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La prueba del nueve: los mercados no creen en las reformas
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Roberto Centeno

El Disparate Económico

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Roberto Centeno

La prueba del nueve: los mercados no creen en las reformas

En septiembre de 1938, Chamberlain, primer ministro de Gran Bretaña, subscribió el Pacto de Munich con Hitler. Al volver a Londres y presentar su acuerdo en

En septiembre de 1938, Chamberlain, primer ministro de Gran Bretaña, subscribió el Pacto de Munich con Hitler. Al volver a Londres y presentar su acuerdo en el Parlamento, Churchill le increpó con una frase histórica: “Pudisteis elegir entre el deshonor y la guerra, elegisteis el deshonor y tendréis la guerra”. Rajoy, que no es Churchill ni por aproximación sino un pactista como Chamberlain, ante la oportunidad histórica de hacer una verdadera reforma laboral y acabar de una vez por todas con los privilegios de unos sindicatos comisionistas y chantajistas, se ha limitado a abrir las puertas que habían dejado entreabiertas el anterior Gobierno, UGT y CCOO en el último acuerdo. Ha tocado muchos temas, algunos muy mediáticos, pero irrelevantes en la práctica. Y, además, al estudiar la letra pequeña, que es lo esencial, uno cae en la cuenta de que todo queda en la mitad de la mitad. Y eso si no se bajan los pantalones en la tramitación.

El Ejecutivo ni ha ido al núcleo del problema -las disparatados cotizaciones sociales, las más altas de Europa- ni se ha atrevido a eliminar las enormes subvenciones y canonjías -2.500 millones al camelo de las políticas activas de empleo- que mantienen el poder de unos sindicatos que ya no representan ni al 10% de los trabajadores. Tampoco ha extirpado de raíz su gran base de poder: la prevalencia clara, y no interpretable por los magistrados izquierdistas de lo social, de los convenios de empresa sobre los convenios colectivos. Al igual que Chamberlain, Rajoy pudo elegir entre el “deshonor” (reforma parcial) y la “guerra” (enfrentarse con los sindicatos y con la izquierda). Eligió la reforma parcial y tendrá el enfrentamiento.

Como señalan los empresarios que crean empleo de verdad, el verdadero problema es que el trabajo tenga un sobrecoste del 35% en seguros sociales que el trabajador no ve. Lo que menos importa para contratar, como dice Juan Roig (Mercadona), son los días de despido

Espero que si van a la guerra, Rajoy tenga el mínimo de decencia y coraje de acabar de una vez por todas con las subvenciones y privilegios de los sindicatos, aunque de momento no ha acometido ni de lejos las reformas que España necesita: reducción del tamaño del Estado; cierre de las entidades financieras inviables; lucha contra los monopolios, porque tenemos los costes de energía, servicios bancarios y telecomunicaciones más altos de Europa; y reforma laboral. Por ese orden. Hace tres semanas, el diferencial de la prima de riesgo con Italia estaba en más de 150 puntos. El viernes había caído a 35 puntos. Eso quiere decir, lisa y llanamente, que los mercados no se han creído las reformas. Y cuando Italia, que tiene la mitad de déficit y de paro que España, nos pase, seremos los parias.

¿Por qué la reforma laboral no creará un solo puesto de trabajo?

Personalmente me produce especial desazón la reforma laboral, por la sencilla razón de que vengo afirmando desde hace años, en contra de la ortodoxia vigente, que la reforma laboral no creará ni un solo puesto de trabajo y que su urgencia es solo un mito de la casta política, para desviar la atención de los verdaderos problemas. Y ahora podremos saber quién tiene razón. Pero veamos los mitos:

Primer mito: el mercado laboral es rígido. No exactamente. El mercado laboral español es un mercado dual, un 60% de trabajadores ocupados son mileuristas o menos, y pueden ser despedidos a muy bajo coste. Un 20% son empleados públicos con un salario un 35% superior a la media y una tasa de absentismo salvaje del 20%, y está por ver si podrán ser despedidos. Entonces, ¿son las condiciones de trabajo de la quinta parte de la masa laboral el gran problema de España?

Segundo mito: si analizamos las cifras de la última EPA sobre la estructura del paro nos encontramos con lo siguiente: desde final de 2007 el paro se ha incrementado en 2,7 millones. De ellos, 700.000 son trabajadores por cuenta ajena -nada que ver con rigidices-, 1,7 millones trabajadores con contrato temporal -nada que ver tampoco-, y solo 300.000 con contrato fijo. Es decir, las rigideces no han causado la pérdida del 89% de los parados originados durante la crisis. Y esto no es opinable, son matemáticas.

Tercer mito: ¿Cuál es entonces la causa de los 2,7 millones de parados? Esencialmente, dos. La primera, la falta absoluta de financiación a PYMES y autónomos, mientras estos insensatos han entregado 40.000 millones en dinero y 90.000 en avales para mantener abiertas entidades que tendrían que haber cerrado y sus responsables procesados. Si este dinero se hubiera canalizado a créditos y circulante de estos pequeños empresarios, que son los que crean el 80 % del empleo, habría como mínimo un millón de parados menos. La segunda, los impagos de CCAA y ayuntamientos, que deben más de 70.000 millones, lo que ha arruinado a decenas de miles de empresas. Si el dinero destinado a pagar salarios a sus enchufados se dedicara a pagar a proveedores, por cada empleado público eliminado se habría evitado la perdida de  entre 2 y 3 puestos en el sector privado. 

Y ahora vayamos a la reforma propuesta, porque la final estará, sin duda, mucho más aguada, dado que Rajoy quiere consenso. ¿Para qué quiere entonces la mayoría absoluta? Globalmente, no cambia el marco laboral, ofrece una cosa y la contraria en casi todo, carece orientación definida y si la interpretación de “causa objetiva” queda en manos de los magistrados izquierdistas de lo social, apaga y vámonos. En lo concreto, la rebaja de la indemnización por despido improcedente de 45 a 33 días es muy mediática pero irrelevante. Primero, porque como señalan los empresarios que crean empleo de verdad, no los enchufados de la CEOE, el verdadero problema es que el  trabajo tenga un sobrecoste del 35% en seguros sociales que el trabajador no ve. Lo que menos importa para contratar, como dice Juan Roig (Mercadona), son los días de despido. Segundo, también según Roig, acabar con el caos legislativo de 17 taifas y con el absentismo, cinco veces mayor que la media europea, son mucho más importantes.

El supermediático contrato de inserción para jóvenes es una tomadura de pelo, porque los jóvenes que no tengan prestaciones, que no tengan dote que entregar al empresario, es decir, la mayoría, no pueden beneficiarse de este contrato.La negociación colectiva tampoco se desmantela por completo -y esto es esencial-, lo que reduce algo, pero no elimina, el poder de los sindicatos comisionistas, igual que la pérdida del carácter indefinido de los convenios limitado ahora a dos años. Se da mas flexibilidad a la movilidad y la reducción transitoria de jornada, lo que es correcto, pero poco relevante.

Por que las medidas tomadas no nos sacarán de la crisis

Primera medida, subida de impuestos sobre la renta y el ahorro al mayor nivel de Europa, y mantenimiento intacto del tamaño del Estado. Endeudamiento masivo del Estado, 30.000 millones de euros en solo 40 días, suscritos en un 85% por la banca española con el dinero del BCE. Resultado, menos consumo, menos inversión, menos empleo, mayor deuda pública.

Segunda medida, Ley de Estabilidad Presupuestaria. Las AAPP tendrán que gastar lo mismo que ingresen en… ¡2020! Un ejemplo, Extremadura, primero dijo “vamos a reducir el gasto en un 20%”. Después, solo un 10%, al final un 5% teórico, porque los gastos son seguros y los ingresos voluntaristas, y todas las demás igual. Eso si la Ley prevé bajar las pensiones (sostenibilidad) y pagar por la Sanidad, Educación y uso de autovías (financiación de grandes servicios) ya mismo, no en 2020. Se transfieren 15.000 millones a las CCAA para“atender gastos inaplazables y pagar a proveedores”, los gastos inaplazables son la luz, el teléfono, los sueldos, las Visa Oro, los coches y los chiringuitos, para proveedores quedaran 10 euros. Resultado, despilfarro a toda marcha y los proveedores seguirán sin cobrar.

Tercera medida, reforma del sistema financiero. El crédito no solo seguirá cortado al sector privado, sino que se ha reducido en 12.000 millones desde primero de año,  y no se recupera la solvencia, el agujero es, al menos, tres veces mayor del reconocido. En lugar de cerrar lo inviable se mantiene todo, lo que puede acabar costando a los españoles 100.000 millones de euros adicionales a los 40.000 que lleva costados ya. Resultado, sin crédito no hay empleo ni recuperación que valga.

Cuarta medida, reforma laboral. No creará un solo puesto de trabajo y la pregunta es, ¿y para crear empleo qué piensan hacer?

Ni una sola de las medidas tomadas crea ni crecimiento ni empleo, justo lo contrario. España está quebrada desde julio, cuando el BCE nos rescató empezando a comprar masivamente deuda española, sin el dinero del BCE suspendería pagos en semanas, y a pesar de ello, Rajoy igual que socialistas y nacionalistas no está dispuesto a reducir el tamaño del Estado. Bruselas ha exigido a Grecia reducir los empleados públicos a 550.000 y han aceptado, la misma regla aplicada a España obligaría a reducir el número de empleados públicos en más de un millón. ¿Cuánto tiempo creen que los burócratas de la Rue de la Loi tardarán en darse cuenta?

En septiembre de 1938, Chamberlain, primer ministro de Gran Bretaña, subscribió el Pacto de Munich con Hitler. Al volver a Londres y presentar su acuerdo en el Parlamento, Churchill le increpó con una frase histórica: “Pudisteis elegir entre el deshonor y la guerra, elegisteis el deshonor y tendréis la guerra”. Rajoy, que no es Churchill ni por aproximación sino un pactista como Chamberlain, ante la oportunidad histórica de hacer una verdadera reforma laboral y acabar de una vez por todas con los privilegios de unos sindicatos comisionistas y chantajistas, se ha limitado a abrir las puertas que habían dejado entreabiertas el anterior Gobierno, UGT y CCOO en el último acuerdo. Ha tocado muchos temas, algunos muy mediáticos, pero irrelevantes en la práctica. Y, además, al estudiar la letra pequeña, que es lo esencial, uno cae en la cuenta de que todo queda en la mitad de la mitad. Y eso si no se bajan los pantalones en la tramitación.