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Esa boca sucia del alcalde manchego
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Antonio Casado

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Esa boca sucia del alcalde manchego

Está claro que el lenguaje delata nuestro pensamiento. Le ha ocurrido recientemente al alcalde de Villares del Saz, pero no hay que olvidar las meteduras de pata de Zapata, Carmona o Aguirre

Foto: Imagen de Facebook.
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El alcalde de Villares del Saz (Cuenca), José Luis Valladolid, es la última perla descubierta por los discípulos de Wittgenstein, Fodor, Russell y otros. Les permite actualizar las enseñanzas sobre el lenguaje como delator del pensamiento.

De mozo el tal Valladolid hizo novillos el día que el profesor explicó en clase que el pensamiento es la representación mental de la realidad. De la de cada hijo de vecino, claro. La suya quedó perfectamente expresada cuando convirtió en palabras el ataque de contrariedad sufrido por una genérica petición de la portavoz del PSOE castellano-manchego, Cristina Maestre.

Maestre se había limitado a pedir al PP que deje trabajar al nuevo Gobierno de Castilla-La Mancha. Entonces el alcalde resopló en su cuenta de Facebook con una delicada caracterización de la portavoz socialista: “¿Pero qué dice esta puta barata podemita?”. Y a renglón seguido, un fino proceso de intenciones políticas a la interpelada: “Lo que pasa es que lleváis cuatro años sin robar y sin colocar a dedo a todos los lamepollas del PSOE”.

Antes de que su partido le proponga como candidato a ocupar un sillón en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, el alcalde de Villares (574 habitantes, a 51 kilómetros de Cuenca), debería comparecer en las clases prácticas de la Universidad sobre Filosofía del Lenguaje. Como prueba de convicción de la famosa tesis del Tractatus: “Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo”.

De mozo el tal Valladolid hizo novillos el día que el profesor explicó en clase que el pensamiento es la representación mental de la realidad

Quizá los dirigentes de su partido se conformen con las disculpas del alcalde por su “desafortunado comentario”. Así lo calificó en su acto de contrición de ayer. “Pido mil veces perdón”, ha dicho. Razón de más para llevarlo a un seminario de la universidad sobre las palabras que nos retratan. También las utilizadas en trámite de disculpa. Todo viene enLa modularidad de la mente, de Jerry Fodor. Vean, señores, en fin, este magnífico ejemplar ofrecido a la ciencia por la clase política.

Otro alcalde del PP que rompe con la pana en las redes sociales y en los medios de comunicación. La caña de España, oiga. No hace muchos días, el de Granada, Torres Hurtado, también ponía palabras a sus preferencias mentales por la desnudez como el colmo de la elegancia femenina. Y el que aún resiste en el cuadro de honor es el ya desalojado alcalde de Valladolid. Ahora vamos de ciudad castellana, no de apellido ¿Recuerdan ustedes a Javier León de la Riva y su pensamiento escorado hacia los “morritos” de la ministra Leire Pajin?

No olvidemos tampoco al fallido concejal de Cultura de Madrid, Guillermo Zapata, y sus comentarios despectivos sobre el genocidio de los judíos y las víctimas del terrorismo. Nunca me convencieron sus argumentos sobre las propiedades curativas del humor negro. En todo caso, el humor tiene sus reglas. Como la política. Viejas reglas que ya estaban ahí cuando el hoy jefe de filas del PSOE en el Ayuntamiento madrileño, Antonio Miguel Carmona, habló de hundir otro Prestige para echar al PP del poder. O cuando Esperanza Aguirre endosó a su rival electoral, Manuela Carmena, el propósito de restaurar los sóviets en la capital de España. Insisto: el lenguaje delata nuestro pensamiento.

El alcalde de Villares del Saz (Cuenca), José Luis Valladolid, es la última perla descubierta por los discípulos de Wittgenstein, Fodor, Russell y otros. Les permite actualizar las enseñanzas sobre el lenguaje como delator del pensamiento.

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