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Los costes laborales del sector servicios bajan en el segundo trimestre
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Juan Carlos Barba

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Los costes laborales del sector servicios bajan en el segundo trimestre

Retroceden un 1%, tres puntos por debajo de la inflación La Encuesta de Coyuntura Laboral (ECL) del segundo trimestre ha reflejado una fuerte moderación de

Retroceden un 1%, tres puntos por debajo de la inflación

La Encuesta de Coyuntura Laboral (ECL) del segundo trimestre ha reflejado una fuerte moderación de los costes laborales en el sector servicios, muy por debajo de la inflación, y nada habitual viniendo como venimos de una inflación del 2,4% en 2011. La explicación más plausible es que la reforma laboral del pasado mes de febrero está empezando a tener efecto en el sector menos sindicalizado de la economía, lo que en un entorno de altísimo desempleo está flexibilizando los salarios a la baja de forma nominal, algo que tradicionalmente se ha considerado en la literatura económica como muy difícil, por razones de índole microeconómica relacionadas con la psicología de las personas.

 

En los sectores industrial y de la construcción, como se muestra en los dos siguientes gráficos, no se está produciendo esta bajada de salarios. Antes bien siguen subiendo por encima del IPC. Esto es muy probablemente debido a que son sectores mucho más sindicalizados.

 

Es muy difícil sacar todavía conclusiones claras de los datos de empleo, pero mi impresión es que ya estamos viendo los primeros indicios de moderación en la destrucción de empleo en los servicios en relación a la caída de la demanda que se observa en este sector.

De hecho, la afiliación en los servicios ha caído en sólo 53.000 personas (dato desestacionalizado) desde abril, es decir, un 0,4%, cuando la demanda en el sector está descendiendo una media del 7% una vez deflactada (casi 3 puntos más que en el cuatrimestre anterior). Esta cifra de destrucción de empleo es la mitad que en los cuatro meses anteriores, cuando lo esperable hubiera sido que se destruyera más empleo, máxime teniendo en cuenta que es un indicador retrasado.

Aunque lo deseable, evidentemente, es que la economía española fuera capaz de pagar unos salarios mayores a los trabajadores, por desgracia nos encontramos en una terrible situación, en que la demanda existente no es suficiente como para generar suficientes empleos al nivel salarial existente como para dar trabajo más que a tres de cada cuatro personas (y cuatro de cada diez jóvenes) en edad de trabajar. El sufrimiento humano que ello provoca es inmenso, y se deben usar todos lo medios posibles para combatirlo.

Los remedios keynesianos a esta situación han sido, tradicionalmente, aumentar la demanda agregada mediante el incremento del gasto público. Pero sabemos que la coyuntura internacional hace imposible esto, ya que implicaría un enfrentamiento a las instituciones europeas y la quiebra del país. Es más, las presiones son enormes para que se reduzca fuertemente el gasto público, con las consecuencias negativas que acarreará para la demanda y el empleo.

Desde otras ámbitos se demanda aumentar los impuestos sobre los beneficios empresariales de forma que se produzca una transferencia de riqueza hacia los trabajadores. Pero una vez más el margen de maniobra es escaso, ya que España ya tiene unos impuestos altos en relación a otros países y se corre el riesgo de provocar la fuga de inversores. Y, peor aún, la central de balances del Banco de España ha informado de que en el último trimestre, debido al deterioro de la situación económica, la rentabilidad de la empresas españolas sobre su activo neto ha caído a un histórico 3,6%, lo que es menos de la mitad de la rentabilidad histórica. En el caso de la industria la situación es mucho peor, ya que la rentabilidad es ya sólo del 1,9%, menos de la cuarta parte de la histórica. Esto sencillamente quiere decir que no existen apenas opciones ya de transferencia de riqueza por vía impositiva desde los beneficios empresariales hacia los trabajadores.

Una tercera opción es perseguir más el fraude fiscal para evitar que la demanda del sector público se tenga que reducir tanto, pero una vez más existen gravísimas dificultades para incrementar más que marginalmente los ingresos por este medio. España tiene ya el cuarto nivel impositivo más alto de Europa, siendo los otros dos países mucho más ricos que nosotros, con lo que el esfuerzo fiscal en relación a nuestra renta es ya enorme, y probablemente el mayor del mundo. En todos los estudios hechos a este respecto se ha visto existe una relación clarísima entre el esfuerzo fiscal de los ciudadanos y el tamaño de la economía sumergida, con lo que las continuas subidas de impuestos empujan con mucha fuerza en la dirección contraria a la de la reducción del tamaño de la economía informal. Además están sobre la mesa las denuncias del sindicato de técnicos de Hacienda (Gestha) sobre los escasos recursos destinados al gran fraude, que supone al menos el 70% del total. Los responsables del Ministerio sabrán por qué permiten que esto siga sucediendo, pero no parece que la situación vaya a cambiar.

Los economistas de tendencia keynesiana entienden que si se llega a una situación en que el paro es tan alto que fuerza bajadas nominales en los salarios se puede llegar a un equilibrio subóptimo en la economía en que ésta se estabilice en niveles altos de paro, con bajos salarios, y éste no se reduzca. Otros economistas, no obstante, piensan que una reducción de los salarios conducirá a la creación de más empleo y a una bajada del paro (o una disminución del ritmo de aumento de éste). Aunque todavía es pronto para estar seguros, los primeros datos de que disponemos parecen indicar que posiblemente sean los segundos, y no los primeros, los que tengan razón. En unos meses seguramente tendremos ya datos suficientes como para dar una respuesta definitiva a esta polémica.

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