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Las universidades españolas, las peores del mundo
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Juan Carlos Barba

Gráfico de la Semana

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Las universidades españolas, las peores del mundo

En relación a la renta per cápita y a su población, España es el farolillo rojo a nivel mundial

Foto: Estudiantes se presentan a las pruebas de acceso a la Universidad. (EFE)
Estudiantes se presentan a las pruebas de acceso a la Universidad. (EFE)

Es ampliamente reconocido que uno de los factores más importantes para garantizar la prosperidad de un país es la capacitación de su población o, dicho en la terminología de los economistas, su capital humano. Aunque son importantes los cuadros medios, es decir, la formación profesional, la teoría del crecimiento endógeno nos dice que el factor diferencial básico son los trabajadores de alta cualificación, es decir, aquellos que surgen de las universidades. Son trabajadores que, a pesar de tener por lo general sueldos por encima de la media, aportan mucho más a la sociedad en forma de conocimientos, que se difunden por vías tanto formales como informales. Son, según esta teoría que hoy día es la más aceptada, el grueso de la explicación del conocido residuo de Solow, que era, hablando en román paladino, lo que este brillante economista no pudo encontrar teniendo en cuenta todos los factores conocidos para explicar las grandes diferencias de prosperidad entre unos países y otros.

Por ello se hace desde unos años atrás tanto énfasis, entre las personas e instituciones que saben de qué hablan, en lo importante que es tener una buena educación universitaria para garantizar la prosperidad de un país, que es lo que al fin y al cabo puede permitir tener buenos salarios y servicios sociales.

¿Y dónde se encuentra España en el contexto internacional? La respuesta es simple: en el peor lugar del mundo. Baste para ello echar un vistazo al siguiente gráfico.

Se trata de uno de los índices de calidad universitaria más utilizados del mundo, el 'ranking' de Shanghái, que evalúa de acuerdo a criterios objetivos miles de universidades de todo el mundo. Como vemos, somos el único país de toda la lista que no tiene una sola universidad entre las 200 más valoradas. Aunque en otros años la Universidad de Barcelona llegó a entrar por los pelos entre las 200 mejores, la situación tampoco cambia mucho. Si observamos los países en la lista, y teniendo en cuenta que somos el país número 14 del mundo en PIB, con una renta per cápita dentro más o menos de los estándares europeos y una población de 46 millones, somos una auténtica singularidad. Países minúsculos en población como Suecia, Holanda o Suiza tienen cinco, ocho y seis universidades respectivamente en este 'ranking'. Y eso por no hablar de Alemania (14) o el Reino Unido (19). El único país que queda algo descolgado de esta lista es Italia, pero aun así tiene cuatro universidades en esta clasificación.

Desde la universidad española, se critica este 'ranking', pues dicen que valora factores en los que somos especialmente débiles. Veamos cuáles son, que es lo que tenemos en el cuadro siguiente.

Como vemos, el 30% corresponde a alumnos o profesores que han ganado premios o medallas importantes en su campo, el 20% a investigadores altamente citados, el 20% a publicaciones en alguna de las dos revistas científicas más importantes del mundo, el 20% a artículos indexados y el 10% a rendimiento académico normalizado. Vemos que priman la investigación de calidad y los reconocimientos internacionales. Evidentemente, es un criterio determinado, pero¿de verdad resulta creíble que lo hayan diseñado para perjudicarnos? ¿No será más bien que nuestra universidad se halla fuera de onda y metida en su propia y particular dinámica? ¿Cómo se compatibilizan estas críticas con decir que les presionan demasiado para publicar, que es de lo que se quejan siempre?

En un artículo de 2014 deNaceur Jabnoun, titulado 'The influence of wealth, transparency, and democracy on the number of top ranked universities'(La influencia de la riqueza, de la transparencia y de la decmocracia en el número de universidades bien situadas en el 'ranking'), el autor lanza la sugestiva hipótesis de que son países donde la democracia no funciona bien los que puntúan peor en estos 'rankings', una vez descontada su renta per cápita.

Es difícil resistirse a aplicar esta teoría a nuestro país para explicar nuestra lamentable situación. Una democracia de cartón piedra que en realidad esconde unas élites político-económicas que se dedican a saquear el país a placer y cuyas corruptas prácticas impregnan todas las instituciones, incluida la universidad. ¿De verdad podemos creer que el hecho de que los equipos de gobierno de las universidades sean en última instancia cargos políticos no iba a tener consecuencias? Por supuesto que las tiene, y si los partidos políticos que sitúan sus peones en las universidades son corruptos hasta la médula -la norma-, pues entonces las consecuencias son desastrosas.

La otra cara de la moneda, para reflexionar a fondo, la tenemos en el siguiente gráfico. En algunos 'rankings',sí que hemos llegado a ser número uno mundial: en fútbol. Pan y circo, el lema de quienes manejan nuestras instituciones.

Es ampliamente reconocido que uno de los factores más importantes para garantizar la prosperidad de un país es la capacitación de su población o, dicho en la terminología de los economistas, su capital humano. Aunque son importantes los cuadros medios, es decir, la formación profesional, la teoría del crecimiento endógeno nos dice que el factor diferencial básico son los trabajadores de alta cualificación, es decir, aquellos que surgen de las universidades. Son trabajadores que, a pesar de tener por lo general sueldos por encima de la media, aportan mucho más a la sociedad en forma de conocimientos, que se difunden por vías tanto formales como informales. Son, según esta teoría que hoy día es la más aceptada, el grueso de la explicación del conocido residuo de Solow, que era, hablando en román paladino, lo que este brillante economista no pudo encontrar teniendo en cuenta todos los factores conocidos para explicar las grandes diferencias de prosperidad entre unos países y otros.

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