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Sondeos, palabras y comparaciones odiosas
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Antonio Casado

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Sondeos, palabras y comparaciones odiosas

Por la ruta del mitin no vamos a ninguna parte porque esos climas favorecen el discurso más insustancial de los dirigentes políticos. De todos sin excepción.

Por la ruta del mitin no vamos a ninguna parte porque esos climas favorecen el discurso más insustancial de los dirigentes políticos. De todos sin excepción. Extemporáneo y absurdo Pablo Manuel Iglesias pidiendo a Rajoy que convoque ya las elecciones generales. Hueca y palabrera Susana Díaz prometiendo amor eterno a Andalucía. Los ministros y dirigentes del PP se aferran al discurso de la recuperación económica y repiten los mantras previstos en el argumentario electoral. Y el líder del PSOE, Pedro Sánchez, que se descolgaba ayer con propuestas concretas de su programa económico para las elecciones generales.

Bueno, algo es algo, en el terreno de lo concreto. Lo demás es el típico discurso electoralista que se agota en sus propios fogonazos verbales. También se agota en sí mismo el quinielismo derivado de unas encuestas tan cambiantes de una semana para otra. Al menos las conjeturas respecto al partido que reinará en Moncloa a partir de 2016. Pero sí hay datos y tendencias que permiten hacerse una idea sobre la situación política presente y futura, en función de las intenciones frente a las urnas.

El que peor lo tiene, aparentemente, es el PSOE, por deserción de sus desalentados votantes hacia Podemos. El equipo de Sánchez espera frenarlo. Pudiera ser, a partir de una muy probable victoria de la socialista Díaz en las urnas andaluzas. Eso empezaría a cambiar la percepción respeto a un PSOE que ahora vemos débil y desahuciado.

Algo a constatar: en todos los sondeos aparece una estabilización aritmética en el avance de Podemos. Como si hubiera tocado techo. Por otro lado, todos los expertos coinciden en afirmar que el partido de Monedero y Cía. acumula el voto de castigo, no el programático, lo cual haría más bien volátil la adhesión electoral al nuevo partido. Y, finalmente, la exposición pública de sus líderes va haciendo que se perciba como una opción de extrema izquierda–de estilo es más bien agresivota y prepotente– con pocas mujeres en sus cuadros dirigentes y con tendencia a reaccionar igual que los partidos de la “casta” cuando son pillados en falta por corruptelas como la de Monedero.

En todo caso, es evidente que la estrategia del PSOE pasa por seguir viendo a Podemos como su principal rival electoral, y al PP como su gran rival político e ideológico. No está reñido lo uno y lo otro. Es más, Podemos y PSOE comparten la mirada hacia un enemigo común: la derecha de siempre. Y eso une mucho a la hora de formar alianzas de poder. Si es que para entonces las corrientes de voto socialista hacia el partido de los indignados (casi una cuarta parte de exvotantes del PSOE, según el CIS) no han dejado en las raspas a este partido centenario que conserva una formidable estructura territorial y cuya aportación política ha sido decisiva en la constitución de la mejor España de la historia. La hipótesis de la bancarrota la manejan algunos analistas mirando a la Grecia de Papandréu. Pero en el fondo nadie se lo cree. Por un sinfín de razones que hacen odioso el paralelismo.

Por la ruta del mitin no vamos a ninguna parte porque esos climas favorecen el discurso más insustancial de los dirigentes políticos. De todos sin excepción. Extemporáneo y absurdo Pablo Manuel Iglesias pidiendo a Rajoy que convoque ya las elecciones generales. Hueca y palabrera Susana Díaz prometiendo amor eterno a Andalucía. Los ministros y dirigentes del PP se aferran al discurso de la recuperación económica y repiten los mantras previstos en el argumentario electoral. Y el líder del PSOE, Pedro Sánchez, que se descolgaba ayer con propuestas concretas de su programa económico para las elecciones generales.

Pedro Sánchez