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Nadie hurga en la mochila de Iglesias
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Antonio Casado

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Nadie hurga en la mochila de Iglesias

A uno le sorprende que nadie quiera hurgar en serio en la mochila de este caudillo populista, más allá de la selvática difusión por las redes de ciertos vídeos sobre sus ramalazos de chavismo-leninismo

Foto: Pablo Iglesias formaliza su acta como diputado. (EFE)
Pablo Iglesias formaliza su acta como diputado. (EFE)

El líder de Podemos, Pablo M. Iglesias, emplazó a Pedro Sánchez a demostrar quién manda en Ferraz. “No confiamos en los aparatos pero admiramos a sus bases y a sus votantes”. ¿Alguien tiene alguna duda sobre las verdaderas intenciones de este singular agente del chavismo?

Con su arrogante y envenenado ofrecimiento de la Presidencia del Gobierno a Sánchez, se lo ha puesto muy difícil al secretario general del PSOE. Si al final este acepta la propuesta, siembra el caos en su partido. Si no la acepta, queda como un zascandil, después de haberse pasado un mes alimentando la hipótesis de un Gobierno “progresista” con la izquierda mochilera.

Lo de reservarse la vicepresidencia, por cierto, es solo por razón de cercanía física. Así, Iglesias acertará a la primera cuando decida asestar la puñalada final al líder socialista aprovechando la posición del abrazo, que viene a ser la misma, como ha debido aprender en 'Juego de tronos'. Su prisa en aparearse es una forma maquiavélica de hurgar en las heridas del PSOE. Y a uno le sorprende que nadie quiera hurgar en serio en la mochila de este caudillo populista, más allá de la selvática difusión por las redes sociales de ciertos vídeos sobre sus ramalazos de chavismo-leninismo.

En política hay que “cabalgar contradicciones”, según confesión propia. Así que a Iglesias no le importó aceptar la financiación del régimen iraní para fletar una izquierda gamberra en España. Tal vez haya cambiado, aunque no hace mucho tiempo defendía el derecho individual al uso de las armas. Respecto a la propiedad privada, sostenía que “lo democrático es expropiar”, incluidos los medios de comunicación privados que, según él, son focos de manipulación. Como español, decía sentir envidia por no vivir en la Venezuela de Chaves.

Esos y otros pensamientos, sobre la forma del Estado, la estructura territorial, etc., reflejan un partido que pone en duda los anclajes del orden constitucional

En asuntos de corrupción, PP y PSOE eran tal para cuales. En su día, elogió la lucidez de ETA por comprender que a partir de 1978 el poder era cosa de los mismos perros con distintos collares, etc. Mucho más cerca en el tiempo están sus advertencias de que jamás entraría en un Gobierno si no era para presidirlo. Tenía dificultades para decir la palabra España porque la asociaba con la ultraderecha, el himno nacional era una “pachanga franquista” y la Guardia Civil, “un instrumento represor al servicio de la burguesía”.

Ahora no quiere que le recuerden esas cosas. Pero, insisto, no son excesos verbales de un adolescente. Son recientes declaraciones de principio sobre las que Iglesias y sus colaboradores han ido aplicando un interesado proceso de deconstrucción. Si se las echan encima, responderán como responden todos los partidos políticos cuando son pillados en falta: infamias, campañas, guerra sucia del Estado. Sin embargo, los testimonios son abrumadores. Algunos tienen menos de dos años. No se habrán evaporado. Esos y otros pensamientos, sobre la forma del Estado, la estructura territorial de España, los modos de producción, la propiedad privada, etc., reflejan un partido que pone en duda los anclajes de nuestro orden constitucional: la Monarquía parlamentaria, el Estado de las autonomías, la economía de mercado y nuestra inserción en la Unión Europa.

En la campaña electoral, Podemos se fue de rositas, remontando en las urnas después de ir cayendo en las encuestas a lo largo de todo el año 2015. A Rajoy le convenía para desgastar al PSOE y Sánchez no quería ensañarse con quien podía convertirse en un futuro aliado. Así que Podemos lo tuvo fácil en los medios públicos y privados. Y al terminar la campaña, el acercamiento de Sánchez y su equipo lo sometieron a un proceso de engorde artificial, cuyo resultado fue la arrogante propuesta formulada por Iglesias el viernes pasado, valorada como una falta de respeto a un partido histórico.

El líder de Podemos, Pablo M. Iglesias, emplazó a Pedro Sánchez a demostrar quién manda en Ferraz. “No confiamos en los aparatos pero admiramos a sus bases y a sus votantes”. ¿Alguien tiene alguna duda sobre las verdaderas intenciones de este singular agente del chavismo?