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Mercados financieros: qué nos depara el futuro

El precio del dinero, al estar tan bajo, nos lleva a rendimientos reales (descontada la inflación) negativos en el corto y medio plazo

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Se ha hablado mucho del final de la edad de oro de las inversiones en bonos. Desde finales de la década de los 70, hemos vivido una continua subida de su precio, al tiempo que bajaban los tipos de interés de todos los países desarrollados. En este momento, y una vez superada la mayor crisis financiera de los últimos cincuenta años, lo que se espera es una gradual subida del precio del dinero en el mercado estadounidense que lleve a subidas posteriores en otras plazas financieras.

Los inversores conservadores, y muchos ahorradores tradicionales, tenían la fácil opción de colocar su dinero a plazo fijo con un banco de primer nivel o en bonos de alta calidad y vivir de sus intereses. Lo mismo sucedía con parte de los activos de los fondos de pensiones e inversionistas institucionales. Lamentablemente, esa época se acabó; nos encontramos en una nueva era, con un marco de actuación totalmente diferente. El precio del dinero, al estar tan bajo, nos lleva a rendimientos reales (descontada la inflación) negativos en el corto y medio plazo. Y se espera que pueda seguir así en los próximos ejercicios. Ante esta situación, los inversionistas tienen que buscar alternativas para colocar su dinero. La más clara y promovida por las casas de inversión es aumentar las colocaciones en acciones de compañías cotizadas en mercados públicos, más inversión en bolsa. Como ellos dicen, en el largo plazo es muy difícil perder dinero en esta clase de activo, pero no tienen en cuenta ni los precios actuales ni la alta volatilidad que ello conlleva. Adicionalmente, no todo el mundo tiene el estómago de aguantar cuando hay una crisis, lo que les lleva a vender en el peor momento, cuando realmente tendrían que estar comprando.

Estamos viendo mayores oportunidades en mercados privados, tanto en el mercado de crédito y deuda como en el de acciones

Ante esta situación, cada día vemos más claro que hay que poner en la balanza varios factores: tiempo, liquidez y retorno. Lo que tradicionalmente ha sido más conservador puede ser por unos años más arriesgado que otro tipo de alternativas. Cuando invertimos, muchas veces queremos tener liquidez por la tranquilidad de poder disponer rápidamente de nuestro dinero, pero aquellos que han sido o son empresarios saben que sus compañías no se pueden vender en un corto plazo; sin embargo, concentran la mayor parte de su patrimonio en las mismas. Aplicando ese mismo razonamiento, estamos viendo mayores oportunidades en mercados privados (no cotizados en mercados organizados), tanto en el mercado de crédito y deuda como en el de acciones. En muchos casos esto se identifica únicamente con private equity en nuestro caso lo vemos como un sector mucho más amplio al podríamos llamar “ilíquido”.

Cuando hablamos de inversiones ilíquidas, o privadas en general, nos referimos a tres tipos de inversiones:

  1. Private equity en el sentido tradicional. Inversión en acciones de compañías no cotizadas, con la esperanza que una mejor gestión, una visión de plazo mayor y compras a precios adecuados nos lleven a creación de valor y poder tener una ganancia importante entre 5 y 10 años.
  2. Mercado inmobiliario. Dentro del mismo hay muchos subsectores con distintos niveles de riesgo, liquidez, y en muchos casos flujo de caja originado por alquileres. También se debe considerar la diversificación entre el mercado local, y las oportunidades de distintos mercados internacionales que van cambiando con el tiempo.
  3. Mercados de crédito. Incluimos en el mismo financiación directa a compañías, proyectos e incluso gobiernos, con tasas fijas o variables que nos den un flujo de caja razonable, y potencialmente una apreciación de nuestra inversión.

Dentro de todo este universo, existen muchos submundos, desde el llamado “Venture Capital”, o capital que apoye a empresarios a crear sus compañías desde su inicio, a restructuración de deuda de corporaciones en situación compleja, como en financiación de compra de empresas por los ejecutivos tomando deuda (MBOs).

Cuando hablamos de inversión del dinero, hay que tener en cuenta la diversificación, necesidades de flujo de caja y liquidez, riesgo y tiempo. Es por ello que se debe hacer un plan que incluya todas estas variables, y si se está dispuesto a asumir un mayor plazo y una menor liquidez, se pueden obtener retornos muy interesantes a lo largo del tiempo.

Es importante el poder contar con los medios para identificar estas oportunidades, valorarlas y negociarlas imparcialmente en los términos adecuados. Es por ello que siempre se debe hacer de la mano de profesionales independientes que les ayuden a entrar en este tipo de vehículos.

Cada día más vemos a los grandes patrimonios a nivel mundial tomando esta dirección. Los mercados financieros organizados van a dar retornos mucho más bajos que lo que hemos visto la última década, y si queremos crecer nuestro capital, por encima de la inflación, y obtener algo de renta, claramente hay que buscar oportunidades diferentes a las tradicionales, y quizá esto conlleve, al menos por unos años, cambiar liquidez por retorno.

* Santiago Ulloa. Fundador & Managing Partner We Family Offices

Se ha hablado mucho del final de la edad de oro de las inversiones en bonos. Desde finales de la década de los 70, hemos vivido una continua subida de su precio, al tiempo que bajaban los tipos de interés de todos los países desarrollados. En este momento, y una vez superada la mayor crisis financiera de los últimos cincuenta años, lo que se espera es una gradual subida del precio del dinero en el mercado estadounidense que lleve a subidas posteriores en otras plazas financieras.

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