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El PSOE pierde votos pero gana poder
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Antonio Casado

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El PSOE pierde votos pero gana poder

Sin que las elecciones de ayer le den para tirar cohetes, Sánchez mantiene su condición de aspirante creíble a la Moncloa: ya no dirige un partido al borde del desahucio

Foto: El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. (EFE)
El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. (EFE)

Uno de los retos en el primer examen de Pedro Sánchez ante los ciudadanos (el de los militantes lo superó con creces en las primarias internas) era el de superar la facturación electoral de su partido en las últimas elecciones a las que concurrió a escala nacional. Me refiero a las elecciones al Parlamento Europeo, cuya consecuencia interna fue la dimisión de Pérez Rubalcaba como secretario general del partido. Ocurrió hace exactamente un año. El PSOE entonces obtuvo 3.580.000 votos, con un porcentaje del 23%. Pues bien, anoche el balance fue del 25,03% y 5.487.012 votos populares (con el 99,47% escrutado).

Otro de los retos inducidos por la aritmética electoral era no bajar del 27,7% de los votos en el conjunto de los 8.122 ayuntamientos españoles. Fue el porcentaje obtenido por el PSOE en las últimas elecciones municipales (2011) a escala nacional, con Rodríguez Zapatero en la secretaria general y en la Moncloa. Es verdad que con el 25,03% obtenido ayer en esa macroencuesta a tamaño real que es el conjunto de los municipios, no supera el reto.

Cierto. Pero multiplica el poder territorial, del que había sido desalojado hace cuatro años. Solo o en compañía de Podemos. La ecuación nos remite a las intenciones declaradas anoche por Sánchez. Las de liderar el cambio desde la izquierda, por el empleo, la igualdad y el rearme moral. Los resultados no dan para sospechar ni de lejos que el PSOE vaya a ser desplazado por Podemos como fuerza hegemónica de la izquierda.

Los resultados confirman que el PSOE ha vuelto a entrar en el partido, a muy poca distancia del PP y a mucha del tercero, sea Podemos o sea Ciudadanos

Lo dicen las cifras, si las seguimos manejando en clave nacional. Y no porque en clave autonómica y municipal desmientan la justificada alegría contenida que reinaba ayer en Ferraz, sino porque aún está por ver cómo se van a decantar los pactos en los ayuntamientos y en las autonomías donde los imperativos de la gobernabilidad los va hacer inevitables.

En resumen, los resultados de ayer confirman que el PSOE ha vuelto a entrar en el partido, a muy poca distancia del PP y a mucha del tercero en discordia –sea Podemos o sea Ciudadanos-, y que se desvanecen los negros augurios que le situaban camino de la irrelevancia (sindrome Pasok), cuando solo hace unos meses parecía una jaula de grillos y no lograba remontar en las encuestas.

Sin que las elecciones de ayer le den para tirar cohetes, Sánchez mantiene su condición de aspirante creíble a la Moncloa, ya no dirige un partido al borde del desahucio, se coloca en una excelente posición susceptible de firmar acuerdos tanto por su izquierda (Podemos) como por su derecha (Ciudadanos), se consolida como líder del PSOE y supera lo que parecía una condena a ejercer bajo protectorado de Susana Díaz.

Uno de los retos en el primer examen de Pedro Sánchez ante los ciudadanos (el de los militantes lo superó con creces en las primarias internas) era el de superar la facturación electoral de su partido en las últimas elecciones a las que concurrió a escala nacional. Me refiero a las elecciones al Parlamento Europeo, cuya consecuencia interna fue la dimisión de Pérez Rubalcaba como secretario general del partido. Ocurrió hace exactamente un año. El PSOE entonces obtuvo 3.580.000 votos, con un porcentaje del 23%. Pues bien, anoche el balance fue del 25,03% y 5.487.012 votos populares (con el 99,47% escrutado).

Pedro Sánchez