al VR46 Ranch, inspirado en el mítico rancho de Kenny Roberts en Modesto (California), donde en los años ochenta y noventa se reunía el clan Roberts, eje fundamental del motociclismo norteamericano durante dos décadas. El VR46 Ranch es un espacio donde los pilotos se expresan libremente, sin complejos ni presiones. Y sin periodistas. Talento en estado puro.

Allí Rossi se ha rodeado de las principales promesas de la velocidad italiana: no sólo ruedan con él los pilotos de su equipo y su hermano Luca, también se reúnen prácticamente todos los pilotos italianos del campeonato: Baldasarri, Bagnaia, Migno, Bulega, Antonelli, Locatelli, Pasini, Petrucci... y también Franco Morbidelli, el sólido líder del Mundial de Moto2. Son pocos los que se encuentran fuera de la órbita del VR46. Hay un efecto de retroalimentación en todo ello: Rossi se inspira ante el desafío de batir a los más jóvenes, y éstos aspiran a derrotar a su ídolo. Es una cadena de enriquecimiento mutuo. Un círculo vicioso.

Hace poco más de un mes, antes de que comenzara el Campeonato del Mundo de MotoGP en Qatar, Valentino Rossi afirmaba de forma preocupante: “Hay que intentar buscar una solución, yo no sé dónde está. En dos semanas necesitamos un milagro para dar con la forma de ir rápido. Tenemos problemas”, dijo, de forma rotunda. Cuarenta días después, es el nuevo líder del Mundial de MotoGP. ¿Un milagro? No. Un milagro es algo extraordinario, sobrenatural, que no tiene explicación, y en el mundo de las carreras hay poco espacio para cosas inexplicables. Se puede buscar el milagro y que te visite la suerte, pero no es algo que suceda por sistema, una y otra vez. Lo de Rossi no es milagroso, es mágico, que es una cosa muy diferente.

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