Es noticia
CR7 nunca subirá al altar de los dioses del Real
  1. Deportes
  2. No hay Estrellas
José Manuel García

No hay Estrellas

Por

CR7 nunca subirá al altar de los dioses del Real

Yo pienso que Cristiano Ronaldo es un gran jugador, un jugador extraordinario. Y sus números se encuentran ahí, luciendo apabullantes, en ese libro Guinness tallado en

Foto: CR7 nunca subirá al altar de los dioses del Real
CR7 nunca subirá al altar de los dioses del Real

Yo pienso que Cristiano Ronaldo es un gran jugador, un jugador extraordinario. Y sus números se encuentran ahí, luciendo apabullantes, en ese libro Guinness tallado en oro que la historia del Real Madrid guarda para las hazañas de cualquier futbolista que haya vestido la casaca blanca. Y más ahora, o dentro de poco, cuando su agente, el avispado Jorge Mendes, logre llegar a un acuerdo con Florentino Pérez para renovar al crack portugués por 15 kilos netos al año (hasta 2017). Pero CR7, ese Rey Sol que ve nublado, ha agachado la cabeza, borrado su sonrisa de dientecillos afilados cada vez que encara puerta y vuela el fortín adversario.

Cuando antes derribaba un muro, Cristiano Ronaldo recurría a un repertorio variopinto de gestos grandilocuentes: con una mano doblaba una oreja exigiendo al coro de entusiastas un do de pecho; otras veces componía bíceps en claro desafío con el Discóbolo de Miron; otras se paraba en seco y, brazos en jarras, como si se encontrase en el Gran Cañón del Colorado, desafiaba al mundo, dudando si ponérselo por montera o patearlo por indigno a su presencia.

Cristiano, ese grandísimo jugador, por mucho que estire el talle será un segundo de muchas cosas. Su pulso ante Messi lo perdió desde el mismo momento de su aterrizaje en el Real Madrid. Tuvo mala suerte el portugués: muchos sectores se empeñaron en el mano a mano con el argentino, éste se enfadó, el Barça comenzó a hacer acopio de títulos y Messi acaparó los suyos. Un ex compañero del Manchester, Wayne Rooney, un tipo de personalidad fuerte, compartió con Cristiano goles y abrazos, pero nunca afecto; y cuando el otro día le preguntaron sobre quién era el mejor futbolista del mundo, si Messi o Cristiano Ronaldo, el inglés contestó sin titubear: “Sin duda, Messi. Es el mejor”.

La cara descompuesta que puso CR7 en Montecarlo durante la gala de elección del “mejor jugador de Europa 2012” la vio todo el planeta. Ronaldo esperaba que en esta ocasión sucediera lo mejor, pero del trío de aspirantes, emergió el más bajito, Andrés Iniesta, que fue aplaudido por todo el mundo, sobre todo por el crack argentino, que se mordió los labios para no reír ante el gesto en absoluto hipócrita de Cristiano Ronaldo, que nada más bajar del estrado se dirigió al jefe de protocolo de la UEFA y le anunció, destemplado, que jamás asistirá a un evento de la UEFA si no es para recoger un galardón.

Los gestos de Cristiano Ronaldo rezumando soberbia no sólo chirrían en los sentimientos de las aficiones contrarias; pese a que se reconoce la indudable calidad y demoledora pegada del portugués, no termina de encontrar aposento en el corazón de los madridistas. El madridismo ha amado a los jugadores de sangre caliente, tipo Benito, Pirri, Stielike, Camacho, Santillana, el malogrado Juanito, Fernando Hierro, Hugo Sánchez, Sanchis, Fernando Redondo o el chileno Zamorano; también ha adorado a los estilistas Amancio, Velázquez, ButragueñoRaúl González, Zidane… una pléyade de estrellas que habitan en las raíces más profundas del madridismo, descontando a los míticos Di Stéfano, Puskas y Gento, dioses con letras mayúsculas en la parte más alta del altar de los madridistas. Cristiano Ronaldo no termina de encontrar su sitio y para colmo no soporta los triunfos de sus compañeros de escudo, sobre todo de Iker Casillas y Sergio Ramos, campeones de todo con la selección de España.

Por eso se agarra a una válvula de escape: el dinero. Desea ganar más, ser el que más cobre de lejos en la plantilla y, a ser posible, de la Liga española. Las distancias son grandes. Sobre todo, porque el baremo impositivo ha cambiado y el cobro neto dispara las cifras. Cristiano Ronaldo termina contrato en 2015, pero quiere ampliarlo dos o tres temporadas más. Entre los 13 que ofrece el Real Madrid y los 17 que pide el futbolista, existe un término medio. No hay acuerdo, pero las partes aseguran entre dientes que un día de estos llegará la luz verde. Cristiano Ronaldo será el que más cobre de España (si el Barça no amplía el contrato a Messi, lo que está por ver), y seguro que lo será del Real Madrid, pero nunca entrará en el corazón de los madridistas. 

Yo pienso que Cristiano Ronaldo es un gran jugador, un jugador extraordinario. Y sus números se encuentran ahí, luciendo apabullantes, en ese libro Guinness tallado en oro que la historia del Real Madrid guarda para las hazañas de cualquier futbolista que haya vestido la casaca blanca. Y más ahora, o dentro de poco, cuando su agente, el avispado Jorge Mendes, logre llegar a un acuerdo con Florentino Pérez para renovar al crack portugués por 15 kilos netos al año (hasta 2017). Pero CR7, ese Rey Sol que ve nublado, ha agachado la cabeza, borrado su sonrisa de dientecillos afilados cada vez que encara puerta y vuela el fortín adversario.