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Cómo preservar capital en un mercado manipulado
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Fernando Suárez

El Teatro del Dinero

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Cómo preservar capital en un mercado manipulado

Va camino de cumplir ocho años y, sin embargo, parece recién alumbrada. Frescura, terneza y aroma de bebé. Me llega al buzón con el lema El

Va camino de cumplir ocho años y, sin embargo, parece recién alumbrada. Frescura, terneza y aroma de bebé. Me llega al buzón con el lema El futuro es ahora y una breve nota adjunta. Desde la barrera siempre se torea más y mejor, viene a decir la doble traducción. Leída un par de veces, La devaluación de la moneda mundial: es la inflación, pero no como la conocemos resulta, además de imprescindible, muy oportuna.

 

La pieza del Dr. Peter Warburton comienza con los recuerdos del autor como monetarista internacional en la London Business School, cuando modelizaba control de la oferta monetaria, valor de equilibrio de la divisa y balanza de pagos. Qué equivocados estábamos, confiesa al final del primer párrafo.

Argumenta impecablemente cómo la segmentación de la inflación en monetaria y crediticia produce un exceso global de capacidad estructural: Una excesiva expansión del crédito puede crear un entorno en el que los factores de producción (tierra, capital y mano de obra) parecen estar en oferta infinita. [...] Un país rico, con multitud de activos como garantía para pedir prestado, puede enfrentar una curva de oferta que aparentemente es infinitamente elástica.

La sobreproducción de bienes y servicios se mantiene hasta el cénit del espejismo fiduciario, imponiéndose entonces una dieta de adelgazamiento que implica despidos, cierres y dificultades de los prestatarios para pagar sus deudas. Pero dado que toda deuda es dinero prestado, para cancelarla es necesario destruir parte de la oferta monetaria, por lo que se incrementa la necesidad de liquidez adicional en el sistema financiero. Poco importa si la deuda estaba estructurada como un bono o como un préstamo bancario. Los bonistas ya cambiaron su dinero: si los bonos se cancelan, el dinero se pierde.

Reflación continua, de burbuja en burbuja

La historia resulta harto familiar. Una y otra vez, quienes vienen advirtiendo de las consecuencias de la inflación de dinero y crédito, humillados y desacreditados por los acontecimientos. El tiempo tardó poco en darle, de nuevo, la razón. La reflación global y manipulaciones cambiarias, iniciadas en 2003 por el Banco de Japón (BoJ) a sugerencia de EE.UU, supusieron el aplazamiento de la purga de la burbuja puntocom iniciada en 2000, mini-recesión incluida. La impresión de 35 billones de yenes creados de la nada, el equivalente a 50 dólares por habitante del planeta, permitió mantener artificialmente bajo el tipo de cambio del yen frente al dólar, protegiendo la competitividad exportadora nipona, al tiempo que sirvió para comprar la deuda pública norteamericana que enjugó cuatro quintas partes del déficit fiscal surgido de los sucesivos recortes impositivos de la primera Administración Bush.

Esto volvió a cebar la bomba monetaria y crediticia global, espoleando el consumo norteamericano financiado por sus exportadores, a través de compras masivas de instrumentos de deuda made in USA en el habitual proceso de reciclado de dólares. Relanzada la expansión fiduciaria, el efecto riqueza de las burbujas de activos recién apuntaladas hizo el resto, en un variado roadshow mundial de ladrillos, materias primas, divisas, acciones, bonos, arte...

El drenaje de liquidez de cerca de 26 billones de yenes iniciado por el BoJ en 2006, aumentando el precio del dinero hasta el 0’25%, fue secundado globalmente a instancias del G20 mediante incrementos de tipos y/o coeficientes de reservas, con el fin de detener el Frankenstein inflacionista creado, quien estaba haciendo marcar máximos históricos al crudo y al resto de commodities, amenazando con descuadrar y dejar al desnudo las manipulaciones estadísticas al uso. Ya era tarde.

Lo que vemos en la actualidad es una batalla entre los bancos centrales y el colapso del sistema financiero luchado en dos frentes, aseguraba Warburton en 2001. Por un lado, bancos centrales creando liquidez para compensar el adelgazamiento crediticio. Por otro, y aquí es donde servidor quería llegar, manipulaciones a la baja, por parte de bancos de inversión y otros agentes, del precio del oro, petróleo, soft commodities y, en general, cualquier cosa susceptible de constituir un indicador de valor intrínseco. Con un doble objetivo: privar a los observadores independientes de referencias confiables para medir la erosión del valor de las monedas fiduciarias y, asimismo, negar al inversor la oportunidad de protegerse contra la fragilidad del sistema financiero operando en mercados libres de activos no financieros.

 

Manipula, que algo queda

 

La manipulación del oro se instrumenta a través del Central Bank Gold Agreement, próximo a renovarse, y las diversas variedades de Gold Carry Trade, cuyo precursor fue el London Gold Pool de los años sesenta que permitió a los bancos centrales mantener estable el precio de la onza de oro en torno a 35$, según el patrón monetario surgido de Bretton Woods.

En su versión más básica, el gold carry trade consiste en que los bancos centrales prestan, a cambio de un tipo de interés (GOFO), parte de sus reservas de oro a bancos comerciales y de inversión, quienes la venden entonces en el mercado físico e invierten el montante al tipo vigente del LIBOR. El diferencial LIBOR-GOFO, conocido como lease rate, es su ganancia. Así, el precio del oro se mantiene artificialmente bajo en los mercados, bancos centrales y bullion banks se benefician, y la confianza en el dinero fiduciario se realimenta. Una operativa muy provechosa, qué casualidad, en 2001 y 2008.

La adulteración del mercado de la plata, por su parte, tampoco pasa inadvertida. Mientras la SEC prohibía vender en descubierto valores financieros e hipotecarios, se consentía que por cada onza de plata existente en el mundo, hubieran 100 onzas vendidas vía títulos/derivados, con las entregas físicas limitadas a  7’5 millones de onzas/mes.

El caso del petróleo no es muy distinto. A pesar de investigaciones y denuncias que terminan en multa y reprimenda, la teoría del déficit de producción y progresivo agotamiento de recursos energéticos fósiles (Peak Oil) y los reforzados factores geoestratégicos conducen a un escenario donde algunos expertos pronostican un barril de crudo a precios 10 veces los actuales. Sea como fuere, los ardides en los mercados de oro, plata y petróleo, siendo vox pópuli, se perdonan y olvidan.

Back to basics. Un mundo de recursos limitados/estratégicos/escasos frente a ilimitada ficción fiduciaria y activos financieros abundantes, reproducibles y aparentemente equivalentes. Términos de intercambio en creciente desequilibrio que, tarde o temprano, revertirán en busca de un equilibrio real. En el camino, devaluaciones, burbujas y sumideros.

 

Protección del capital a largo plazo

Warburton finalizaba su artículo enumerando sus preferencias de inversión para los primeros años del siglo XXI, atendiendo a los requisitos de oferta limitada, resistencia climática, propiedad extendida que evite cualquier tentación de restringir el suministro, libre negociación e inexistencia de mercados derivados manipulables. Lustro y medio después, la preservación del capital descansa, más que nunca y a juicio de quien esto escribe, en las mismas premisas de antaño. Adaptación prudente y previsora a tiempos críticos donde la facilidad de intercambio, la liquidez, y la confianza en el cumplimiento ajeno, el riesgo de contrapartida, se venden muy caras. A precios prohibitivos, la estabilidad geopolítica y seguridad jurídica.

Los entonces candidatos, ninguno de los cuales satisfacía enteramente las restricciones impuestas por el autor, estaban representados por tierras de cultivo; capacidades de refino de petróleo y de generación eléctrica; accesos costeros, dársenas y puertos; reciclado de agua y recursos hídricos; paladio, platino y diamantes; bienes inmobiliarios de alto standing en lugares distinguidos; antigüedades, obras de arte, sellos y monedas; y materias primas sin mercados derivados.

Bien podría parecer la cartera del mono o la de una incipiente distopía. Sin embargo, la realidad histórica evidencia cómo el equilibrio dinámico en términos de intercambio entre recursos finitos, trigo por petróleo o reliquias bárbaras de trigo por plata, será vital en tiempos venideros. Ya lo está siendo. También el vínculo entre oro y petróleo, tan volátil y jugoso en estos últimos años, augura un futuro en el que las relaciones entre utilidad, valor y precio, hoy tan confusas y difuminadas, volverán a quedar nítidas y perceptibles. Tempus fugit.

Va camino de cumplir ocho años y, sin embargo, parece recién alumbrada. Frescura, terneza y aroma de bebé. Me llega al buzón con el lema El futuro es ahora y una breve nota adjunta. Desde la barrera siempre se torea más y mejor, viene a decir la doble traducción. Leída un par de veces, La devaluación de la moneda mundial: es la inflación, pero no como la conocemos resulta, además de imprescindible, muy oportuna.