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¿Está justificado el optimismo por la mejora del déficit comercial?
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Juan Carlos Barba

Gráfico de la Semana

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¿Está justificado el optimismo por la mejora del déficit comercial?

La drástica mejora del déficit ha hecho lanzar las campanas al vuelo al Gobierno. Sin embargo, el dato tiene más sombras que luces. El mejor

La drástica mejora del déficit ha hecho lanzar las campanas al vuelo al Gobierno. Sin embargo, el dato tiene más sombras que luces.

El mejor dato para un mes de diciembre desde 1986. Así de buenos han sido los resultados del comercio exterior en el último mes de 2012. Como vemos en la propaganda del PP, este es un dato clave que está utilizando el Gobierno para justificar la bondad de su política económica. Independientemente de lo patético que resultó ver no sólo una falta de ortografía en la publicidad (“superhábit” por “superávit”), sino un grave error conceptual ya que se debe hablar de superávit en la balanza por cuenta corriente o en la balanza comercial, es bastante dudoso que la interpretación que hace el Gobierno sea correcta.

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En el gráfico de la semana podemos ver la evolución de las importaciones y exportaciones a precios constantes desde el año 2007. Las exportaciones han subido muy levemente en el último año, concretamente un 1,7%. Esta es una cifra menor que la estimada por la Organización Mundial del Comercio para 2012 en todo el mundo (un 2,5%) y que la de otros países de la zona euro como Alemania o Francia. Cuesta ver de qué incrementos de la competitividad está hablando el Gobierno que no se traducen en mejoras en las ventas. Este hecho da respaldo a la estimación real de competitividad que comenté la semana pasada

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La mejora ha venido dada en su gran mayoría por el colapso de las importaciones, que en el último año, a precios constantes, han bajado un 7,1%. Ambas tendencias -a un crecimiento más lento de las exportaciones y a una intensa disminución de las importaciones- se han venido acentuando en el tramo final del año. En diciembre las exportaciones a precios constantes sólo subieron un 0,1% y las importaciones cayeron un estremecedor 13,9%. Esto nos da idea de la brutal crisis de demanda que está sufriendo en estos momentos España y que se está agravando cada vez más.

Los últimos datos publicados (ventas de grandes empresas, actividad de servicios, ventas industriales...) nos están diciendo que la crisis, lejos de suavizarse, es en estos momentos más grave que nunca. Los últimos datos adelantados (el flash PMI de la Eurozona) han sido un duro golpe después de la leve mejoría de enero. Es muy preocupante que después de cerrarse la brecha exterior sigamos con semejante crisis, claramente motivada por el desastre del sistema financiero. El nivel de deuda es tan alto que la economía es incapaz de desapalancarse, habiendo entrado en la temida espiral de deuda-deflación. Aunque la deuda del sector privado baja (un 6,4% en 2012), la deuda total del sistema sigue subiendo por el incremento del endeudamiento público. Así, esta aumentó en 2012 un 0,3%. Mientras tanto, la capacidad de repago de familias y empresas seguía bajando sin parar por el deterioro de la situación. Así, las rentas salariales bajaban ya un 5,5% en el tercer trimestre, y los beneficios empresariales informados por la Central de Balances descendían un 24,1%. 

El Gobierno, una vez más, parece no comprender que lo importante no es la deuda del sector privado, sino la deuda total, ya que finalmente el pago de la deuda pública se ha de hacer con rentas de familias y empresas que ya no estarán disponibles para el pago de la deuda privada. Y lo que estamos viendo es un incremento brutal en la ratio deuda/capacidad de repago de esta. Ello causa que cada vez haya más impagos, con lo cual la banca está en peores condiciones y se restringe aún más el crédito, alimentando de este modo un círculo vicioso que, de no corregirse, llevará a la quiebra al completo del sistema financiero y del propio Estado en su intento de salvarlo. Ha sido lamentable comprobar cómo el traspaso de morosidad del sistema financiero a la Sareb vista en diciembre haya servido sólo para hacer retroceder la morosidad a niveles de junio.

Está claro que la economía española había cometido tales excesos en la década de 1997-2007 en forma de malas inversiones que somos incapaces de corregir la situación por nuestros propios medios. El entorno internacional, con unos precios de la energía altísimos y un crecimiento muy débil, no ayuda nada. Es hora de que se reconozca esto y se exija a Europa un plan de saneamiento integral del sistema financiero que no suponga hundir más todavía nuestro débil sistema productivo y causar más sufrimientos a una población que soporta, junto con Grecia, los mayores niveles de paro del mundo. Aunque no sólo esto es necesario, sino que también lo es un ambicioso plan de relanzamiento de la industria que encamine los recursos hacia sectores de alto valor añadido, ya que está claro que la banca privada española carece de la mínima cultura tecnológica y es incapaz de financiar nada que no esté relacionado con los sectores productivos más tradicionales, puesto que los encargados de juzgar los proyectos empresariales punteros no son capaces de evaluarlos.

La drástica mejora del déficit ha hecho lanzar las campanas al vuelo al Gobierno. Sin embargo, el dato tiene más sombras que luces.