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Caso Yukos: historia de un arbitraje fallido
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Gonzalo Jiménez-Blanco

Arbitrando, que es gerundio

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Caso Yukos: historia de un arbitraje fallido

El caso Yukos se convirtió en una estrella del arbitraje internacional y hace unos dos años que se resolvió en un laudo que fue anunciado a bombo y platillo

Foto: Los jueces toman asiento antes de retomar el juicio entre la Federación rusa y la petrolera Yukos Universal en la Corte Permanente de Arbitraje de La Haya. (EFE)
Los jueces toman asiento antes de retomar el juicio entre la Federación rusa y la petrolera Yukos Universal en la Corte Permanente de Arbitraje de La Haya. (EFE)

Recordarán ustedes el caso Yukos como paradigma de la persecución política de Putin y de sus cambalaches frente a sus opositores. Su mayor enemigo, un tal Jodorkosvki, era al parecer el dueño de la mayor empresa, Yukos, que todo el mundo sabía -menos yo- que era una gran petrolera. Y el señor Putin no solo no permitía la oposición política de dicho señor sino que además le quitó su empresa y le acusó de haber hecho todo tipo de perrerías.

Hasta ahí puedo leer. 'Business as usual'.

El caso Yukos se convirtió en una estrella del arbitraje internacional y hace unos dos años que se resolvió en un laudo que fue anunciado a bombo y platillo. Y que significaba una derrota histórica del putinismo, si lo podemos denominar así, aunque suene tan feo.

Efectivamente, el 28 de julio de 2014, un tribunal de arbitraje de La Haya, bajo los auspicios de la Corte Permanente de Arbitraje, decidió unánimemente que la Federación rusa había violado sus obligaciones internacionales bajo el Tratado de la Carta de la Energía al destruir Yukos Oil Company y apropiarse de sus activos, otorgando más de 50.000 millones de dólares como compensación a los antiguos accionistas mayoritarios de Yukos. Era, y sigue siendo de lejos, el mayor laudo otorgado por un tribunal de arbitraje.

En palabras del tribunal de arbitraje: "Yukos fue objeto de una serie de ataques con motivación política por medio de las autoridades de Rusia que finalmente han llevado a su destrucción (...) y encarcelando [al empresario ruso y antiguo presidente de Yukos] Mijaíl Jodorkovski, que había dado signos de convertirse en un competidor político".

El tribunal de arbitraje estuvo presidido por Yves Fortier, destacado árbitro y antiguo representante de Canadá en el Consejo de Seguridad de la ONU. La Federación rusa nombró a un juez, antiguo director general de la Corte Internacional de Justicia, y los demandantes nombraron a un socio de un despacho.

Efectivamente, el laudo que se dictó en este arbitraje batió todos los récords y condenó a Rusia a pagar la cantidad de 50 billones de dólares (en realidad 50 millardos, o sea, 50.000 millones, no 50 millones de millones. En todo caso, un pastizal). Lo que había que ver es cómo podría llegar a resistirse el Estado ruso.

Además de la resistencia a la ejecución, Rusia se opuso al laudo mediante el mecanismo habitual: la acción de anulación contra el laudo basándose -entre otras cosas- en que el tribunal arbitral carecía de jurisdicción.

Bueno, antes de entrar en el asunto propiamente dicho, podemos sacar una conclusión: la resistencia a los laudos puede hacerse de dos maneras: tratando de obtener la anulación del laudo o resistiéndose a la ejecución.

Pero, desde luego, la anulación de laudo no es tarea fácil, y además los tribunales y también los colectivos arbitrales están muy hartos del uso abusivo de la facultad de impugnar los laudos. Por eso he escrito en otros muchos artículos que la posible revisión judicial de los laudos es muy limitada, porque las partes han querido excluir la intervención judicial para resolver su disputa y han optado por el arbitraje con exclusión de la jurisdicción. La propia Exposición de Motivos de la Ley de Arbitraje dice con mucha claridad que la revisión judicial de los laudos debe ser muy limitada, no debe pemitir -salvo el orden público- una revisión de lo decidido por los árbitros y que ello es conforme con la llamada Ley Modelo. Somos conscientes de algunas recientes sentencias del Tribunal Superior de Justicia de Madrid que han hecho -a mi juicio- una aplicación extensiva del concepto de orden público, pero en la práctica, debe limitarse la infracción del orden público a aquello que contraviene ciertos principios esenciales, pero no permitir la revisión de lo decidido por los árbitros en aplicación de la legalidad ordinaria. El orden público no da para tanto. Como dice la justicia inglesa (o mejor, un juez inglés), el orden público es un potro indomable que te puede conducir a terrenos insospechados.

La resistencia a los laudos puede hacerse de dos maneras: tratando de obtener la anulación del laudo o resistiéndose a la ejecución

Pero bueno, volvamos al tema del caso Yukos. La sentencia que acaba de dictar un tribunal de La Haya anula el laudo dictado en 2014 no por un tema de fondo sino por una cuestión de jurisdicción: entiende el tribunal -judicial- que el tribunal -arbitral- carecía de jurisdición para resolver el litigio entre las partes.

En efecto, el tribunal del distrito consideró que la Federación rusa no estaba vinculada por la aplicación provisional del artículo 26 del Tratado de la Carta de la Energía, que contiene la oferta de arbitraje, a pesar de que Rusia había consentido su aplicación provisional.

Ya se ha apresurado la defensa de los inversores a anunciar que va a recurrir en apelación la sentencia del caso Yukos.

Como decía mi padre de los asuntos de Matesa y Rumasa: estos son asuntos "que darán de comer a generaciones de abogados".

Recordarán ustedes el caso Yukos como paradigma de la persecución política de Putin y de sus cambalaches frente a sus opositores. Su mayor enemigo, un tal Jodorkosvki, era al parecer el dueño de la mayor empresa, Yukos, que todo el mundo sabía -menos yo- que era una gran petrolera. Y el señor Putin no solo no permitía la oposición política de dicho señor sino que además le quitó su empresa y le acusó de haber hecho todo tipo de perrerías.

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