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El PSOE dividido entre pedristas y antipedristas
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Antonio Casado

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El PSOE dividido entre pedristas y antipedristas

El antipedrismo cree que para frenar la ambición de Sánchez bastarán las rayas rojas señaladas en la resolución: ni un paso junto a partidos que amenazan nuestro ordenamiento constitucional

Foto: El secretario general del PSOE, Pedro Sanchez junto a la secretaria general regional de la formación y presidenta de Andalucia, Susana Diaz. (EFE)
El secretario general del PSOE, Pedro Sanchez junto a la secretaria general regional de la formación y presidenta de Andalucia, Susana Diaz. (EFE)

Me confirman los servicios de Prensa del PSOE que en el Comité Federal de ayer no estuvieron presentes los antecesores de Pedro Sánchez (Felipe González, Zapatero, Rubalcaba). Solo Joaquín Almunia, que guardó silencio. Una lástima. Nos privaron de saber lo qué significa aquí y ahora que, en nombre de una “constante histórica” en su actitud, “el Partido Socialista estará, una vez más, a la altura de las circunstancias”.

Las comillas aluden a la resolución aprobada ayer. Pero no significa lo mismo en cada uno de los dos bandos enfrentados, el pedrista y el antipedrista. Los encabezan respectivamente el secretario general, Pedro Sánchez, y la presidenta andaluza, Susana Díaz, enzarzados en un recíproco e irrespirable proceso de intenciones respecto a los dos debates de la discordia. Uno, la posición del partido ante el reto de la gobernabilidad tras las elecciones generales del 20-D. Y otro, la fecha del congreso federal estatutariamente previsto para febrero.

El cruce de los dos debates enrareció el encuentro de Sánchez con los “barones” el domingo por la tarde, aunque les vino bien para liberar tensiones y conseguir que la reunión de ayer transcurriera de forma mucho más apacible. Entre otras cosas, quedó aparcado el asunto del congreso. Y se decidió la política del partido en materia de alianzas sobre una premisa mayor: “Siempre primará el interés general de la sociedad española”.

Tal apelación ya la hizo Sánchez en la misma noche electoral mientras reconocía el derecho del partido ganador a formar Gobierno. Pero, ay, la combinó con el anuncio de que intentaría presidir “el Gobierno del cambio” si el PP no conseguía apoyos suficientes. Unas horas después, en la Ejecutiva del día después, anunciaba un retraso del congreso federal y su firme propósito de presentarse a renovar su liderazgo. Los antipedristas lo vieron como una declaración de guerra y ataron cabos, al interpretar el amago de ganar La Moncloa con el apoyo de Podemos como una forma de ganar también la Secretaria General del partido en un congreso a celebrar fuera de plazo.

Es la trastienda de la tensión previa que, a lo largo de la semana pasada, ha escenificado una verdadera batalla por el poder entre quienes quieren liquidar políticamente a Sánchez tras su fracaso en las urnas (“Por debajo de 100 escaños, lo consideraré un fracaso”, decía) y quienes apuestan por su continuidad asentado en la militancia y no en las baronías.

Las espadas siguen en alto. El antipedrismo cree que para frenar la ambición de Sánchez bastarán las rayas rojas señaladas en la resolución: ni un paso junto a partidos que amenazan nuestro ordenamiento constitucional o apuestan por la autodeterminación y el separatismo. “La renuncia a esos planteamientos es una condición indispensable para que el PSOE inicie un diálogo con el resto de formaciones políticas”.

En el entorno de Pedro Sánchez siguen haciendo números en un intento, a mi juicio extravagante, de hacer verosímil el salto a La Moncloa

Pero en el entorno de Pedro Sánchez siguen haciendo números en un intento, a mi juicio extravagante, de hacer verosímil el salto a La Moncloa. Pasan por la renuncia de Podemos al llamado derecho a decidir en Cataluña, así como por la abstención de Ciudadanos y ERC. Me limito a contarlo. Creo que la pretensión de gobernar en esas circunstancias con 90 diputados es incompatible con la letra y el espíritu de la resolución aprobada ayer.

Quiero seguir creyendo que, ante un eventual fracaso del PP en la formación de una mayoría de gobierno, “el PSOE actuará en aras del interés general, con sentido común y con responsabilidad”, consciente de que la repetición de las elecciones “debe ser la última opción”. Lo malo es que eso no significa lo mismo para quienes están en uno u otro bando. Hubiera sido clarificador escuchar a González. Y por eso mismo no acudió. Hubiera tenido que tomar la palabra y tomar partido.

Me confirman los servicios de Prensa del PSOE que en el Comité Federal de ayer no estuvieron presentes los antecesores de Pedro Sánchez (Felipe González, Zapatero, Rubalcaba). Solo Joaquín Almunia, que guardó silencio. Una lástima. Nos privaron de saber lo qué significa aquí y ahora que, en nombre de una “constante histórica” en su actitud, “el Partido Socialista estará, una vez más, a la altura de las circunstancias”.

Susana Díaz Moncloa Ciudadanos Esquerra Republicana de Catalunya (ERC)