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Tras la agresión, el Rajoy más lúcido
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José Antonio Zarzalejos

Cuaderno de campaña

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Tras la agresión, el Rajoy más lúcido

Es especialmente merecedora de reconocimiento la actitud del presidente del Gobierno, que dimensionó correcta y elegantemente el significado de la agresión de la que fue víctima

Foto: El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy (d), al inicio del mitin en A Coruña tras ser agredido por un joven. (EFE)
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy (d), al inicio del mitin en A Coruña tras ser agredido por un joven. (EFE)

Era lo que parecía: un joven con problemas psíquicos, desequilibrado y radical, paseante frecuente en las redes sociales en las que mostraba su patología, y un inadaptado social y familiar. Este es el perfil del autor del alevoso puñetazo el miércoles al presidente del Gobierno en Pontevedra que, como es lógico, suscitó una oleada de solidaridad con Mariano Rajoy, cuyo comportamiento, inmediatamente después del atentado, y ayer, ha sido el propio de un político solvente y responsable.

Es gratificante, después de muchos denuestos, coincidir con el agredido en la valoración del atentado. Ayer, el presidente aclaraba los términos de este episodio en varias televisiones. Invitó a que no se extrajesen “consecuencias políticas” de la agresión y pidió “que nadie lo haga” porque, dijo, “sería absolutamente injusto”. Valoró el hecho “como una excepción que confirma la regla” y rechazó que tuviera conexión alguna con la campaña ni con el agrio debate que mantuvo con Pedro Sánchez, que Rajoy dijo haber “olvidado”.

Su serenidad tras el ataque y su valoración de ayer hicieron que él y su partido ganasen muchos puntos. Renunciar al oportunismo sectario da votos

La “peligrosas derivadas” a las que me referí en el cuaderno de campaña de ayer han sido las que el presidente del Gobierno ha cortado en seco, mostrando así una gran lucidez analítica que le hace remontar en la consideración de los ciudadanos que priman la valoración de los hechos sobre las hipótesis interesadas. Jóvenes como el que agredió a Rajoy hay muchos en España y se incrustan en grupos de diferente naturaleza, especialmente radicales -de derecha o de izquierda- y deportivos. Vincular sus acciones brutales con el desenvolvimiento -por bronco que sea- de la acción política o electoral responde a intereses oportunistas pero no a un análisis sosegado de lo que ocurre.

Es cierto que hay también expresiones violentas de carácter estrictamente político: escraches agresivos, boicoteo de actos públicos de adversarios, manifestaciones desbordadas en las calles y dialécticas cruzadas con una animosidad que atenta contra la dignidad de la política. Pero esa violencia es común a los radicalismos por opuestos que sean y se da en todos los países de nuestro entorno, sin que se vincule a la tensión de la política convencional que en estos años de crisis económica y social es muy alta en todas partes. De ahí que sea especialmente merecedora de reconocimiento la actitud del presidente del Gobierno, que dimensionó correcta y elegantemente el significado de la agresión de la que fue víctima. Su serenidad tras el ataque que sufrió el miércoles y su valoración de ayer -además de dejar en evidencia a muchos- hicieron que él y su partido -a dos días de las elecciones- ganasen muchos puntos. Renunciar al oportunismo sectario da votos.

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Era lo que parecía: un joven con problemas psíquicos, desequilibrado y radical, paseante frecuente en las redes sociales en las que mostraba su patología, y un inadaptado social y familiar. Este es el perfil del autor del alevoso puñetazo el miércoles al presidente del Gobierno en Pontevedra que, como es lógico, suscitó una oleada de solidaridad con Mariano Rajoy, cuyo comportamiento, inmediatamente después del atentado, y ayer, ha sido el propio de un político solvente y responsable.

Mariano Rajoy