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Hacia el fin de Sánchez mientras Díaz cruza el Tajo
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José Antonio Zarzalejos

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Hacia el fin de Sánchez mientras Díaz cruza el Tajo

Pese a disponer de buenos asesores -entre ellos, Jordi Sevilla-, Pedro Sánchez en ningún momento ha marcado territorio, no ha terminado de perfilar un discurso creíble ni a cuajar un liderazgo convincente

Foto: El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. (EFE)
El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. (EFE)

Pedro Sánchez solo tiene una remota oportunidad -si la tiene-, que consiste en batir a Mariano Rajoy en el debate del próximo lunes. Si los datos de la encuesta que hoy publica El Confidencial se confirman el 20-D, el secretario general del PSOE deberá dimitir esa misma noche. Resulta insoportable para cualquier líder socialista que su partido se quede en el 17% del voto emitido y en cuarta posición, tras el PP, Ciudadanos y Podemos.

Quizás a este descalabro socialista se refería Rajoy cuando dejó caer que se podrían producir “sorpresas” en el segundo puesto del 'ranking' de fuerzas políticas. Y no es paliativo para el desplome del PSOE que el PP siga lejos del 30% del voto y con Ciudadanos pisándole los talones.

El caso de Sánchez es muy peculiar. En el debate a cuatro pudo observarse cómo su estrategia era del todo confundida: su afán ha consistido en desplazar a Mariano Rajoy sin reparar que Podemos era su auténtico enemigo. Llegó a plantear un tripartito contra el PP que de inmediato desautorizó la verdadera líder del socialismo español, quien, de forma constante, ha hecho sombra a Sánchez: Susana Díaz, presidenta de la Junta de Andalucía, que el día 21 de diciembre atravesaría el río Tajo, llegaría (figuradamente hablando) a Madrid y tomaría las riendas de una organización que, salvo en su comunidad, está rota y sin proyecto.

La estrategia de Sánchez era del todo confundida: su afán ha consistido en desplazar a Rajoy sin reparar que Podemos era su auténtico enemigo

El secretario general del PSOE nunca ha tenido el apoyo íntegro de su organización. Y ha sido imprudente en dos operaciones internas que le han debilitado adicionalmente: la intervención 'manu militari' en el PSM defenestrando a Tomás Gómez -pese al prestigio y solvencia de su alternativa, Ángel Gabilondo- y sus 'dedazos' en las listas, especialmente en la de Madrid, con dos incorporaciones excéntricas: la de Irene Lozano (ex UPyD) y la de la excomandante Zaida Cantera, ambas en posiciones de salida (números cuatro y seis, respectivamente).

Pese a disponer de buenos asesores -entre ellos, Jordi Sevilla-, Pedro Sánchez en ningún momento ha marcado territorio, no ha terminado de perfilar un discurso creíble (ejemplo: la derogación total o parcial de la reforma laboral) ni a cuajar un liderazgo convincente. A lo que se añade que tampoco ha sabido situar al PSOE estratégicamente en el tablero de un multipartidismo que le ha despistado por completo. Sánchez ha permitido una política de alianzas en municipios y autonomías con Podemos, sus plataformas y mareas, que han ido comiendo el terreno al socialismo de una manera clamorosa. Carmena y Colau son también obra suya. Por fin, la mala percepción que transmitió en el debate a cuatro del pasado lunes, rebasado siempre por Iglesias, le ha rematado.

Pedro Sánchez solo tiene una remota oportunidad -si la tiene-, que consiste en batir a Mariano Rajoy en el debate del próximo lunes. Si los datos de la encuesta que hoy publica El Confidencial se confirman el 20-D, el secretario general del PSOE deberá dimitir esa misma noche. Resulta insoportable para cualquier líder socialista que su partido se quede en el 17% del voto emitido y en cuarta posición, tras el PP, Ciudadanos y Podemos.

Pedro Sánchez Mariano Rajoy Irene Lozano Tomás Gómez Ciudadanos Ángel Gabilondo