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La industria solar cambia el ritmo

Las palabras concentración y eficiencia están en boca de todos los actores de la industria solar. Los cambios introducidos por el Real Decreto 1578/2008 de 29

Las palabras concentración y eficiencia están en boca de todos los actores de la industria solar. Los cambios introducidos por el Real Decreto 1578/2008 de 29 de septiembre, dibujan un contexto radicalmente distinto, donde lo que es (la hoy “industria solar”) ya no es lo que era (un nicho de crecimiento sin fin) y donde quienes fueron parte, se replantean sus estrategias de futuro.

¿La razón? El Real Decreto define cómo se retribuirá a partir de ahora la producción de energía eléctrica mediante tecnología solar fotovoltaica, es decir, a cuánto se paga el Kilovatio. La nueva normativa no sólo impone ciertas limitaciones al sector en cuanto nuevas instalaciones cada año, sino que también recorta en lo pecuniario las primas que éstas reciben por producir energía solar.

Entre las razones esgrimidas en la exposición del nuevo decreto, destaca sobre manera la rápida evolución del sector solar fotovoltaico, que “ha comportado numerosas inversiones industriales relacionadas con la tecnología solar fotovoltaica...” lo que hace necesario adecuar y elevar el objetivo de potencia instalada de 371 MW marcado en el anterior R.D. 661, de 2007.

Según los datos ofrecidos por la Administración, aquel objetivo, marcado en mayo del año pasado, se había cumplido tan sólo 3 meses después.

Dejando al margen el actual debate sobre la conveniencia o no de políticas orientadas a impulsar, para después desacelerar en tan corto espacio de tiempo, un mismo sector, y visto con perspectiva, los nuevos objetivos anuales de potencia son más acordes a las mejoras tecnológicas conseguidas y a la competitividad de las instalaciones fotovoltaicas en España a medio y largo plazo.

Sin embargo, a nadie se le escapa que la nueva tarifa regulada supone una reducción de en torno al 25% respecto a la anterior legislación, es decir: el inversor que quiera apostar ahora por una instalación solar fotovoltaica tendrá un rendimiento económico sensiblemente menor que aquel otro que hubiera invertido bajo el paraguas del R.D. 661.

Por tanto, el reto ante el que se encuentra la industria solar fotovoltaica española es el de reducir costes, esto es, situar los costes de las instalaciones a niveles que sean rentables en un plazo definido, de acuerdo con las nuevas tarifas. Es por ello que oímos palabras como concentración y eficiencia en este sector, y es por ello también que el sector asegurador, esa industria que respalda casi todas las industrias, no puede permanecer ajeno a la situación actual.

Analicemos la evolución de los costes en los últimos años. Según un informe de ASIF (Asociación de la Industria Fotovoltaica), de octubre de 2006, las partidas más importantes en el coste final de las instalaciones son, por este orden, los paneles (que se llevan entre el 55% - 64% del coste) y la partida integrada por costes de ingeniería-gastos generales y administración (que suponen entre el 20% y el 17% del coste final). Los seguros tan sólo representan el 02.% de la inversión en un proyecto de financiación.

Mientras que de 2006 a 2008 se estima que el coste medio de los paneles ha bajado un 10%, los seguros para este tipo de instalaciones han reducido su precio medio más de un 30% en los últimos tres años (reducción porcentual en términos de tasas aplicables sobre el presupuesto de ejecución).

Pero, ¿a qué se ha debido esta importante reducción de costes? Dos son los factores que más han influido hasta ahora en la bajada de tasas. El primero, la propia dinámica del mercado asegurador, marcada por una competencia feroz en la captación de nuevo negocio, e impulsada por entidades que buscaban ser referentes en uno de los sectores de mayor crecimiento de los últimos años (la potencia instalada/potencia equivalente se ha incrementado más del 7000% en apenas cuatro años).Este potencial de crecimiento ha impulsado el desarrollo de productos exclusivos para la industria solar, consolidado a España como segundo mercado europeo, y provocado que las grandes aseguradoras internacionales se planteen participar de manera activa en un sector que crece, innova y cuya historia vamos escribiendo día a día.

En segundo lugar, la experiencia adquirida con este tipo de instalaciones también ha ayudado a reducir los precios. Ahora se conoce cómo y dónde se produce la siniestralidad, qué medidas preventivas se deben de poner en funcionamiento y cómo van a afectar en el coste del programa de seguros. La concienciación de los responsables de las instalaciones, la mediación y diseño de nuevos productos por parte de los brokers de seguros y la labor de los departamentos de ingeniería de las aseguradoras han sido piezas fundamentales en este sentido.

Por tanto, si la industria aseguradora había reducido un 30% los costes del seguro antes de que se hablara de crisis, la gran pregunta es ¿podrá seguir contribuyendo a la competitividad de las instalaciones solares con nuevos ajustes de precios?

La respuesta es incierta. Como parte del sistema financiero, las aseguradoras no son ajenas a una crisis que afecta a los mercados y de la que aún se desconocen sus efectos (reducción de la capacidad, incremento de tasas, reducción de márgenes de solvencia...) Tras el Real Decreto, es indudable que el sector solar va a ejercer presión para reducir costes en esta nueva etapa, pero también lo es que la industria aseguradora buscará la forma de adaptarse al nuevo contexto fotovoltaico.

En definitiva, se ha abierto una nueva etapa y con ella un nuevo ritmo, pero el objetivo para los actores del mercado sigue siendo el mismo: la competitividad de la industria solar española.

(*)Especialista en Riesgos de Energía Solar de Marsh

Las palabras concentración y eficiencia están en boca de todos los actores de la industria solar. Los cambios introducidos por el Real Decreto 1578/2008 de 29 de septiembre, dibujan un contexto radicalmente distinto, donde lo que es (la hoy “industria solar”) ya no es lo que era (un nicho de crecimiento sin fin) y donde quienes fueron parte, se replantean sus estrategias de futuro.

¿La razón? El Real Decreto define cómo se retribuirá a partir de ahora la producción de energía eléctrica mediante tecnología solar fotovoltaica, es decir, a cuánto se paga el Kilovatio. La nueva normativa no sólo impone ciertas limitaciones al sector en cuanto nuevas instalaciones cada año, sino que también recorta en lo pecuniario las primas que éstas reciben por producir energía solar.

Entre las razones esgrimidas en la exposición del nuevo decreto, destaca sobre manera la rápida evolución del sector solar fotovoltaico, que “ha comportado numerosas inversiones industriales relacionadas con la tecnología solar fotovoltaica...” lo que hace necesario adecuar y elevar el objetivo de potencia instalada de 371 MW marcado en el anterior R.D. 661, de 2007.

Según los datos ofrecidos por la Administración, aquel objetivo, marcado en mayo del año pasado, se había cumplido tan sólo 3 meses después.

Dejando al margen el actual debate sobre la conveniencia o no de políticas orientadas a impulsar, para después desacelerar en tan corto espacio de tiempo, un mismo sector, y visto con perspectiva, los nuevos objetivos anuales de potencia son más acordes a las mejoras tecnológicas conseguidas y a la competitividad de las instalaciones fotovoltaicas en España a medio y largo plazo.

Sin embargo, a nadie se le escapa que la nueva tarifa regulada supone una reducción de en torno al 25% respecto a la anterior legislación, es decir: el inversor que quiera apostar ahora por una instalación solar fotovoltaica tendrá un rendimiento económico sensiblemente menor que aquel otro que hubiera invertido bajo el paraguas del R.D. 661.

Por tanto, el reto ante el que se encuentra la industria solar fotovoltaica española es el de reducir costes, esto es, situar los costes de las instalaciones a niveles que sean rentables en un plazo definido, de acuerdo con las nuevas tarifas. Es por ello que oímos palabras como concentración y eficiencia en este sector, y es por ello también que el sector asegurador, esa industria que respalda casi todas las industrias, no puede permanecer ajeno a la situación actual.

Analicemos la evolución de los costes en los últimos años. Según un informe de ASIF (Asociación de la Industria Fotovoltaica), de octubre de 2006, las partidas más importantes en el coste final de las instalaciones son, por este orden, los paneles (que se llevan entre el 55% - 64% del coste) y la partida integrada por costes de ingeniería-gastos generales y administración (que suponen entre el 20% y el 17% del coste final). Los seguros tan sólo representan el 02.% de la inversión en un proyecto de financiación.

Mientras que de 2006 a 2008 se estima que el coste medio de los paneles ha bajado un 10%, los seguros para este tipo de instalaciones han reducido su precio medio más de un 30% en los últimos tres años (reducción porcentual en términos de tasas aplicables sobre el presupuesto de ejecución).

Pero, ¿a qué se ha debido esta importante reducción de costes? Dos son los factores que más han influido hasta ahora en la bajada de tasas. El primero, la propia dinámica del mercado asegurador, marcada por una competencia feroz en la captación de nuevo negocio, e impulsada por entidades que buscaban ser referentes en uno de los sectores de mayor crecimiento de los últimos años (la potencia instalada/potencia equivalente se ha incrementado más del 7000% en apenas cuatro años).Este potencial de crecimiento ha impulsado el desarrollo de productos exclusivos para la industria solar, consolidado a España como segundo mercado europeo, y provocado que las grandes aseguradoras internacionales se planteen participar de manera activa en un sector que crece, innova y cuya historia vamos escribiendo día a día.

En segundo lugar, la experiencia adquirida con este tipo de instalaciones también ha ayudado a reducir los precios. Ahora se conoce cómo y dónde se produce la siniestralidad, qué medidas preventivas se deben de poner en funcionamiento y cómo van a afectar en el coste del programa de seguros. La concienciación de los responsables de las instalaciones, la mediación y diseño de nuevos productos por parte de los brokers de seguros y la labor de los departamentos de ingeniería de las aseguradoras han sido piezas fundamentales en este sentido.

Por tanto, si la industria aseguradora había reducido un 30% los costes del seguro antes de que se hablara de crisis, la gran pregunta es ¿podrá seguir contribuyendo a la competitividad de las instalaciones solares con nuevos ajustes de precios?

La respuesta es incierta. Como parte del sistema financiero, las aseguradoras no son ajenas a una crisis que afecta a los mercados y de la que aún se desconocen sus efectos (reducción de la capacidad, incremento de tasas, reducción de márgenes de solvencia...) Tras el Real Decreto, es indudable que el sector solar va a ejercer presión para reducir costes en esta nueva etapa, pero también lo es que la industria aseguradora buscará la forma de adaptarse al nuevo contexto fotovoltaico.

En definitiva, se ha abierto una nueva etapa y con ella un nuevo ritmo, pero el objetivo para los actores del mercado sigue siendo el mismo: la competitividad de la industria solar española.

(*)Especialista en Riesgos de Energía Solar de Marsh

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