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Oriol Pujol y la corrupción en el nacionalismo catalán
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Antonio Casado

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Oriol Pujol y la corrupción en el nacionalismo catalán

La corrupción en el seno de CiU es uno de los tres elementos que anticipan una vida corta y accidentada al pacto soberanista apadrinado por Artur

La corrupción en el seno de CiU es uno de los tres elementos que anticipan una vida corta y accidentada al pacto soberanista apadrinado por Artur Mas. Los otros dos son las diferencias de modelo con ERC y la dependencia financiera del Gobierno de Mariano Rajoy, que han aparecido dramáticamente a la hora de elaborar los presupuestos. Lo que zarandea en las últimas horas la barca nacionalista es la imputación del secretario general de CDC (Convergencia Democrática de Cataluña) y delfín político del actual president, Oriol Pujol Ferrusola, por un presunto delito de tráfico de influencias.

El empapelamiento viene dictado por el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña. Guarda relación con una pieza separada del llamado caso Campeón. Viene a ser el rebote catalán de un proceso indagatorio distinto y distante. Las escuchas telefónicas practicadas por un asunto de comercialización de productos farmacéuticos en Galicia (origen del caso Campeón) acabaron destapando una trama urdida para quedarse irregularmente con las adjudicaciones del servicio de inspección técnica de vehículos (estaciones de la ITV) en el territorio catalán.

El entonces secretario general de Industria de la Generalitat, Oriol Pujol (2000-2003), era el colaborador necesario (el “primo de Zumosol”) para amañar los concursos y desviar las concesiones hacia los empresarios organizados por su amigo íntimo, Sergi Alsina, con el que se repartía los beneficios. Todo ello de acuerdo con el relato del fiscal anticorrupción, Fernando Maldonado, que ha servido de base a la imputación conocida ayer.

“Eso no es esconderse en la senyera”, dijo. Apostillo: es peor esconderse detrás de los ciudadanos que le votaron porque los reduce a la condición de avalistas de un presunto sinvergüenzaEl quinto hijo del expresidente Pujol convocó ayer una rueda de prensa para anunciar que abandona temporalmente los cargos de jefe del grupo parlamentario y secretario general de CDC, pero no su escaño de diputado en el Parlament, aunque lo había prometido en caso de imputación. Como vemos, le merecen más respeto los militantes de su partido que los electores. Además, negó tener intenciones de envolverse en la bandera catalana para eludir lo que según él es, faltaría más, un nuevo ataque al proceso soberanista. Pero se queda con el escaño. “Eso no es esconderse en la Senyera”, dijo. Apostillo: es peor esconderse detrás de los ciudadanos que le votaron porque los reduce a la condición de avalistas de un presunto sinvergüenza.

Uno más, señores. Hablo de los numerosos casos de corrupción en los que aparecen las siglas de Convergència i Unió. En todos o casi todos los conocidos. Y no me refiero sólo a los más sonados, como Palau, Pretoria, Pallerols, Eurobank, etc. Esos le afectan directamente como partido reñido con la ejemplaridad y la transparencia. Incluso en casos vinculados al PSC (Socialistas catalanes) y otros, es muy difícil que CiU no aparezca por alguna esquina. Parece que no es patriótico y desprendido amor a Cataluña todo lo que reluce.

La corrupción en el seno de CiU es uno de los tres elementos que anticipan una vida corta y accidentada al pacto soberanista apadrinado por Artur Mas. Los otros dos son las diferencias de modelo con ERC y la dependencia financiera del Gobierno de Mariano Rajoy, que han aparecido dramáticamente a la hora de elaborar los presupuestos. Lo que zarandea en las últimas horas la barca nacionalista es la imputación del secretario general de CDC (Convergencia Democrática de Cataluña) y delfín político del actual president, Oriol Pujol Ferrusola, por un presunto delito de tráfico de influencias.

Oriol Pujol