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¡Más madera!... ¡hasta que reviente la caldera!
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Alberto Artero

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¡Más madera!... ¡hasta que reviente la caldera!

No aprenderemos. De todos es sabido cómo ha terminado una de las mayores expansiones fiscales de la historia de la Humanidad: con la mayoría de los

No aprenderemos. De todos es sabido cómo ha terminado una de las mayores expansiones fiscales de la historia de la Humanidad: con la mayoría de los países que la han aplicado o bien cerca de la bancarrota, los que no cuentan con el auxilio de una moneda o un banco central propios, o bien luchando contra los cupos de deuda establecidos constitucionalmente… para ampliarlos. La única excepción es China que sigue a lo suyo, tratando de asegurar ese nivel de crecimiento que mantenga su paz social para lo que no duda en continuar con su particular planificación estatal-capitalista programa tras programa, billón tras billón. Cuando la mano del político ha reforzado irracionalmente el efecto de los estabilizadores automáticos, el caos en las finanzas públicas ha devenido inevitable. Algo que ahora se trata de corregir, error sobre error, vía aumento de impuestos y no recorte de gasto y de prestaciones inasumibles. El Dr. Jeckyll del Estado del Bienestar demudado en un terrible Mr. Hyde revestido de Estado contra el Bienestar. La Administración propone y del ciudadano dispone.

Ante la retirada de los gobiernos, austeridad le llaman, las autoridades monetarias han decidido reforzar su papel en la gestión de la crisis, en una suerte de estrategia de boom or bust que puede acabar con ellos como salvadores de la patria mundial o, por el contrario, como artífices de la muerte definitiva del sistema fiduciario, basado en la confianza, que sustituyó en su día al patrón oro con eje en el dólar USA (The Economist, The power of positive thinking, 13-09-2012). Se trata de ganar tiempo, el bien más preciado en el mundo si nos atenemos a los dispendios necesarios para hacerlo. Si el BCE rompió con su tradicional ortodoxia hace semana y media al ofrecer recompras de deuda de los estados soberanos que se acojan, más o menos formalmente, a un rescate, la Reserva Federal anunció este jueves un Quantitative Easing 3 que, al igual que lo propugnado por Draghi, se centra en ampliar el abanico de activos susceptibles de su acción –hasta alcanzar las injustamente vilipendiadas titulizaciones hipotecarias, las hay de mayor calidad y de menos- y en adquisiciones esterilizadas de valores, continuación de la llamada Operación Twist.

Más madera hasta que reviente la caldera’ parece ser la consigna de ambos. De hecho, no han tardado en surgir recomendaciones de las distintas casas de análisis a sus clientes dirigidas a que acumulen activos tangibles, aquellos que mejor mantienen el valor en un entorno altamente inflacionario. Lo que uno se pregunta es si tal escenario de aumento desbocado de los precios es posible en un entorno de: uno, ausencia de circulación del dinero, esto es, la famosa 'trampa de la liquidez' propiciada por el proceso de tensionamiento del balance bancario a nivel mundial, disminución de pasivo mayorista ligado a una reducción de activo tóxico y reforzamiento de los recursos propios mínimos que ‘garantizan’ la solvencia; y dos, de exceso de mano de obra y capacidad productiva excedentaria que en USA se sitúa en el 22%. Puede que la nominal se dispare pero la core, sin alimentos ni carburantes...  De ahí que sea una duda razonable si el tirón del oro, e incluso del petróleo, no es más debido al miedo a una quiebra del sistema y a la vuelta a una suerte de gold standard asentado sobre esos bienes que a cualquier otro considerando (Zero Hedge, What does a $4 trillion FED balance sheet mean for Oil and Gold, 13-09-2012). Ya saben, ‘Gold is Money, everything else is credit’.

Siendo así, habiendo decidido llevar su actuación al límite, es sin embargo mucho más preocupante la acción del BCE que la de la FED. Mientras que el primero ha dicho que se centrará en la parte corta de la curva, el segundo por el contrario lo hará en la larga. Es decir, mientras uno financia gasto corriente, el otro se centra en la inversión. Se trata de una diferencia esencial ya que si el objetivo final es el crecimiento y la creación de empleo, como se ha hartado de repetir Mariano Rajoy, eso requiere visibilidad de los costes del proyecto. La asunción de riesgos por parte de la institución europea está centrada en resolver un  problema de liquidez de nulo fruto sobre la actividad económica de las naciones auxiliadas en tanto que no reduzcan su deuda global sobre PIB (Zero Hedge, Five years since The Great Financial Crisis: No Growth, no Deleveraging, 09-09-2012 y, aún mejor, del Nobel de Economía en 2001, Michael Spence, en ProSyn, Hard truths about global growth, 14-09-2012). Es la consecuencia de la quiebra de facto de la Unión, del sueño de moneda única. Por el contrario, en Estados Unidos, hacen honor de su mandato dual –inflación y empleo- y buscan promover aquello que puede ayudar a reducir un paro que ya quisiéramos para nosotros aquí a la vez que promueven una devaluación competitiva de su moneda. ¿Lo conseguirán? No se pierdan a Daniel Lacalle este fin de semana sobre el particular.

Más allá de la aberración que supone querer resolver el problema de endeudamiento de las economías desarrolladas, bien moviendo la deuda entre los agentes económicos, bien aumentándola en un peligroso fenómeno de bola de nieve, la FED hace verdadera política fiscal mientras que el BCE la aplica de manera subsidiaria. Un hecho que nos conduce irremediablemente al concepto de represión financiera, proceso por el cual se mantienen los tipos artificialmente bajos para auxiliar a los gobiernos en la solución de sus cuitas. Chamanismo financiero a costa de los aparentemente salvados ciudadanos, eso sí (The New York Times, As Low Rates depress Savers, Goverments reap benefits, 10-09-2012 y Naked Capitalism, Shamanistic Economics, 16-09-2012). Si la expansión sin freno de sus balances no cumple al final con los peores augurios, tengan por seguro que, en la medida en que sus acciones se convierten en estructurales, generan una distorsión aún mayor que el daño que pretenden paliar. El subsidio permanente alterará la formación de precios y creará una apariencia de abundancia y coste que, ¿recuerdan?, ya causó la actual burbuja. El hecho de que su papel sea imprescindible debería ser más motivo de preocupación que de complacencia. Como ha ocurrido con los gobiernos, el final de su acción, cuando llegue, no augura nada, pero que nada bueno. Más madera, hasta que reviente la caldera.

Y… ¿si revienta?

Buena semana a todos.

No aprenderemos. De todos es sabido cómo ha terminado una de las mayores expansiones fiscales de la historia de la Humanidad: con la mayoría de los países que la han aplicado o bien cerca de la bancarrota, los que no cuentan con el auxilio de una moneda o un banco central propios, o bien luchando contra los cupos de deuda establecidos constitucionalmente… para ampliarlos. La única excepción es China que sigue a lo suyo, tratando de asegurar ese nivel de crecimiento que mantenga su paz social para lo que no duda en continuar con su particular planificación estatal-capitalista programa tras programa, billón tras billón. Cuando la mano del político ha reforzado irracionalmente el efecto de los estabilizadores automáticos, el caos en las finanzas públicas ha devenido inevitable. Algo que ahora se trata de corregir, error sobre error, vía aumento de impuestos y no recorte de gasto y de prestaciones inasumibles. El Dr. Jeckyll del Estado del Bienestar demudado en un terrible Mr. Hyde revestido de Estado contra el Bienestar. La Administración propone y del ciudadano dispone.