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Los 'Picapiedras' de Carmena tras los despojos del antiguo régimen del ladrillo
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José Antonio Navas

Capital sin Reservas

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José Antonio Navas

Los 'Picapiedras' de Carmena tras los despojos del antiguo régimen del ladrillo

La paralización de grandes planes urbanísticos será la puntilla del antiguo régimen del ladrillo y dará lugar a nuevos 'picapiedras', listos para comprar las joyas de la corona municipal a precio de baratija

Foto: (Enrique Villarino)
(Enrique Villarino)

Allá por las inmediaciones de 2009, cuando la crisis económica aún no había sido reconocida por Zapatero y el Ayuntamiento de Madrid galopaba a lomos de una deuda que estaba a punto de superar los 8.000 millones de euros, el entonces alcalde Alberto Ruiz-Gallardón soltó una de esas frases lapidarias que legitiman en sí mismas el expreso y ferviente deseo por el cambio: “El endeudamiento de la capital lo pisan los madrileños cada vez que salen a la calle”, dijo el jurisperito de Manuel Fraga para justificar sin mayor recato el grado de inversión acometido en todas esas obras faraónicas con que los políticos del antiguo régimen solían exprimir su extraordinario poder de compra durante la era de la abundancia.

El patrón de progreso y desarrollo basado en el extravagante apalancamiento ha sido la coartada perfecta que ha permitido a muchos regidores dar rienda suelta a sus ilusiones modernistas mientras sus amigos constructores se convertían en ricos magnates a base de picar piedra por todas las grandes capitales españolas de provincia. Los mayoresalcaldes y los reyes del ladrillo han trabajado en una misma comunidad de intereses con la patente de corso de un despotismo tan ilustrado en delirios de grandeza como escaso de verdadera convicción democrática. Las multimillonarias facturas han quedado luego impresas a fuego en el debe de los municipios y, por lo tanto, de sus empobrecidos contribuyentes, pero los promotores del despilfarro no se han ido de rositas sino que han pagado su salida del poder con el oprobio que supone el ascenso de las nuevas plataformas ciudadanas.

Entre las múltiples, complejas e interesadas lecturas que se pueden hacer después del histórico 24-M hay una que no ofrece la menor discusión y que quizá sirva para explicar los motivos de fondo que han propiciado la irrupción efectiva de las emergentes formaciones de izquierda radical. Los herederos del 15-M han empezado a tomar las instituciones y su proyección se ha magnificado por la significación de aquellas localidades donde sus activistas han adquirido plena carta de naturaleza electoral. Madrid, Barcelona, Valencia y Zaragoza son plazas de renombre internacional que desde hace unos días se mueven con el bastón de mando de Podemos y sus distintos satélites orbitales, pero que nadie olvide que estas cuatro capitales son, por lo demás y con creces, las más endeudadas de toda la geografía nacional.

La nueva alcaldesa de Madrid no acudirá al Palco de Honor del Bernabéu ni aunque Florentino Pérez le conceda el asiento reservado a José María Aznar

La mezcla explosiva de dinero barato y políticos fáciles ha sido demasiado fuerte para una sociedad que ha estado años durmiendo la mona provocada por la borrachera del euro y a la que todavía le cuesta mucho superar la resaca. La liquidez financiera estará garantizada mientras Mario Draghi continúe dándole desde Fráncfort a la maquinita de hacer billetes pero es impensable que los flamantes dirigentes municipales no vayan a buscarse otros compañeros de viaje que les ayuden en esa misión destinada a consolidar la conquista de su recién estrenado poder. La mesa camilla en la que se resuelven los grandes negocios en España necesita también de caras nuevas que ilustren el cuadro costumbrista dibujado tras la bacanal de pactos autonómicos y locales.

La componenda municipal se trasladará más pronto que tarde del ámbito político al empresarial y para que nadie se llame a engaño ahí está el aviso a navegantes de Manuela Carmena dejando claro que ella no acudirá al Palco del Bernabéu ni aunque Florentino Pérez le conceda el asiento reservado a José María Aznar. La alcaldesa se ha llenado la boca anunciando una auditoría de infarto urbanística con la que pretende paralizar los proyectos que Ana Botella ha dejado a medias. Las operaciones del Estadio Calderón, Canalejas, Campamento y Chamartín han sido puestas una a una en tela de juicio dentro de lo que se interpreta como una declaración de intenciones contra el sindicato de constructores integrado en Seopan y algún que otro magnate chino ansioso de meter la piqueta por todo Madrid.

Vender por obligación, perder por necesidad

Los ancestrales empresarios del ladrillo son las víctimas propiciatorias de una catarsis en la que vender por obligación equivale a perder por necesidad, pero donde una salida a tiempo puede también interpretarse como sinónimo de victoria. De forma sigilosa quien más y quien menos ha empezado a soltar lastre en procesos de enajenación disfrazados mediante la colocación bursátil de negocios colaterales. El modelo patentado por Abengoa para desconsolidar por la vía rápida la deuda vinculada a proyectos no del todo rentables ha sido adoptado acto seguido por ACS que, tras el fiasco de Iberdrola, no ha tenido más remedio que lanzar al mercado los despojos de su aventura energética con la reciente oferta pública de su filial de renovables Saeta Yield. En última instancia esta misma política de desinversiones vía bolsa acaba de ser ensalzada como estrategia básica de futuro por el presidente de Acciona, José Manuel Entrecanales.

Más duras si caben han sido las tribulaciones padecidas por Esther Koplowitz, rendida finalmente ante los encantos financieros de Carlos Slim, actual dueño y señor de FCC, todo ello sin olvidar la deriva de Juan Miguel Villar Mir para poner urgentemente en liquidez la mayor parte de las filiales nucleadas en torno al imperio que lleva su nombre. El hombre más rico del mundo, con permiso de Bill Gates, se las tiene ahora tiesas conel fundador de OHL en una batalla todavía soterrada pero que amenaza con resquebrajar los cimientos de esa poderosa oligarquía que ha dado forma durante los últimos treinta años al singular mapa del sector de la Construcción en España. Las corruptelas aireadas contra el grupo español en México no pueden entenderse de forma gratuita sino que, más bien al contrario, vienen precedidas por antiguos contactos entre FCC y OHL donde todo es posible a poco que las circunstancias ayuden a encontrar un precio equitativo para ambas partes.

El escándalo de OHL en México puede ser la piedra de toque para que Villar Mir ceda un precio asequible a Carlos Slim de cara a un acuerdo con FCC

Las Carmena, Colau, Ribó y demás depredadores anti-sistema están dispuestos a actuar como alguaciles encargados de dar la puntilla a todo un modelo de negocio imputado como reo de culpa financiera y sometido, de entrada, a un régimen de libertad vigilada. Hasta las elecciones generales de otoño no se prevén ejecuciones en la plaza pública pero a partir de entonces es previsible que los grandes grupos de infraestructuras empiecen a dar salida a esas viejas joyas de la corona valoradas a modo de baratija en los futuros planes de urbanismo. La próxima feria de la almoneda que se barrunta tiene compradores potenciales en los conocidos fondos oportunistas, los inversores buitre de toda la vida, pero ahora están apareciendo por el horizonte otras celebridades de ayer y siempre en el mundo español de los negocios dispuestas a adquirir dichos activos a precio de derribo.

Entre los másdotados para actuar como interlocutor delos nuevos consistorios emerge la figura de Eugenio Galdón, el multimillonario fundador de ONO aparte de otras muchas reencarnaciones empresariales, que podría unir fuerzas con algún ejecutivo del sector en clara expectativa de destino, como es el caso de Juan Béjar. El todavía consejero delegado de FCC empieza a estar cansado de interpretar el papel de mayordomo distinguido en la serie de actuaciones que imponeCarlos Slim y quiere recuperar su reputación profesional demostrando que quien tuvo, retuvo y guardó para la posteridad. Ambos ejecutivos son las cabezas más visibles de ese otro ‘Podemos’ en versión empresarial que está configurándose tras las bambalinas de una regeneración obligada por ley de vida y que no ha hecho más que empezar. A fin de cuentas, como dijo Víctor Hugo, no hay nada más poderoso que una idea a la que le llegó su momento.

Allá por las inmediaciones de 2009, cuando la crisis económica aún no había sido reconocida por Zapatero y el Ayuntamiento de Madrid galopaba a lomos de una deuda que estaba a punto de superar los 8.000 millones de euros, el entonces alcalde Alberto Ruiz-Gallardón soltó una de esas frases lapidarias que legitiman en sí mismas el expreso y ferviente deseo por el cambio: “El endeudamiento de la capital lo pisan los madrileños cada vez que salen a la calle”, dijo el jurisperito de Manuel Fraga para justificar sin mayor recato el grado de inversión acometido en todas esas obras faraónicas con que los políticos del antiguo régimen solían exprimir su extraordinario poder de compra durante la era de la abundancia.

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