Es noticia
Messi y el Barcelona, un disparo en la frente contra los que no tienen memoria
  1. Deportes
  2. No hay Estrellas
José Manuel García

No hay Estrellas

Por

Messi y el Barcelona, un disparo en la frente contra los que no tienen memoria

Leo Messi dormía y el trayecto de su sueño no fue placentero, tuvo pesadillas; incluso varios gurús de la escribanía llegaron a adelantar que el Principito de Rosario perdió

Foto: Messi y el Barcelona, un disparo en la frente contra los que no tienen memoria
Messi y el Barcelona, un disparo en la frente contra los que no tienen memoria

Leo Messi dormía y el trayecto de su sueño no fue placentero, tuvo pesadillas; incluso varios gurús de la escribanía llegaron a adelantar que el Principito de Rosario perdió su hada madrina y su olfato goleador. La noche del martes Messi despertó y comprobó que las cosas seguían en su sitio: la lámpara en la mesita de noche, las fotos, los balones de oro y su talento. Todo seguía igual, el Milan lo lamentó dolorosamente.

La condición humana es oscilante y la del periodista deportivo, abandonado a los impactos mediáticos y a la ley de los mercados de audiencia, mucho más. En el escaparate de las atenciones se sube y baja ídolos como si fueran muebles; se ensalza y se quema, se pregona y condena… todo en cuestión de un día. Por una mala noche, quizás dos noches malas, olvidarán tu vida y tu carrera caerá al pozo donde nada existe y todo desaparece. Apuesta a que así será.

El Barça, aquel equipo cuyo fútbol quedó borrado en alguna parte de su disco duro, y sus jugadores adormecieron la magia y se perdieron entre la languidez, la chamusquina de los éxitos pasados y la nostalgia por los ausentes del banquillo, recobró la memoria a tiempo de dejar al Milan en su lugar debido. Febrero atacó como un virus las piernas y el talento del Barça, que vio cómo el Real Madrid, su rival, le pasaba de arriba abajo, inmisericorde.

Se habló entonces de cambio de ciclo y se dibujó un panorama sombrío. Nadie tuvo en cuenta que las lesiones aparecieron y en Nueva York se encontraba el timonel del equipo, Tito Vilanova, que estaba jugando una partida muy fuerte. Y Leo Messi es de carne y hueso. Nada más.

En las vísperas del partido de Champions, muy pocos apostaban por el Barça. Se habló del talento pero también se habló del corazón, de la poca sangre que bombeaba ese músculo en las venas de los azulgrana; artistas del balón y "nada más". Se habló de asignatura pendiente en remontadas, un rol sólo encomendado para varones de otras épocas; se habló, por supuesto, de las estadísticas, de unos números y datos que corrían calle abajo y sin posibilidad de retorno y que aseguraban que Messi, Lionel Messi, no había sido capaz de meter un gol en jugada a un equipo italiano y que todo tenía pinta de un nuevo sainete, tipo tirarse de cabeza al callejón y no querer saber nada más.

De repente se olvidaron los cuatro Balones de oro, los más de 50 goles que lleva marcados el Príncipe de Rosario con la camiseta del Barça en Liga y en otras competiciones; hasta se olvidaron de la distancia sideral que media entre el líder, Barça, y su segundo, Real Madrid. Y empezó aquel partido de este martes y a los cinco minutos, Messi dijo basta. Lo vimos en sus ojos encendidos durante las presentaciones, en su boca apretada; y comenzaron a hablar sus piernas. Gol y gol. Messi y Messi. Con él, los otros miembros del tridente, Xavi Hernández y Andrés Iniesta. Una sinfonía de ángeles danzando sobre los músculosos cuerpos del Milan. Sergi Busquets en la creación y aguante, el 'jefecito' Mascherano ya no fue ese colador sistemático, hasta Jordi Alba se acordó de marcar en un partido importante y añadió su firma. Uno, dos, tres y cuatro, el tres perteneció a David Villa, 'el Guaje', un golazo, ese que dicen que anda peleado con el mundo, y que volvió. Al final, el talento vuelve siempre. Y la memoria.

Leo Messi dormía y el trayecto de su sueño no fue placentero, tuvo pesadillas; incluso varios gurús de la escribanía llegaron a adelantar que el Principito de Rosario perdió su hada madrina y su olfato goleador. La noche del martes Messi despertó y comprobó que las cosas seguían en su sitio: la lámpara en la mesita de noche, las fotos, los balones de oro y su talento. Todo seguía igual, el Milan lo lamentó dolorosamente.

Leo Messi