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El separatismo fiscal de Rato
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Antonio Casado

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El separatismo fiscal de Rato

Lo peor del exvicepresidente del Gobierno, padre del milagro económico que coló a España en el euro por la puerta grande, es que llueve sobre mojado

Foto: El expresidente de Bankia, Rodrigo Rato. (EFE)
El expresidente de Bankia, Rodrigo Rato. (EFE)

Del separatismo fiscal de Jordi Pujol al de Rodrigo Rato. Dos grandes servidores de la Patria –cada uno la suya–convertidos en juguetes rotos que van directos a la basura. Tal para cual, aunque no serán los últimos en la lista de Montoro. Opor mejor decir, la de Menéndez, director de la Agencia Tributaria, que hace dos meses anunció en el Congreso la existencia de 705 personas y personajes bajo sospecha de blanqueo entre las 30.000 que se acogieron a la amnistía fiscal decretada por el Gobierno Rajoy en 2012 conpatriótica intención recaudatoria.

La noticia resonó ayer en las coplas callejeras sobre la corrupción. Y en el Parlamento, donde el líder socialista, Pedro Sánchez, pidió la dimisión del ministro de Hacienda, “que tuvo en Rodrigo Rato un maestro en amnistías fiscales”. “Es un nuevo mazazo”, dijo Aitor Esteban (PNV) mirando hacia el presidente, “porque el señor Rato podría estar sentado ahí mismo”. Rajoy hizo como si no oyera los apuntes que le unen a la biografía política del exvicepresidente del Gobierno.

Si estas dos grandes figuras del separatismo fiscal, Rato y Pujol, cometieron delito de blanqueo de capitales o no, ya lo dirán los jueces. Pero está fuera de dudas que ocultaron una parte de sus fortunas al fisco ("Hacienda somos todos", ¿recuerdan?), pues ambos se acogieron a la amnistía fiscal de hace tres años. Eso contamina el sentir de una ciudadanía que paga religiosamente sus impuestos. Y es altamente tóxico para la respectiva causa política de ambos. La del nacionalismo catalán en el caso de Pujol. Y la de un partido como el PP, que se ofrece como contraveneno del separatismo. Del separatismo de los territorios, se entiende, no de la riqueza escondida en Suiza o en otros paraísos fiscales, que es el practicado por Rodrigo Rato, Luis Bárcenas y Francisco Granados, pongamos por caso.

Sólo le faltaba el de blanqueo de capitales para bajar a toda prisa del pedestal a otra de las figuras ejemplares de la política española

Lo peor del exvicepresidente del Gobierno, padre del milagro económico que coló a España en el euro por la puerta grande, es que llueve sobre mojado. Después de los supuestos de estafa y falsedad, apropiación indebida y delito societario, por los que está imputado tras su paso por la presidencia de Bankia (salida a Bolsa y escándalo de las tarjetas black), sólo le faltaba el de blanqueo de capitales para bajar a toda prisa del pedestal a otra de las figuras ejemplares de la política española. Y me temo que en lo de la ejemplaridad es un caso tan perdido como el de Pujol, porque también Rato nos viene ahora con la coartada de la fortuna familiar.

Dejemos un margen al mal que por bien no venga. Hablo de la neutralidad del poder indagatorio del Estado, aparente al menos, y vamos a ponernos en lo mejor a la espera de desenmascarar a quienes engañan a la Hacienda Pública practicando el separatismo fiscal. No tengo ningún problema en secundar la declaración del ministroCristóbal Montorocuando ayer en los pasillos del Congreso garantizó que a la hora de investigar no se mirará el color político de la persona que presente indicios de haber incurrido en comportamientos delictivos o irregulares. Que sea para bien, a la espera de las sorpresas que aún han de salir de la lista de los 705 presuntos blanqueadores.

Del separatismo fiscal de Jordi Pujol al de Rodrigo Rato. Dos grandes servidores de la Patria –cada uno la suya–convertidos en juguetes rotos que van directos a la basura. Tal para cual, aunque no serán los últimos en la lista de Montoro. Opor mejor decir, la de Menéndez, director de la Agencia Tributaria, que hace dos meses anunció en el Congreso la existencia de 705 personas y personajes bajo sospecha de blanqueo entre las 30.000 que se acogieron a la amnistía fiscal decretada por el Gobierno Rajoy en 2012 conpatriótica intención recaudatoria.

Rodrigo Rato Cristóbal Montoro Jordi Pujol