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Solbes lidera el ataque de realismo en el discurso oficial sobre la crisis
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Antonio Casado

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Solbes lidera el ataque de realismo en el discurso oficial sobre la crisis

Golpe al voluntarismo y el camuflaje semántico, lugares comunes en la hoja de ruta del Gobierno sobre la crisis económica. Han desaparecido repentinamente del discurso oficial.

Golpe al voluntarismo y el camuflaje semántico, lugares comunes en la hoja de ruta del Gobierno sobre la crisis económica. Han desaparecido repentinamente del discurso oficial. Adiós a los paños calientes y la tentación de formar consejos de guerra a quienes dejaban por mentiroso a Zapatero.

 

En la duda, hagamos memoria: “El escenario que contemplamos para los próximos meses es de un crecimiento debilitado, pero no de un estancamiento duradero y, menos aún, de una etapa de recesión” (pleno del Congreso, 2 de julio), decía Zapatero hace seis meses. Como profeta, no tiene precio. La noticia es la recesión cantada para el presente año. Nada menos que un decrecimiento del 1,6% del PIB. Desgarro irreparable en unos Presupuestos del Estado recién estrenados.

Era cosa de contárselo cuanto antes a los españoles, pero esta vez sin anestesia, sin juegos de palabras. La china le ha tocado al vicepresidente Solbes, que hasta ahora casi se limitaba a poner caritas en los Consejos de Ministros e intercambiar miradas de resignada complicidad con Rubalcaba, mientras Rodríguez Zapatero se amarraba a la doctrina dominante de que el pesimismo no crea puestos de trabajo. Tampoco los ha creado el optimismo incurable del presidente del Gobierno. Ahora ya se reconoce la cuesta abajo hacia una cifra próxima a los cuatro millones de parados a finales de este año, equivalentes a una tasa del 15,9% a finales de este año.

En comparecencia ante El País, precedida por la que siguió al Consejo de Ministros del viernes pasado, en el que se rectificaron por tercera vez las previsiones -siempre a peor-, el vicepresidente del Gobierno personaliza este inesperado ataque de realismo. Solbes, a las duras. Zapatero, a las maduras. Cuando ha tocado explicar que las cosas están peor de lo que se creía, Zapatero no ha accedido a comparecer con urgencia en el Congreso. Por si alguien la emprende con el mensajero, pone la tarea en manos de su ministro de Economía y no en sede parlamentaria.

La negrura del cuadro ya la conocen ustedes. Los dos motores del crecimiento, inversión y consumo, prácticamente parados. Con el coste oficial del dinero a la baja (teóricamente, oxígeno para la inversión) y una inflación ya por debajo del 1,5% (teóricamente oxígeno para el consumo), la economía nacional camina hacia la deflación. Es decir, hacia el exceso de oferta en bienes y servicios que nadie compra. Y el déficit público, hacia el 6% a finales de este año (5,8% en el cálculo oficial), con reconocimiento expreso por parte de Solbes de que en ese terreno (política presupuestaria como palanca de reactivación económica) el Estado ya ha agotado su capacidad de maniobra.

Asunto aparte es la interpretación política del inesperado ataque de realismo en la hoja de ruta de Moncloa frente a la crisis. De repente ha descubierto que es más rentable decir la verdad y anunciar tiempos duros a los españoles, como ha hecho Obama con los americanos, en un reciente discurso muy pesimista sobre la situación de la economía de EE.UU.

Por un lado, efectivamente, el ejemplo de Obama que, a diferencia del incurable optimismo de Zapatero, se pone en lo peor y anuncia sacrificios a sus ciudadanos. Y, por otra, la constatación de que Rajoy no está capitalizando la crisis en intención de voto. Es verdad. Con una oposición cuyo discurso no cotiza al alza en las encuestas, el Gobierno Zapatero ha perdido el miedo a describir la dureza de la crisis económica tal y como es. Mejor pintar el cuadro en negro ahora para que luego, cuando llegue el caso, resalten más los tonos rosas.

Golpe al voluntarismo y el camuflaje semántico, lugares comunes en la hoja de ruta del Gobierno sobre la crisis económica. Han desaparecido repentinamente del discurso oficial. Adiós a los paños calientes y la tentación de formar consejos de guerra a quienes dejaban por mentiroso a Zapatero.

Pedro Solbes Crisis