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Día 16 - La increíble historia Susana Díaz, la mujer bala
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Javier Caraballo

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Día 16 - La increíble historia Susana Díaz, la mujer bala

Díaz ha escalado hasta la presidencia siempre en segundo plano. Si gana las elecciones de hoy habrá vencido a Podemos y será vista como la auténtica líder del PSOE en toda España

Foto: Susana Díaz. (Reuters)
Susana Díaz. (Reuters)

Susana Díaz cedió el viernes una pieza inesperada en su tablero de cálculos políticos. Sin motivo aparente, anunció con toda formalidad que cuando haya primarias en el PSOE, el próximo mes de julio, para elegir al candidato a la presidencia del Gobierno, ella no se presentará. Hasta ahora, a ver, siempre había contestado a la misma pregunta con generalidades, algunas respuestas de manual del estilo de “mi compromiso es con los andaluces”, o “el único tren que quiero coger es el de Andalucía”, pero todos esos discursos, como sabemos bien, forman parte del típico ‘discurso calcetín’ de la política, y se les da la vuelta con facilidad. Como cuando decía en enero pasado, con toda solemnidad, que su intención era agotar la legislatura, y convocó elecciones a los pocos días, sin que nada hubiera ocurrido entre medias.

Con el discurso de “Andalucía es mi compromiso”, hubiera ocurrido igual, pero el viernes fue mucho más allá. Y dijo: “Yo no me voy a meter en las primarias de mi partido en el mes de julio. Voy a ser neutral”. Un anuncio como éste, al final de una campaña electoral, en la que todos los mensajes están calculados, medidos, no puede pasarse por alto, porque algo oculta. ¿Por qué se descarta Susana Díaz? ¿Por qué en ese momento? ¿Qué necesidad tenía, a dos días de unas elecciones andaluzas que pueden cambiar su futuro?

Convendremos que, como dicen quienes la conocen, Susana Díaz ha podido escalar hasta la presidencia de la Junta de Andalucía, sorteando rivales y siempre en segundo plano, porque domina la política con la precisión de un relojero. Y con el pulso firme; es eso que llaman dentro del propio PSOE andaluz ‘susanismo leninismo’, para definir el control férreo que ejerce sobre la organización. Cuando, dos semanas después de aprobar los presupuestos andaluces de este 2015, decidió dinamitar la legislatura y convocar elecciones en marzo, estaba claro que la única razón que no podía tomarse en serio era la explicación oficial: ”la inestabilidad del pacto de Gobierno”.

Una victoria contundente del PSOE podría pinchar el globo de Podemos y convertir a Susana Díaz en la primera dirigente que desafió al partido de Pablo Iglesias y lo venció en las urnas

No era ése el motivo, obviamente. La jugada política era muy distinta. Con el adelanto electoral, Susana Díaz buscaba una carambola a varias bandas. Se anticipaba al ciclo electoral intenso de este año en España y, sobre todo, se anticipaba al auge de Podemos, en plena organización de su estructura. En un territorio tan fiel a los socialistas como es Andalucía, una victoria contundente del PSOE podría pinchar el globo de Podemos y convertir a Susana Díaz en la primera dirigente que desafió al partido de Pablo Iglesias y lo venció en las urnas. De forma paralela, Susana Díaz superaba el hándicap de no haber ganado nunca unas elecciones, que es lo que todo el mundo le recuerda cuando se habla de su llegada a la presidencia de la Junta de Andalucía por la renuncia de José Antonio Griñán, atrapado en los ERE. Con esos perfiles nuevos añadidos a su trayectoria, estaba claro que Susana Díaz sería vista, ya sin objeción de ningún tipo, como la auténtica líder del PSOE en toda España, sin que nadie pudiera hacerle sombra. Sobre todo, si en las siguientes elecciones, que son municipales y autonómicas, el PSOE de Pedro Sánchez no saca en toda España un resultado tan brillante como el que espera sacar Susana Díaz en Andalucía.

Ese era, con toda probabilidad, el esquema político con el que se dispuso el adelanto electoral y, de ahí, la extraña renuncia del viernes, cuando anunció formalmente que no se presentará a las primarias de julio. Porque se trata de una limitación gratuita en su futuro, sin conocer aún qué va a ocurrir en los próximos meses en la convulsa política española de este último tiempo. Y como no es propio en Susana Díaz conceder bazas a cambio de nada, ni ceder gratuitamente ningún espacio político dentro de su partido, habremos de convenir que lo que realmente puede estar ocurriendo es que Susana Díaz, en la recta final de la campaña electoral, no haya visto tan claras como al principio sus posibilidades de triunfo incontestable en las urnas andaluzas de hoy domingo.

¿Qué pasa si, como dicen algunas encuestas, cosecha el peor resultado de la historia del PSOE andaluz, aunque quede como primera fuerza política? ¿Y si no puede formar gobierno? ¿Y si ni siquiera puede obtener votos suficientes para ser reelegida presidenta? Uno de los lastres que podría tener Susana Díaz es que los andaluces la vean como una política ambiciosa, que sólo aspira a la Moncloa. Esa ha sido la crítica más reiterada por sus adversarios, que su verdadero objetivo no es Andalucía, sino Madrid. Si Susana Díaz ha llegado a la conclusión de que ese runrún puede restarle votos, en la recta final ha decidido despejar con rotundidad todas esas dudas. Y parece claro es que la campaña electoral ha podido dejarle más dudas de las que tenía cuando convocó las elecciones.

Hace unos días, me sorprendió una noticia: 'La increíble aventura de la mujer bala'. Gemma Kirby, la ‘mujer bala’ más joven del mundo, se colocó una pequeña cámara en el casco para que todo el mundo pudiera ver qué ocurre cuando se introduce en el cañón y sale disparada hacia el centro de la pista del circo. Y lo hace, se mete en el cañón, se oye el disparo, se eleva casi hasta las lonas del techo y cae en picado hacia una lona. Es lo único que se ve porque luego todo se vuelve negro. Ni siquiera se puede apreciar si la mujer bala ha caído en la colchoneta. La granadina Olalla Castro tiene un Soliloquio de la mujer bala. Dice así: “Ella nació para caminar hasta el centro de la carpa, subir los peldaños uno a uno, introducirse despacio en el cañón, sentir el frío del acero bajo su traje entallado, respirar hondo y esperar a que el presentador encendiese la mecha. Nació para fingir indiferencia mientras sobrevolaba el circo, para simular no enterarse de los murmullos del público, para lanzarse al vacío e ignorar que ellos habían pagado sus entradas con la secreta esperanza de asistir a su fracaso”. Al leerlo, he supuesto que Susana Díaz debe sentirse hoy exactamente igual.

Susana Díaz cedió el viernes una pieza inesperada en su tablero de cálculos políticos. Sin motivo aparente, anunció con toda formalidad que cuando haya primarias en el PSOE, el próximo mes de julio, para elegir al candidato a la presidencia del Gobierno, ella no se presentará. Hasta ahora, a ver, siempre había contestado a la misma pregunta con generalidades, algunas respuestas de manual del estilo de “mi compromiso es con los andaluces”, o “el único tren que quiero coger es el de Andalucía”, pero todos esos discursos, como sabemos bien, forman parte del típico ‘discurso calcetín’ de la política, y se les da la vuelta con facilidad. Como cuando decía en enero pasado, con toda solemnidad, que su intención era agotar la legislatura, y convocó elecciones a los pocos días, sin que nada hubiera ocurrido entre medias.

Pedro Sánchez Susana Díaz Moncloa
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