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Apetito por el riesgo
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José Ramón Iturriaga

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Apetito por el riesgo

Hay un indicador que no por poco científico resulta menos fiable como termómetro para medir ese concepto tan abstracto y difícil de cuantificar que es el

Hay un indicador que no por poco científico resulta menos fiable como termómetro para medir ese concepto tan abstracto y difícil de cuantificar que es el apetito por el riesgo de los inversores. Me refiero a el número y evolución de las salidas a bolsa.

En la primera parte del año hemos visto muchas, síntoma claro de la euforia que ha embargado a los mercados de capitales. Las que más han destacado han sido las que hemos visto en el mercado chino, multiplicando por más de dos el mismo día de la colocación, al más puro estilo de la burbuja de Internet -¡aquellos maravillosos años!- Sin embargo desde que los bancos han matado a la liquidez el tema se ha secado bastante y las que han salido, salvo contadas excepciones, no han dado grandes alegrías.

El mercado español como siempre ha ido un poco a su bola. En los últimos cuatro meses hemos visto más que en el resto del año tanto en número cómo en tamaño. Aunque también hay que decir que –siendo benévolos- su evolución no ha sido para nada brillante.

Sin duda, el tufo oportunista de este “rush” final prácticamente sobre lo línea de meta no ha ayudado al éxito de las mismas. De media han caído algo más de un 7% -en este calculo no incluyo la evolución de renovables, no porque esté siendo buena que no lo está siendo, sino porque el poco tiempo que lleva cotizando lo hace poco representativo (¡vamos a ver que pasa cuando los cuidadores se queden sin balas!) -.

Son muchos los factores que intervienen en el éxito/fracaso de una colocación –valoración, asignación de tramos, tamaño de la operación, ….-y cada una tiene su propia casuística. Sin embargo, creo que de las seis últimas sólo una esté ligeramente en positivo es un buen indicador del cada vez menor apetito por el riesgo que existe de un tiempo a esta parte. El mercado está empezando a ser más exigente. No está dispuesto a pagar múltiplos que no se ajusten a la realidad de las compañías y a actuar más como si se tratase de un capital riesgo poniendo en precio ambiciosos planes de negocio sin el menor atisbo de duda. Y esto no ha hecho nada más que empezar. Ya hemos visto como se han suspendido algunas colocaciones que estaban en marcha y lo que te rondaré morena. Parece que ya no vale todo. Además, cuando se empieza a perder el apetito por el riesgo resulta muy difícil volver a recobrarlo.

Sin embargo, la bolsa española continúa prácticamente en máximos inasequible al desaliento. La mucha mejor evolución del índice sólo es achacable al muy buen comportamiento de cinco o seis valores con mucho peso en el mismo. La carambola que lo ha provocado –revisión al alza del dividendo de telefónica; puesta en valor de las renovables por parte de las eléctricas y asimilables; y que los dos grandes bancos españoles se hayan comportado como valores refugio dentro del sector- no es para nada extrapolable a futuro. Todo lo contrario, en tanto que el Ibex por su peculiar composición está poniendo en precio el mejor de los mundos, a medida que se vaya confirmando una realidad mucho menos halagüeña, su comportamiento será peor que el de otros índices comparables.

Hay un indicador que no por poco científico resulta menos fiable como termómetro para medir ese concepto tan abstracto y difícil de cuantificar que es el apetito por el riesgo de los inversores. Me refiero a el número y evolución de las salidas a bolsa.