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Cospedal & Campofrío
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Javier Pérez de Albéniz

A Quemarropa

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Cospedal & Campofrío

Mucha gente piensa que la publicidad es la mayor demostración de arte de las últimas décadas, el factor y la fuerza moral que organiza y guía nuestras

Mucha gente piensa que la publicidad es la mayor demostración de arte de las últimas décadas, el factor y la fuerza moral que organiza y guía nuestras vidas públicas. Otros, que solo es la ciencia encargada de anular la inteligencia humana el tiempo suficiente como para limpiarnos los bolsillos. Le cuento esto porque no sé muy bien dónde encuadrar las dos campañas publicitarias que están marcando, tanto por su originalidad como por su capacidad para manipularnos, estas Navidades: la de Campofrío y la de Cospedal. C&C, que diría un experto en marketing. Campofrío es una empresa dedicada al producto cárnico embutido y la charcutería. Cospedal es María Dolores de, una mujer de bandera, de esas que ya no quedan, capaces de sacarle los ojos a un sindicalista por la mañana temprano y esa misma tarde poner mirada de corza herida mientras carga con una cruz, vestida de negro y con peineta de marfil, en una procesión de Semana Santa.

Que nada ni nadie nos quite nuestra manera de disfrutar de la vida” reza el eslogan de la campaña de Campofrío. La frase, que sin duda firmaría a gusto Cospedal, es apología de esta España nuestra tan querida. Ya sabe usted, la del chorizo y el pavo, la del jamón cocido extrajugoso... Y la de los siete premios Nobel, los siete Óscar de Hollywood, el tren de alta velocidad... Esa España que, pese a tomar más antidepresivos que nunca, según advierte el anuncio, no debe borrar de su memoria que “somos únicos donando órganos”. Como los gorrinos con los que hacen su foie gras

Campofrío ha elegido a Fofito, uno de los famosos que disfruta de más credibilidad en estos momentos en nuestro país, para invitarnos a retroceder a los estados primitivos del desarrollo psíquico. Sin duda para aprovechar, como advirtió en su día Ortega y Gasset, nuestros más que probables arrebatos de infantilismo y puerilidad. Un payaso, un puñado de humoristas de medio pelo y un guión nostálgico y sentimentaloide deberían despertarnos una pasión irrefrenable por la charcutería.

Y es que, como dijo Bernard Shaw, no hay amor más sincero que el amor a la comida. Cospedal, la versión castellanomanchega y triste de Fofito, lo sabe, y nos ofrece, en un escueto y carnal sermón de más seis minutos de duración, lo mejor de su cosecha. “Hablar de Castilla-La Mancha es hablar del queso manchego, parte de la personalidad de nuestra región”, dice con voz seductora, tan adecuada para un García Baquero del Mercadona como para un fromage Osaau-Iraty de Marché Bastille. “Producimos más de 60% del ajo que se consume en España. ¿Y qué decir del azafrán, el oro rojo? No puede faltar una referencia a los mazapanes de Toledo…”, sentencia con la embelesadora templanza de los consumidores de atascaburras.

Pero el momento cumbre de la teletienda de Cospedal se encuentra en el minuto 4:02, cuando utilizando su acento más libidinoso se pregunta: “¿Y la carne?”, para responderse: “sabores tan nuestros como el venao”. 

Frente a la sutileza de Campofrío, Cospedal ofrece contundencia. Nada de guiones complejos, actores de dudosa reputación y rodajes en exteriores con virguerías en la iluminación y el sonido: una cámara, una luz mortecina, el escudo de Castilla-La Mancha más grande que pudieron encontrar, una planta de interior rinconera y una mesa atiborrada de zampe. Eso es todo lo que necesita la presidenta de Castilla-La Mancha para vender su comunidad. Y así nos luce el pelo.

Mucha gente piensa que la publicidad es la mayor demostración de arte de las últimas décadas, el factor y la fuerza moral que organiza y guía nuestras vidas públicas. Otros, que solo es la ciencia encargada de anular la inteligencia humana el tiempo suficiente como para limpiarnos los bolsillos. Le cuento esto porque no sé muy bien dónde encuadrar las dos campañas publicitarias que están marcando, tanto por su originalidad como por su capacidad para manipularnos, estas Navidades: la de Campofrío y la de Cospedal. C&C, que diría un experto en marketing. Campofrío es una empresa dedicada al producto cárnico embutido y la charcutería. Cospedal es María Dolores de, una mujer de bandera, de esas que ya no quedan, capaces de sacarle los ojos a un sindicalista por la mañana temprano y esa misma tarde poner mirada de corza herida mientras carga con una cruz, vestida de negro y con peineta de marfil, en una procesión de Semana Santa.

María Dolores de Cospedal