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El pico del petróleo pasó, mal que pese
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José M. de la Viña

Apuntes de Enerconomía

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El pico del petróleo pasó, mal que pese

Lo de las reservas del petróleo y el gas tiene tantas aristas como los activos de los bancos. La escasez definitiva la marcará la capacidad de extraerlas.

Lo de las reservas del petróleo y el gas tiene tantas aristas como los activos de los bancos. Dependiendo de cómo se computen, de sus criterios, del tratamiento que se dé a las telarañas contables, el resultado puede ser uno o el contrario, beneficios fastuosos un año y quiebra de la corrompida entidad bancaria poco después.

Igualmente, las reservas de hidrocarburos pueden incrementarse o menguar dependiendo de cómo se pasteleen. Publicar reservas mediante un número sin más es como no dar información si no se añaden correcciones o notas al margen. Por ejemplo, un índice que compare la cantidad de energía extraída con la que se necesitará para obtenerla, para transformarla en combustible listo para su uso, transportarla hasta destino y su propio uso, más los costes del refino.

O los costes medioambientales de extraerlos, de lo que no hay cifras, porque seguimos empeñados en no contabilizarlos. O la capacidad técnica y operativa para producir lo necesario en un determinado momento con el fin de cuadrar la oferta y la demanda sin demasiados sobresaltos.

Una vez comienza el declive de un campo de crudo convencional, la producción se reduce muy rápidamente. La producción de la mayoría de los campos tradicionales de casi cualquier país está menguando o comienza a hacerlo, sea la del Golfo Pérsico o los del mar del Norte.

La extracción de crudo está concentrada en un número pequeño de yacimientos gigantes más viejos y exprimidos que la tos, algunos de los cuales ya están haciendo amagos. La mitad del consumo mundial lo suministran apenas 100 campos. Únicamente 25 producen una cuarta parte. El gigantesco campo Ghawar en Arabia Saudí produce, él solito, un 7% del total global. No se espera que aparezcan yacimientos nuevos de semejante tamaño, ni siquiera parecido.

Lo que ocurra en Arabia Saudí y feudos vecinos durante los próximos años será clave para el futuro geoestratégico mundial, cuando sus ingresos comiencen a desmoronarse y la región se desestabilice y contagie a otras. Esto ocurrirá dentro de no demasiado tiempo al ritmo que vamos, aunque nadie sea capaz de asegurar la fecha, y si la dependencia de los combustibles fósiles no disminuye drásticamente en un futuro próximo.

La seguridad en el suministro energético será un vector de decisión cada vez más importante, independientemente de las consideraciones acerca de los costes. Por tales razones, muchos países intentan incrementar la proporción de energías renovables, y muchas mentes recalcitrantes están cambiando de parecer, a pesar de las alergias ideológicas o la razón medioambiental a la que se resisten abrazar.

Las nuevas explotaciones de hidrocarburos están tomando el relevo, sobre todo en Canadá y Estados Unidos o en aguas profundas de algunos litorales. Bien sea la obtención de petróleo a partir de pizarras bituminosas, novedad más vieja que la tos, el denominado shale oil por los expertos fashion, o el petróleo o gas obtenido mediante hidrofacturación o fracturación hidráulica, el mediático fracking, de tecnología más moderna pero no sé si más fina y delicada.

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La producción de un campo de petróleo o gas obtenido mediante fracturación hidráulica se reduce en más de un 90% al cabo de sólo cinco años, mientras que uno tradicional puede estar funcionando décadas. Por este motivo, habrá que estar atentos a la evolución de la supuesta revolución energética de Estados Unidos, que podría ser flor de unos cuantos años no sólo por tales causas. Necesitará un monográfico. Algún día.

En la historia reciente del petróleo se pueden determinar varias fases. La época del petróleo barato y fácil de extraer, proveniente de relativamente pocos campos enormes, finalizada en el año 2008. Año en que la producción proveniente de los yacimientos convencionales alcanzó su máximo nivel, en el que el petróleo se conseguía haciendo un simple agujero en el suelo o en zonas poco profundas, sin apenas mayor consumo de energía ni contaminación producida que la derivada de su utilización más o menos responsable, salvo cafradas sangrantes como la del Golfo de México.

La segunda época es la del menudeo y los hidrocarburos no convencionales, que ya ha comenzado. La tercera, la del caos energético. No tendría por qué aparecer si se desarrollaran políticas energéticas integrales con la vista puesta en el largo plazo.

La fecha la ha sugerido el Dr. Miller, un geólogo antiguo responsable de la confección de proyecciones de reservas de la empresa BP, entre 2000 y 2007, que ha sido coeditor de una edición especial del prestigioso Philosophical Transactions of the Royal Society A referente al tema.

En su momento me mojé afirmando que el pico había sido en el año 2006, a pesar de que la fuente utilizada, la Agencia Internacional de la Energía, ha tenido tradicionalmente la sana costumbre de equivocarse para regocijo de mentes ortodoxas. El desfase ha sido de dos años. Lo dicho entonces sigue siendo pertinente. El gráfico publicado, también.

La relación entre la energía obtenida y la energía utilizada para su extracción en los pozos convencionales, esos en los que haciendo un simple hoyo se extraía petróleo, estaba muy por encima del factor 15, excluyendo el debido al proceso de refino. Según se van agotando los pozos, hay que utilizar más energía por litro conseguido al necesitar de técnicas de bombeo y otras actuaciones para que la vaca siga dando leche. En estos momentos, la media mundial debe de andar por el tal factor 15 y disminuyendo rápidamente.

El índice medio de los nuevos yacimientos de petróleo y gas producido en Estados Unidos con las ‘modernas’ técnicas está en torno al 11 y disminuyendo. En el caso del petróleo no convencional y los biocombustibles, se halla muy por debajo de 10. Un síntoma lógico de escasez creciente es la reducción de tal índice año tras año. Hasta que llega el momento en que los perjuicios por extraer un litro son mayores que los supuestos beneficios. Habiendo un número limitado de pozos en un lugar restringido llamado Tierra, en algún momento se deberá cerrar el último. ¿Cuánto falta para eso?

Hay más reservas que las publicadas. Otra cosa muy diferente es que puedan ser quemadas al ritmo que exige este descoyuntado sistema económico. Por causas medioambientales, por un lado, y por la imposibilidad futura de que se puedan extraer al ritmo que demandará el mercado, si hacemos caso a las desbocadas proyecciones realizadas.

La escasez definitiva la marcará la capacidad razonable de extraerlas, su coste de oportunidad económico y medioambiental. Y, si el recambio energético no está listo para entonces, me temo que las cavernas volverán a ser un buen lugar donde pernoctar, si todavía quedaran bosques o boñigas para hacer hogueras. Este puercoespín energético da para rato. Otro día habrá más.

Lo de las reservas del petróleo y el gas tiene tantas aristas como los activos de los bancos. Dependiendo de cómo se computen, de sus criterios, del tratamiento que se dé a las telarañas contables, el resultado puede ser uno o el contrario, beneficios fastuosos un año y quiebra de la corrompida entidad bancaria poco después.

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