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Antonio Casado

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Españoles en precario

Mientras los diputados traficaban en intenciones para dar salida a sus propuestas finales –esas cartas a los Reyes Magos que cierran los debates sobre el estado

Mientras los diputados traficaban en intenciones para dar salida a sus propuestas finales –esas cartas a los Reyes Magos que cierran los debates sobre el estado de la nación–, el Instituto Nacional de Estadística le bajaba los humos al señor presidente. Los datos no justifican el optimista relato del Gobierno sobre la situación económico-social de España. Y mucho menos de los españoles. De nuevo la realidad nos sale al encuentro, cuando aún no se han apagado los ecos mediáticos de la remontada que Rajoy anuncia para la segunda parte de la legislatura.

El INE nos recuerda, por ejemplo, que la precariedad (contratos temporales y trabajo a tiempo parcial, básicamente) ha colonizado brutalmente el mercado de trabajo. Son 573.000 los empleos a horario completo destruidos en el reinado del PP. La contratación fija y el trabajo a tiempo completo (un puesto de trabajo, un trabajador, no dos, ni tres) están heridos de muerte desde la reforma laboral fletada por este Gobierno.

Amén de su impacto social, es mala noticia para la reactivación del consumo, uno de los dos motores del sistema productivo. El otro es la inversión, lastrada también por la falta de crédito, pero esa es otra. A lo que íbamos: si sigue creciendo el número de familias con todos los miembros en paro o dependiendo de contratos precarios, no me alcanzan los motivos para sostener que, ahora sí, después de los dos primeros años de sacrificios, los españoles van a recuperar la sonrisa.

La recuperación pregonada por Rajoy, medida en indicadores de crecimiento y empleo, sólo pudo convencer a los diputados del PP. Ahora le apagan el farol los últimos datos del INE

La recuperación pregonada por Rajoy, medida en indicadores de crecimiento y empleo, sólo pudo convencer a los diputados del PP (al resto de los portavoces le pareció triunfalista). Ahora le apagan el farol los últimos datos del INE. Entre otros, que el crecimiento del último trimestre de 2013, tomado como heraldo del fin de la recesión, es una décima menor del estimado previamente por el INE y, en todo caso, todavía lejos del umbral mínimo para crear empleo (a partir del 1% de aumento del PIB).

Hizo bien el presidente del Gobierno en emitir señales optimistas en su discurso. Estuvo en su papel, especialmente en una crisis donde lo intangible (confianza) es tan importante como lo contante y sonante. Pero se pasó de triunfalista en la dosis. Por el contrario, se quedó corto en reconocer lo mucho que está teniendo que ver el sacrificio de los de siempre, los que viven sólo de su salario, en los logros expuestos ante la Cámara: fin de la recesión (cierto, por débil que sea), competitividad, exportaciones al alza, reconquista de los inversores, bajada de la prima de riesgo, etc. Es verdad que en un momento del debate dijo que no es un mérito del Gobierno, sino fruto del “sacrificio” y el “esfuerzo sostenido de los españoles”.

De todos no, presidente. De unos más que de otros. Sobre todo de aquellos españoles que han sido despedidos de su trabajo, los que lo conservan en precario o con la consabida devaluación salarial, los parados, los enfermos, los pensionistas, los estudiantes, los dependientes, etc. A esos no se les puede decir, no se les debe decir, que “lo peor ha pasado ya”, so pena de darles un motivo más para entender que el debate sobre el estado de la nación ha vuelto a ser el debate sobre el estado de la clase política.

Mientras los diputados traficaban en intenciones para dar salida a sus propuestas finales –esas cartas a los Reyes Magos que cierran los debates sobre el estado de la nación–, el Instituto Nacional de Estadística le bajaba los humos al señor presidente. Los datos no justifican el optimista relato del Gobierno sobre la situación económico-social de España. Y mucho menos de los españoles. De nuevo la realidad nos sale al encuentro, cuando aún no se han apagado los ecos mediáticos de la remontada que Rajoy anuncia para la segunda parte de la legislatura.

Mariano Rajoy Paro