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Jesús Sánchez-Quiñones

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De la situación griega, al borde del abismo económico, se infieren numerosas enseñanzas aplicables a otros países de la Eurozona, entre ellos España

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Siempre es bueno aprender en cabeza ajena. Analizar los posibles errores que han podido cometer una persona, una empresa o un estado para evitarlos en carne propia es una sabia decisión.

De la situación griega, al borde del abismo económico, se infieren numerosas enseñanzas aplicables a otros países de la Eurozona, entre ellos España. Enumeremos algunas:

-Cuando un Estado ha gastado más de lo ingresa de forma prolongada y reiterada en el tiempo, acaba por alcanzar un nivel de deuda insostenible. Grecia lo alcanzó y tuvo que hacer una primera quita.

-Un país es libre de aplicar las políticas económicas que estime convenientes o que hayan votado sus ciudadanos, pero no puede obligar a los inversores internacionales a que sigan financiando sus deudas.

-Renunciar a la financiación a través de los mercados financieros equivale a volver a la “autarquía económica”, nada recomendable si se desea crear empleo y mejorar el nivel de vida de la población.

-Perder la confianza de los inversores internacionales y de los mercados financieros es fácil con la aplicación de políticas que socavan la solvencia del estado emisor y abocan a un impago de la deuda. Los bonos soberanos emitidos van venciendo. Si los inversores no vuelven a comprar los nuevos bonos emitidos para hacer frente al vencimiento de los bonos vencidos, el país en cuestión se ve forzado a impagar la deuda o a pedir ayuda financiera a organismos internacionales: FMI y Fondos de Rescate europeos (MEDE).

-Los organismos internacionales no son ONGa fondo perdido: imponen condiciones a su financiación. En caso de incumplir dichas condiciones, y de existir una clara voluntad de incumplimiento como en el caso griego, no volverán a prestar a dicho país, al menos hasta que no cambien sus responsables políticos.

-No se puede ser miembro de un club sin cumplir las reglas básicas. Aunque no exista posibilidad de expulsar a ningún país miembro del euro, el impago de la deuda griega haría que sus bancos dejaran de ser solventes, lo que impediría al Banco Central Europeo seguir financiando a la banca helena. Como consecuencia, los depósitos de los bancos griegos sufrirían fuertes pérdidas. El empobrecimiento de la población sería inmediato.

-Cualquier situación es susceptible de empeorar. Es indudable que el pueblo griego ha sufrido una brusca caída del nivel de vida desde el inicio de la crisis, siendo incluso dramática para una parte de la población. Siendo esto cierto, la falta de acuerdo con sus acreedoresy la falta de financiación adicional, obviamente sujeta a condiciones, llevarían a la economía griega a una situación de tragedia humanitaria. En breve puede quedarse sin liquidez para pagar a funcionarios y pensionistas, y para satisfacerlas importaciones energéticas y de medicinas.

-Antes de las elecciones todos los partidos realizan promesas electorales que suponen un aumento del gasto público, sin que en la mayoría de los casos se prevea de dónde van a salir los recursos, o se prevé de forma nada realista. Como demuestra el caso griego, la realidad se impone: prometer gastar más es fácil, obtener financiación para ese aumento de gastos no lo es tanto.

-No existen soluciones mágicas y fáciles para salir de la crisis económica. La mejor forma de fomentar el crecimiento económico es crear un entorno favorable para la creación de empresas que, al final, son las que crean empleo.

Siempre es bueno aprender en cabeza ajena. Analizar los posibles errores que han podido cometer una persona, una empresa o un estado para evitarlos en carne propia es una sabia decisión.

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