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Poniendo el cascabel al gato: esto cuestan a España los NiNis
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Alberto Artero

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Poniendo el cascabel al gato: esto cuestan a España los NiNis

Buena parte del aparato mediático europeo se entretuvo ayer con las nuevas cifras de déficit de 2011 dadas a conocer por Eurostat. La oficina estadística comunitaria

Buena parte del aparato mediático europeo se entretuvo ayer con las nuevas cifras de déficit de 2011 dadas a conocer por Eurostat. La oficina estadística comunitaria fijaba el déficit final de las cuentas públicas españolas en 2011 en el 9,4%, una desviación superior al 50% a lo anunciado por los socialistas al abandonar el poder. A estas alturas de la película, el baile de cifras es tal que los datos son contemplados con una mezcla de indiferencia y estupor por el común de los mortales, que solo sabe que hay un objetivo imposible del 3% de desequilibrio presupuestario a alcanzar en un plazo aún más inviable de tiempo. Y que, si sigue la persecución desaforada de dicha meta vía impuestos por parte del gobierno, el ejecutivo puede llevarse al país por delante. Si es que no lo ha hecho ya.

Ante este panorama, The Guardian volvió a mostrar su perspicacia habitual al situar hace 24 horas como primero de sus Editor’s Picks, artículos especialmente recomendados por el medio, otro Informe fruto de las prolíficas agencias europeas, el Eurofound, sobre el coste para la región de los llamados NiNis, ciudadanos entre los 15 y los 29 años que ni estudian ni trabajan y a los que el autor del artículo no duda en calificar de ‘generación perdida’ (The Guardian, Europe’s lost generation costs €153.000 million a year, stydy finds, 22-10-2012). Si bien las consecuencias sociales del crecimiento exponencial de sus integrantes ha llenado páginas y páginas en los medios de comunicación en fechas recientes, hasta ahora no se había producido un intento serio de cuantificar económicamente las implicaciones de su existencia. Y es precisamente lo que intenta realizar el estudio, que será presentado en la cumbre de empleo de la UE del próximo lunes en Chipre.

El propio diario inglés nos da una aproximación al señalar un impacto equivalente al 1,2% del Producto Interior Bruto de la Eurozona a cierre del año pasado frente al 0,96% de 2008. No obstante, la fuente original es mucho más rica y ofrece dos opciones casi antagónicas: una infografía bastante digerible de lo que son los NEETs (no education, no employment, no training), de las causas que propician su existencia, del porcentaje del total de jóvenes y costes asociados por cada país miembro, del impacto socio-cultural y de las posibles medidas correctoras tanto en el ámbito público como en el privado, por una parte, y las difícilmente legibles, por lo reiterativo de buena parte de la exposición, 145 páginas del documento completo en el que la parte mollar se concentra, a los efectos que nos ocupan, en su apartado quinto, páginas 62 y siguientes: Economic Cost of NEETs, por otraUn capítulo de 20 paginillas que es el que, en definitiva, justifica la publicación.

Ahí se nos recuerda: uno, que el objetivo del trabajo es despertar la conciencia colectiva al problema, no tratar a los jóvenes como meros números; dos, que los resultados son conservadores ya que buena parte de los efectos indirectos de la situación de NiNi son incuantificables; tres, que se considera como parte de este grupo a aquellos jóvenes que están fuera del mercado laboral o sin formarse seis o más meses durante los últimos doce; cuatro, que el coste para una economía derivado de su existencia se divide en dos componentes: directos, o impacto sobre las cuentas de la administración de la ayudas o subsidios que perciben, distintos al del resto del colectivo de su edad, y los llamados ‘de recurso’, que hacen referencia a las consecuencias para el sector privado (producción o demanda) o público (no pago de impuestos o Seguridad Social) de su falta de actividad, en comparación también con la parte de su generación no NiNi (está bastante bien explicado en el Cuadro de la página 68).

Acabemos, como no podía ser de otra manera, con los datos correspondientes a España. Si en 2008 la cifra alcanzaba el 0,99% del PIB nacional, 10.794 millones de euros repartidos en 925 millones de costes directos y 9.869 ‘de recurso’, la crisis y el incremento exponencial de los NEETs hasta el cierre de 2011 (un 34% en el periodo), ha provocado que el dato se dispare hasta el 1,47% del Producto Interior Bruto, casi un 50% más que tres años antes, con 1.348 de impacto en las cuentas públicas y 14.387 de menor contribución económica para un total de 15.735 millones de euros (páginas 76 y 79).  No crece tanto el coste unitario como la base de ciudadanos afectados. Lo que no impide que, en la medida en que la situación se prolonga, los problemas de exclusión, salud y precariedad multipliquen sustancialmente los efectos financieros de la coyuntura sobre quienes la padecen.

Esta es la cara más fría y descarnada de una realidad que hunde sus cimientos, entre otros factores, en el fracaso escolar, ‘disciplina’ en la que España copa siempre los lugares más altos de tan indeseable medallero. De ahí que sea más urgente que nunca poner soluciones estructurales que ayuden al acceso de los jóvenes al mercado laboral y a su formación práctica continua. Es innegable que, para ello, necesitamos una España que ofrezca esperanza a quien la ha perdido o está a punto de hacerlo. Pero esa es sólo la condición suficiente de esta particular aritmética. Todo pasa, primero y principalmente, por una revolución educativa que oriente el estudio a la vida real, materia y esfuerzo,  y que interactúe con un mundo empresarial receptivo al talento y ávido de iniciativa. ¿Demasiado pedir?

Buena parte del aparato mediático europeo se entretuvo ayer con las nuevas cifras de déficit de 2011 dadas a conocer por Eurostat. La oficina estadística comunitaria fijaba el déficit final de las cuentas públicas españolas en 2011 en el 9,4%, una desviación superior al 50% a lo anunciado por los socialistas al abandonar el poder. A estas alturas de la película, el baile de cifras es tal que los datos son contemplados con una mezcla de indiferencia y estupor por el común de los mortales, que solo sabe que hay un objetivo imposible del 3% de desequilibrio presupuestario a alcanzar en un plazo aún más inviable de tiempo. Y que, si sigue la persecución desaforada de dicha meta vía impuestos por parte del gobierno, el ejecutivo puede llevarse al país por delante. Si es que no lo ha hecho ya.