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De cómo la guerra Montoro-Guindos pone en riesgo las aseadas cuentas de Bankia
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Agustín Marco

A Corazón Abierto

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De cómo la guerra Montoro-Guindos pone en riesgo las aseadas cuentas de Bankia

Los que pasaron muchas horas en la oposición con Cristóbal Montoro haciendo números para denunciar en el Congreso de los Diputados el desastre que Pedro Solbes,

Los que pasaron muchas horas en la oposición con Cristóbal Montoro haciendo números para denunciar en el Congreso de los Diputados el desastre que Pedro Solbes, primero, y Elena Salgado, después, estaban incubando con la economía española aseguran no dar crédito a la transformación que el jienense ha sufrido desde que se hizo con el Ministerio de Hacienda. Creen que su actuación no se corresponde con lo que postulaba cuando atacaba al PSOE y que las cinco subidas de impuestos que ha aplicado a los españoles en apenas año y medio están en las antípodas del espíritu del partido al que representa.

Una hoja de ruta, marcada en gran parte por Bruselas todo sea dicho, que le ha generado enemistades tanto dentro del PP como en el Consejo de Ministros. Sus relaciones con José Manuel Soria, titular de la cartera de Industria, son distantes, mientras que las que tenía con Luís de Guindos, el jefe de Economía, tienden a inexistentes.

El último roce ocurrió la semana pasada cuando Bankia obtuvo por fin el visto bueno de Montoro para poder vender el 12% del capital de International Consolidated Airlines (IAG), el grupo aeronáutico dueño de Iberia y British Airways. Una operación, exigida por la Comisión Europea desde que concedió 24.000 millones para rescatar a la antigua Caja Madrid. La desinversión tenía desde enero la autorización del Ministerio de Economía, muy disciplinado para demostrar a Bruselas que en España se cumplían con sus exigencias. Pero no se podía hacer hasta que Hacienda firmase un papelito, un visado sin ninguna trascendencia, pero sin el cual no se le podía dar al botón verde.El ministro de Hacienda torpedeo hasta última hora la venta del 12% de IAG con cuyos ingresos el banco nacionalizado va a corregir sus cuentas del primer semestre

El retraso inicial, ya de por si sospechoso, se entendió como un exceso de celo comprensible por parte de Montoro para que todo se hiciera correctamente. Por ello, tanto en Economía como en Bankia pensaron que a la vuelta de Semana Santa todo estaría arreglado. José Ignacio Goirigolzarri tenía un calendario muy claro: había que vender la participación en IAG para arreglar las cuentas del primer semestre, unos números vitales para certificar su buena gestión ante las autoridades españolas, las comunitarias y sus competidores, tipo Francisco González, el más reticente a la inyección de capital público. Y, sobre todo, ante sus alicaídos empleados, víctimas del miedo al último ERE y de la mala fama adquirida por el cabreo de sus clientes con las preferentes y la salida a bolsa.

Pero pasó el invierno, se entró en primavera y Montoro seguía dando largas. Ni en abril ni en mayo llegó el placet. Los nervios en Economía se transformaron en cabreo. De Guindos no sabía como explicar a Goirigolzarri que su colega de Gobierno le estaba haciendo la puñeta, que estaba torpedeando la operación. La incredulidad era manifiesta porque se estaba jugando con el dinero de todos los españoles que con tanto ahínco persigue Hacienda, ya que las acciones de IAG subían y subían y Bankia no podía colocar su 12%. Se incumplía además la exigencia de Bruselas de tener que vender cuando el valor de una inversión superase en un 15% su precio contable

Había una fecha clave: el 28 de junio. Ese era el último día hábil previo a la entraba en vigor de lo que se conoce en los mercados financieros como black out o periodo anterior y posterior a la presentación de resultados de una compañía en la que ningún accionista ni directivo puede comprar o vender acciones de la sociedad. De hacerlo, sanción al canto. Es decir, a Bankia se le agotaba el tiempo para desprenderse de su paquete en Iberia y arreglar su cuenta de resultados semestral, ya que los ingresos por la venta de City National Bank of Florida no se podrán computar hasta finales de año por cuestiones regulatorias estadounidenses.Las diferencias entre Mister Fisco con el titular de Economía deberían resolverse para evitar que la lucha de egos ponga en riesgo el dinero público

Junio también se esfumaba y Montoro andaba liado para dar el ok a Bankia entre tanto expediente a Leo Messi y el follón por las supuestas ventas de inmuebles de la Infanta Cristina al calor de la investigación sobre las actividades onerosas de su marido. Finalmente, después de mucha presión y varias llamadas subidas de tono, Mister Fisco dio su visto bueno el día 26, poco antes del cierre de la sesión bursátil. En apenas una hora, Bankia, que llevaba en contacto con bancos de inversión interesados en hacer el deal desde enero, contrató a Merrill Lynch, el cual a la vez vendió el 12% de IAG en menos de 120 minutos, con una sobredemanda -1.400 millones- de dos veces el importe de la oferta. A las nueve de la noche el libro de órdenes estaba cerrado con un gran éxito para todos.

Prueba inequívoca de que todo el mundo estaba alineado con la causa menos Montoro. Economía quería vender para demostrar a la Comisión Europea que España es creíble, que cumple con lo pactado; Bankia, para edulcorar sus cuentas, y los inversores, comprar el mejor valor del Ibex en los últimos doce meses. Al final, con la campana de la cuenta atrás sonando, todo salió bien, con plusvalías netas de casi 170 millones para el banco nacionalizado y gestionado con gran profesionalidad por Goirigolzarri.

Es obvio que una situación tan difícil como la que atraviesa España surjan disputas entre los miembros de un Gobierno atosigado por la banca, las constructoras y las energéticas, grupo de presión a los que ha metido en cintura con más o menos acierto; fiscalizado por el FMI, por Bruselas y por Alemania. Que haya diferencias de criterio es hasta normal y saludable. Pero el empeño en imponer el ego trae pocos beneficios. La cabezonería conjuga mal con la rentabilidad, especialmente cuando se trata del uso del dinero público. Se lo deberían hacer mirar porque a Bankia aún le queda por vender su 20% de Indra, el 15% de Mapfre y su 5% de Iberdrola (2.700 millones en juego), como grandes fuentes de obtención de ingresos. Rajoy, con su mano izquierda habitual, debería poner orden entre dos tipos que hasta la llegada a Moncloa eran estrechos colaboradores.

Sean felices

Los que pasaron muchas horas en la oposición con Cristóbal Montoro haciendo números para denunciar en el Congreso de los Diputados el desastre que Pedro Solbes, primero, y Elena Salgado, después, estaban incubando con la economía española aseguran no dar crédito a la transformación que el jienense ha sufrido desde que se hizo con el Ministerio de Hacienda. Creen que su actuación no se corresponde con lo que postulaba cuando atacaba al PSOE y que las cinco subidas de impuestos que ha aplicado a los españoles en apenas año y medio están en las antípodas del espíritu del partido al que representa.