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De cómo el Gobierno niega el pan a Rato y Sáenz alimenta la mano negra de Bankia
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Agustín Marco

A Corazón Abierto

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De cómo el Gobierno niega el pan a Rato y Sáenz alimenta la mano negra de Bankia

No hay almuerzo o cena privada en la que Luis de Guindos no diga a los que le quieran oír que “hay que ayudar a Rodrigo”.

No hay almuerzo o cena privada en la que Luis de Guindos no diga a los que le quieran oír que “hay que ayudar a Rodrigo”. Con el nombre de pila es como se dirige siempre el actual ministro de Economía a Rato, al que fuera su mentor, al hombre que en la primera etapa del Gobierno de José Maria Aznar lo encumbró a secretario de Estado de Economía cuando el expresidente de Bankia era el titular de la cartera que ahora él maneja.

Una frase para intentar quitarse el estigma de que fue él quién forzó su dimisión del monstruo creado por la fusión de Caja Madrid y Bancaja. Una cantinela que De Guindos repite a modo de introducción para trasmitir a los hombres nobles de la banca y la empresa de España que sigue siendo amigo de Rodrigo, que su relación, más fría por motivos obvios, no se ha roto y que, si puede, hará todo lo posible porque su instructor recupere la dignidad perdida.

Sin dudar de sus buenas intenciones, a ninguno de los comensales habituales de don Luis, economista de profesión, se le escapa que al ministro de Economía se le ha pegado algo de la tradicional hipocresía de la estirpe política con la que convive. Entienden que el mensaje es una forma de lavarse las manos de lo que en algunas filas del PP se interpretó como una traición al artífice del mejor momento económico de la España democrática.

Pero lo cierto es que el Gobierno del que De Guindos es parte sustancial no comparte ese mensaje de que “hay que ayudar a Rodrigo” a recuperar su honor, su estima, su dignidad y su bolsillo. Porque el hombre al que se le atribuye el milagro de sacar al país de la ruina en la que lo dejó Felipe González ha quedado estigmatizado de por vida, ya sea por motivos propios y ajenos, por su osadía de querer presidir un banco pese a su desconocimiento sobre un balance, por su apego al poder y al dinero, por la negativa del Banco de España a darle el pastizal (22.000 millones) que si le concedieron a José Ignacio Goirigolzarri, por su insolencia de abandonar por las buenas el Fondo Monetario Internacional (FMI). Rajoy y Soraña Sáenz de Santamaria ponen mala cara a la propuesta de una empresa del Ibex de colocar al ex ministro como consejero independiente

Y ni Mariano Rajoy ni Soraya Sáénz de Santamaría están por la labor de echarle un cable para restañarle su vilipendiada nobleza. Recientemente, desde Moncloa se puso mala cara cuando uno de los grandes empresarios del país llevó la propuesta de colocar a Rato como consejero indepediente, of course, de una compañía cotizada. No una de las cinco grandes, que de esas ya tiene una en cartera, pero si una de las que rondan el top ten, de las que pagan unos 200.000 euros al año.

Había acuerdo entre los accionistas relevantes de la multinacional -con activos en Inglaterra, Estados Unidos, México, Brasil- que llevaron el asunto con el sigilo necesario para evitar la crítica popular, la de esos millones de ciudadanos indignados con el pasteleo entre lo público y lo privado, los mismos que se soliviantaron cuando César Alierta dio cobijo a Rato en esa casa de huéspedes de dudoso renombre en la que se ha convertido Telefónica. Pero la mano de hierro de Rajoy frunció el ceño con la misma acritud que cuando Endesa le vino con una propuesta idéntica meses atrás.Mientras el que fuera presidente de Bankia limosnea por recuperar su dignidad, el ex CEO del Santander come en el restaurante más caro de Madrid con el asesor de Rato

La idea de esta empresa, como hace unos meses la de Borja Prado, era echar una mano al ex de Bankia, a uno de los suyos, demonizado por la crítica y público y cuyas finanzas personales parecen que no andan sobradas. Se dice que “Rodrigo no hizo dinero” pese a meterse en el bolsillo unos cuatro millones de euros –al menos- en su corta estancia en el banco nacionalizado. Y que con la pensión vitalicia de 80.000 dólares (61.600 euros) anuales que le dispensa el FMI por su gran labor al frente del organismo internacional, más lo que le abona Alierta como miembro del consejo internacional de Latinoamérica, no le da para mantener su merecido ritmo de vida. Un año en el paro es muy largo, como saben los seis millones de desempleados del INEM.

Todo lo contrario que le pasa a Alfredo Sáenz, el exconsejero delegado de Banco Santander, que hace unas semanas tuvo que irse del grupo financiero por esas manías de la Justicia de perseguir delitos, con la saludable indiferencia del Gobierno. El hombre de confianza de Emilio Botín no tiene apuros de dinero después de llevarse esos 88 millones de pensión, por lo que paga muy a gusto una comida en Horcher, quizás el restaurante más caro de Madrid (120 euros el cubierto) que aún está abierto tras los cierres de Jockey y similares.

Allí almorzó este martes con Jaime Castellanos, el presidente de Lazard, que abrigó a Rato cuando regresó de Washington. El asesor que, en agradecimiento por lo anterior, Rato contrató para que le dirigiese la salida a bolsa de Bankia que ha arruinado a 300.000 familias. Un demérito difícil de igualar. Se desconoce el motivo de tan ilustre encuentro, incógnita que ha generado todo tipo de especulaciones sobre el futuro de Saénz, que en su día tuvo a Rodrigo en nómina del Santander; de Castellano, íntimo amigo de Prado y que también trabajó en Lazard, y del propio Rato, que prefiere buscar trabajo -hacer networking lo llaman ahora las élites- en reuniones privadas en despachos presidenciales en lugar de exponerse al brillo de restaurantes cinco estrellas.

Sean felices

No hay almuerzo o cena privada en la que Luis de Guindos no diga a los que le quieran oír que “hay que ayudar a Rodrigo”. Con el nombre de pila es como se dirige siempre el actual ministro de Economía a Rato, al que fuera su mentor, al hombre que en la primera etapa del Gobierno de José Maria Aznar lo encumbró a secretario de Estado de Economía cuando el expresidente de Bankia era el titular de la cartera que ahora él maneja.

Alfredo Saenz Rodrigo Rato