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¿Más competitivos? Justo lo contrario
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Juan Carlos Barba

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¿Más competitivos? Justo lo contrario

Se está haciendo exactamente lo mismo que durante la burbuja. Es decir, vivir a crédito

Foto: El ministro de Economía y Competitividad, Luis de Guindos (EFE)
El ministro de Economía y Competitividad, Luis de Guindos (EFE)

2014 termina con un deterioro del sector exterior que echa por tierra las tesis del Gobierno sobre la recuperación económica

Los políticos del partido en el Gobierno, en plena precampaña, están defendiendo la legislatura, de facto, con un solo argumento; a saber, que las reformas que han introducido en la economía española han conseguido aumentar la competitividad de nuestra economía y, por ello es por lo que se está creando empleo. Que la austeridad es dura pero que finalmente trae su recompensa. Un discurso estupendo y virtuoso si no fuera por el pequeño detalle de que todos los datos económicos indican que es radicalmente falso y que lo que realmente está pasando es algo muy distinto, que no tiene nada de virtuoso y que es sumamente preocupante a medio plazo.

No hace falta acudir a ningún elaborado estudio para demostrar esto, sino simplemente a los datos que las mismas instituciones oficiales, a saber, el Banco de España y el Ministerio de Economía, tienen disponibles a un par de clicks de ratón.

Veamos primero los datos de competitividad que elabora el Banco de España, que es lo que representa el primer gráfico de precios de producción en Alemania y España. Hay tres hechos en este gráfico sumamente interesantes. El primero es que desde la última devaluación en 1995 solo se perdió algo de competitividad hasta 1997, habiendo permanecido bastante estable desde entonces. El segundo hecho es que, pese a las leyendas urbanas que circulan, durante las dos desastrosas legislaturas de Zapatero no solo no se perdió competitividad frente a Alemania, sino que se ganó un 2,4%. Y el tercero es que, pese a la retórica, bien publicitada de forma acrítica por los medios, durante la presente legislatura no solo no se ha ganado competitividad, sino que se ha perdido un 2,3%. De hecho, las exportaciones españolas se han comportado sumamente bien durante estos años, aumentando a ritmos similares a los de Alemania si exceptuamos el mal rendimiento de 2014.

Entonces, ¿qué es lo que ha pasado? ¿Por qué estamos tan sumamente mal? Lo que ha ocurrido es muy sencillo de comprender si ponemos el símil de una familia en que trabajan y ganan cierta cifra y gastan más o menos lo que perciben. Esa era la situación en España 1995. Imaginemos que esa familia, a lo largo de los siguientes años, va mejorando poco a poco su situación, y ganando cada año un poco más. Hasta aquí todo bien, pero resulta que empiezan a recibir llamadas de forma continua en que les ofrecen préstamos a bajo interés, sin garantías. “¡Gaste, por favor! ¡Cambie de casa! ¡Cambie de coche! ¡Váyase de viaje al Caribe, ir a Benidorm es de pobres! ¡Pida otro crédito!”. La familia cae en la tentación y pide un crédito, luego otro, después otro más. Cada año gastan más, las cosas van bien. O parecen ir. Eso sí, cada año deben bastante más que el anterior. Empiezan a pagar los plazos con nuevo crédito. Pero se lo siguen concediendo. Hasta que un buen día se lo deniegan. En un banco, en otro, y luego en todos. Y en ese momento se dan cuenta de que están quebrados, pese a que nunca han dejado de trabajar y a que cada vez ganaban más.

Esa fue exactamente la situación de la economía española desde la entrada en el euro, y lo que nos puso al borde de la bancarrota nacional en 2011.

Entonces, si no ha mejorado la competitividad, ¿por qué está creándose empleo? A estas alturas supongo que la respuesta es evidente. Porque se está haciendo exactamente lo mismo que durante la burbuja. Es decir, vivir a crédito. Y exactamente igual que durante la burbuja se produce un deterioro del sector exterior, ya que el aumento de la demanda nacional no se financia con una mejora de la competitividad que permita exportar más y, por tanto, importar también más. Es lo que vemos en la evolución de la balanza comercial en el siguiente gráfico. A partir de 1998 comenzó un monstruoso deterioro de la balanza comercial que culminó en 2008 en el segundo déficit comercial del mundo, solo por detrás de los EEUU (un país con una economía 12 veces mayor por aquella época y, además, dueño del dólar).

Y ahora estamos viendo el inicio de un proceso igual que el de entonces, pero con el agravante de que es el deterioro de la balanza comercial más rápido desde 1991, lo que vemos en el siguiente gráfico.

Esto probablemente se deba a los bajos niveles de inversión, que si bien ha mejorado ligeramente en los últimos dos años, siguen estando bajísimos. En la tipología de la empresa exportadora española es imprescindible mantener altos niveles de inversión. De lo contrario se quedan rápidamente obsoletas y pierden competitividad. Posiblemente este fenómeno sea el responsable del deterioro de la competitividad de los últimos años pese a la moderación salarial (lo que, dicho sea de paso, tampoco es muy importante, ya que solo supone un 8% de los costes del producto en la empresa exportadora española tipo).

El endeudamiento exterior para financiar el déficit comercial es una política en extremo populista y el camino seguro a una nueva crisis de deuda. Sacrifican la viabilidad futura por un puñado de votos. La única vía de salida es la apuesta por la inversión productiva y la modernización de nuestro aparato productivo, algo que, haciéndolo bien, tarda en percibirse a pie de calle cuando menos una década. La bonanza en los mercados financieros permitiría hacerlo. Pero esta es una vía que el Gobierno actual ha decidido no elegir, y el anterior tampoco aplicó en momento alguno. Ojalá todavía estemos a tiempo de cambiar el rumbo, porque, si no, el futuro pinta muy pero que muy negro.

2014 termina con un deterioro del sector exterior que echa por tierra las tesis del Gobierno sobre la recuperación económica

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