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Por fin una cumbre en Moncloa sin caras largas
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Antonio Casado

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Por fin una cumbre en Moncloa sin caras largas

Últimamente las cumbres de Moncloa eran a cara de perro. Ayer, por fin, se llevó a cabo un encuentro del presidente con el jefe de la

Últimamente las cumbres de Moncloa eran a cara de perro. Ayer, por fin, se llevó a cabo un encuentro del presidente con el jefe de la oposición en el que, con los papeles cambiados, la oposición ya no se niega a concertar con el Gobierno y el Gobierno ya no se limita a lamentarlo. Ese es el penoso historial de los encuentros Zapatero-Rajoy. Sobre todo en la segunda Legislatura del reinado socialista. Siempre el mismo desenlace: lamentaciones de Zapatero porque el PP no arrimaba el hombro contra la crisis económica y nueva ocasión aprovechada por Rajoy para relanzar su candidatura a la Moncloa.

No hagamos memoria. Hagamos votos por una duradera sintonía del Ejecutivo con el principal partido de la oposición en grandes temas de Estado, tal y como Rubalcaba prometió y comprometió. A saber: Política Exterior, Defensa y Lucha Antiterrorista. Con expresa referencia a la responsabilidad del Gobierno en definirlas y de la oposición en apoyarlas. Amén.

El secretario general del PSOE puso en valor, como “una buena noticia”, el mero hecho de sentarse juntos y mostrar disposición a entenderse en beneficio de los intereses generales

Después de cuatro horas de conversación apacible con el presidente del Gobierno, de la que sólo se nos ha contado la parte consensuada, el secretario general del PSOE puso en valor, como “una buena noticia”, el mero hecho de sentarse juntos y mostrar disposición a entenderse en beneficio de los intereses generales. Incluso más allá de los asuntos de Estado, aunque eso será más difícil, como el propio Rubalcaba sugirió al mencionar los que, hoy por hoy, enfrentan a los socialistas con el Gobierno Rajoy. Sobre todo, dos. Uno, la reforma laboral. Otro, la contrarreforma anunciada en temas sociales. Sobre esos dos ámbitos de confrontación quieren los socialistas empezar a recomponer su desfigurado perfil ideológico y a reencontrarse con sus desalentados votantes.

De momento es en la reforma laboral donde el PSOE concentrará la esgrima política y parlamentaria con el Gobierno, como ya quedó claro en la sesión de control de ayer por la mañana, previa al encuentro en Moncloa. Ya sabemos que el PSOE no la apoyará, como el PP no apoyó la reforma apadrinada por el Gobierno anterior (junio de 2010). Esperemos que el rechazo socialista no se inspire sólo en el desquite. No parece, cuando el propio Rubalcaba anuncia que su partido apoyará al Gobierno en la reforma financiera. Al menos tiene argumentado el rechazo a la reforma del mercado laboral: abarata y facilita el despido, ataca los derechos de los trabajadores recogidos en los convenios colectivos, suprime garantías laborales al facilitar el descuelgue de  pequeñas y medianas empresas, ignora derechos adquiridos en convenios al fijar en dos años el plazo máximo de denuncia de los convenios, etc.

Más allá de esas objeciones “técnicas”, la letra pequeña del decreto ley 3/2012 nos pone en la pista de una economía más competitiva en una sociedad más injusta. Algo que no acaba de encajar en las dos barandillas en las que, según nos contó el líder socialista al terminar su encuentro con Rajoy, se apoyará para construir su discurso de lucha contra la crisis económica. Una es la competitividad, otra es la equidad.

Últimamente las cumbres de Moncloa eran a cara de perro. Ayer, por fin, se llevó a cabo un encuentro del presidente con el jefe de la oposición en el que, con los papeles cambiados, la oposición ya no se niega a concertar con el Gobierno y el Gobierno ya no se limita a lamentarlo. Ese es el penoso historial de los encuentros Zapatero-Rajoy. Sobre todo en la segunda Legislatura del reinado socialista. Siempre el mismo desenlace: lamentaciones de Zapatero porque el PP no arrimaba el hombro contra la crisis económica y nueva ocasión aprovechada por Rajoy para relanzar su candidatura a la Moncloa.