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Paso al espíritu de la Navidad
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Antonio Casado

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Paso al espíritu de la Navidad

A punto de iniciar mi habitual escapada navideña me declaro en tregua. Tampoco apremian las grandes novedades en el latido de la actualidad. Lo que hay

A punto de iniciar mi habitual escapada navideña me declaro en tregua. Tampoco apremian las grandes novedades en el latido de la actualidad. Lo que hay es empacho de crema catalana. “No cansa una vuelta sola, cansa el estar todo el día dando vueltas a la noria”, como diría mi poeta favorito, León Felipe. Las cartas están echadas y sólo cabe esperar que el “quietismo” de Mariano Rajoy empiece a dar sus frutos. Si los términos del diálogo son los propuestos por Artur Mas (fragmentación de la soberanía nacional), me pongo del lado de los quietistas.

El compadreo de los dirigentes del PP en torno a Caja Madrid cuando esta estaba dirigida por el amigo de pupitre de Aznar padre (Aznar hijo es el que riñe a Miguel Blesa por desagradecido) no es muy distinto del compadreo que debió de reinar en torno a las cajas controladas en Valencia, también por el PP, o en Andalucía y Castilla-La Mancha por los socialistas.

De Bruselas nos llega el enésimo propósito de la enmienda por una Europa más fuerte y más integrada. ¿Será verdad que ha reaparecido la política en la UE? Lo dudo. Y que una vez más la mano de Merkel se haga notar para imponer una unión bancaria descafeinada en la UE, en contra de las esperanzas de Rajoy, era también algo perfectamente previsible que moviliza lo justo a las redacciones de los medios de comunicación.

El mensaje de Don Juan Carlos reflejará de nuevo una síntesis de posiciones inscritas en la centralidad política del sistema. Volverá a ser el clásico recorrido por unos cuantos lugares comunes donde el monarca puede desenvolverse sin molestar a ninguno de los dos grandes partidos

Por tanto, suerte en el sorteo del domingo, el navideño de la Lotería Nacional, que es uno de los elementos de soldadura entre todos los españoles, vivan donde vivan, junto a  la Liga de Fútbol Profesional, los tenderetes chinos de todo a cien y, este año, el mensaje navideño de la maravillosa Chus Lampreave. Porque si les digo que permanezcan atentos a la pantalla el día 24, antes de la cena de Nochebuena, para escuchar un mensaje del Rey cargado de novedades, pues también les estaría vendiendo una mercancía averiada.

En El Confidencial, donde se hace el mejor periodismo de los tiempos que corren, sabemos que el borrador del mensaje llegó a Moncloa el martes 17 para pasar la ITV obligada por el artículo 64 de la Constitución Española: “Los actos del Rey serán refrendados por el presidente del Gobierno y, en su caso, por los ministros competentes”. Que previamente Zarzuela deba enviar el mensaje a Moncloa no es una forma de censura previa. En los años transcurridos desde 1978 han sido de menor cuantía las modificaciones al texto elaborado por la Casa del Rey.

El mensaje de Don Juan Carlos reflejará de nuevo una síntesis de posiciones inscritas en la centralidad política del sistema. Las del partido que ocupa el poder y las del que aspira a ocuparlo, aunque solamente la primera conoce el texto con antelación. Volverá a ser el clásico recorrido por unos cuantos lugares comunes donde el monarca puede desenvolverse sin molestar a ninguno de los dos grandes partidos. Con las consiguientes apelaciones a la unidad, al juntos somos más fuertes (ese será el mensaje central de este año), la confianza en que la economía irá mejor aunque todavía no podemos cantar victoria, unas muy medidas palabras sobre las malas prácticas en la vida pública (dudo mucho que vaya a utilizar la palabra “corrupción”) y la necesidad de crear climas que favorezcan el diálogo entre los partidos. Voluntarismo, que no falte.

Felices fiestas a todos.

A punto de iniciar mi habitual escapada navideña me declaro en tregua. Tampoco apremian las grandes novedades en el latido de la actualidad. Lo que hay es empacho de crema catalana. “No cansa una vuelta sola, cansa el estar todo el día dando vueltas a la noria”, como diría mi poeta favorito, León Felipe. Las cartas están echadas y sólo cabe esperar que el “quietismo” de Mariano Rajoy empiece a dar sus frutos. Si los términos del diálogo son los propuestos por Artur Mas (fragmentación de la soberanía nacional), me pongo del lado de los quietistas.

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