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Así preparó el FMI su negro informe sobre Europa
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Alberto Artero

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Así preparó el FMI su negro informe sobre Europa

Como es habitual han sido los analistas del FT Alphaville los que han sacado la mejor punta al Informe publicado por el FMI sobre estimaciones de

Como es habitual han sido los analistas del FT Alphaville los que han sacado la mejor punta al Informe publicado por el FMI sobre estimaciones de crecimiento mundial que tanto alboroto mediático generó en el día de ayer. Unas cifras, por cierto, optimistas ya que presuponen que Estados Unidos salva su fiscal Cliff o techo de gasto de forma poco dolorosa y que el oasis europeo de las últimas semanas se mantiene en el tiempo (FT, IMF cuts global growth forecasts, 09-10-2012). El riesgo, por tanto, de sus predicciones es, de nuevo, a la baja. Sea como fuere, y puesto que el organismo falla más en sus pronósticos que una escopeta de feria, los comentaristas del Alphaville han preferido centrar el tiro, nunca mejor dicho, no tanto en los datos generales como en la causa que motiva las últimas revisiones. Para ello recurren al concepto de multiplicador, esto es: como afecta en el crecimiento de las economías que las implantan, las mal llamadas en muchos casos políticas de austeridad defendidas por sus líderes. Una materia, por cierto, en la que es especialista el Economista Jefe de la institución, Olivier Blanchard.

De acuerdo con el FMI, la mayoría de los gobiernos estiman que el efecto es del 0'5, es decir: que por cada euro en que se reduce el gasto público, el PIB lo hace en 50 céntimos en el plazo de dos años. Sin embargo, desde que comenzó la llamada Gran Recesión -la actual coyuntura- sus estudios prueban que el multiplicador se ha situado entre 0'9 y 1'7, si nos atenemos a lo acontecido en los 28 estados en los que se han aplicado estas políticas y que han sido objeto de su severo escrutinio. Una cifra consistente con las tesis de algunos economistas que venían afirmando que, en un entorno de bajo crecimiento económico, precio elevado de las materias primas, escasa eficacia de una política monetaria que no consigue que el dinero circule y ajuste fiscal simultáneo en muchas naciones, el múltiplo debía situarse necesariamente por encima de 1 (FT Alphaville, Austerity Multiplier FAil!, 09-10-2012 y It´s Austerity Multiplier Failure, 09-10-2012 que cuestiona que ese 0'5 sea la ratio que se esté realmente usando).

A ellos hizo referencia hace bien poco el siempre interesante Ambrose Evans-Pritchard en The Telegraph, al citar un documento de Standard & Poor´s que ponía de manifiesto -con base en la información suministrada por el propio FMI, aunque no oficializada- cómo el multiplicador transitaba más cerca del 1 que del 0'5 salvo en los países del Sur de Europa en los que se disparaba a un peligroso 2. Y añadía nuevas razones que justificaban el error de cálculo inicial, entre otras: la ausencia de políticas cambiarias al menos en la Eurozona, el proceso de desapalancamiento como contrapeso a la acción de los bancos centrales o la pérdida de renta de ahorradores y trabajadores. Al calor de tales datos concluía, con su habitual 'moderación', que había que calificar la estrategia de austeridad, cuando menos, de suicida (The Telegraph, Multiplyiong Europe´s Fiscal Suicide, 03-10-2012). ¡Viva Krugman!

Pues sí que estamos buenos. Entonces… ¿cómo arreglamos este desaguisado? Es evidente que de todas las posibilidades, la inflación y los recortes se imponen al crecimiento y el default, represión financiera aparte. Pero es que decíamos al inicio que las políticas que se están aplicado mal pueden ser llamadas de austeridad en el sentido positivo del término: valorar lo que cuestan las cosas en términos de coste y retorno, por una parte, y no gastar menos sino gastar mejor, por otra. Por ir directamente a la inversión 'productiva', el AVE a Galicia como prioridad del gobierno de Rajoy, viva la galleguidad del gallego, es buen ejemplo de que ni una cosa ni otra se han insertado en el ADN del Gobierno. Al contrario, la filosofía que se ha impuesto en su seno es la de un estado aún más asistencial, que debe mantener estructuras inasumibles derivadas de absurdas servidumbres regionales, que da carta de validez a un modelo de prestaciones públicas inviable, y que se ha decidido financiar esquilmando de la parte productiva de la economía. Y mañana, todos calvos, vaya que sí.

No es de extrañar, desde ese punto de vista, que el multiplicador se dispare. Y más que lo va a hacer. Sin embargo ha habido dos lecturas recientes en El Confidencial que podrían servir para desmontar esa peligrosa ecuación. Ambas firmadas por gente que se ha incorporado en fechas recientes a nuestra nómina de colaboradores. Por una parte, Juan Manuel López-Zafra (@juanma_lz), como se encargó de recordarme ayer tras mi post de lunes, ya hizo referencia a principios de julio al caso canadiense como ejemplo de que lo importante en este tipo de actuaciones no es tanto el cuánto como el cómo, eliminar la grasa sin sacrificar la chicha (Big Data, Austeridad es crecimiento, 09-07-2012). En la misma línea iba ayer Antonio España (@antonioespana) en su análisis de los Presupuestos 2013, al recordarnos que el Estado español aún gasta un 40% más que en 2004, lugar en el tiempo próximo al cénit de la burbuja crediticia. La pieza es imprescindible (Monetae Mutatione, Prestaciones Sociales de Crisis, estructura estatal de burbuja, 09-10-2012). Dos propuestas alternativas, worth taking into account.

Por tanto, otro mundo es posible pero no en el particular universo de nuestros políticos. De ahí que cuando uno oye las predicciones del FMI, profundiza en el olvidado argumento en el que se basan y se desayuna de buena mañana con De Guindos augurando nuevos recortes a su llegada al enésimo encuentro comunitario de ministros del ramo, tiende a temerse lo peor. Pande el cúnico. Y, sin embargo, ni el colapso es inevitable ni la correlación entre menos gasto – caída del PIB tiene que cumplirse en los términos señalados. Porque, insisto, austeridad no supone aplicar el fuego a discreción sino exactamente todo lo contrario: saber los ingresos medios del ciclo que puede tener España y adecuar su modelo de estado, sus prestaciones y servicios públicos y su estructura financiera a esa realidad que es la que define la sostenibilidad. As simple as that. O jugamos a la supervivencia o jugamos al hundimiento. Pero que nos hundan diciendo que es por nuestra supervivencia, como que no, ¿no les parece?

Pues eso. 

Como es habitual han sido los analistas del FT Alphaville los que han sacado la mejor punta al Informe publicado por el FMI sobre estimaciones de crecimiento mundial que tanto alboroto mediático generó en el día de ayer. Unas cifras, por cierto, optimistas ya que presuponen que Estados Unidos salva su fiscal Cliff o techo de gasto de forma poco dolorosa y que el oasis europeo de las últimas semanas se mantiene en el tiempo (FT, IMF cuts global growth forecasts, 09-10-2012). El riesgo, por tanto, de sus predicciones es, de nuevo, a la baja. Sea como fuere, y puesto que el organismo falla más en sus pronósticos que una escopeta de feria, los comentaristas del Alphaville han preferido centrar el tiro, nunca mejor dicho, no tanto en los datos generales como en la causa que motiva las últimas revisiones. Para ello recurren al concepto de multiplicador, esto es: como afecta en el crecimiento de las economías que las implantan, las mal llamadas en muchos casos políticas de austeridad defendidas por sus líderes. Una materia, por cierto, en la que es especialista el Economista Jefe de la institución, Olivier Blanchard.